La responsabilidad como un valor en la formación del médico cubano

Responsibility as a value in the formation of the Cuban doctor

 

Yanett del Cerro Campano
Doctora en Medicina, Especialista en 1er y 2do Grado en Medicina General Integral Profesora Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, Cuba.
http://orcid.org/0000-0002-8778-6987
ydcchlg@infomed.sld.cu

Miguel Alejandro Cruz Cabezas
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Profesor Titular de la Universidad de Holguín, Cuba.
http://orcid.org/0000-0001-6544-038X
mcabeza@uho.edu.cu

Luis Anibal Alonso Betancourt
Doctor en Ciencias Pedagógicas (Ph. D.). Master en Pedagogía Profesional. Docente titular de la Universidad de Holguín. Cuba.
http://orcid.org/0000-0003-0989-746X
lalonsob@uho.edu.cu

Libys Martha Zúñiga Igarza
Doctora en Ciencias Técnicas, Profesora Titular de la Universidad de Holguín, Cuba.
http://orcid.org/0000-0001-9669-8658
lmzi@uho.edu.cu

 

RESUMEN

El proceso de formación de los estudiantes ha adquirido una gran importancia en las universidades cubanas. Es un proceso continuo que se dirige a alcanzar niveles superiores en la formación del profesional, para obtener egresados universitarios cada vez más competentes, comprometidos con su país y el desarrollo, en correspondencia con las necesidades de cada localidad como la enseñanza de la medicina. En esta profesión es básico la construcción de valores como la responsabilidad. La naturaleza humanista que sugiere el ejercicio de la medicina requiere de hombres y mujeres que estén plenamente identificados con los problemas de salud que se dan en su comunidad, país y el mundo y estén en completa disposición de brindar sus servicios y conocimientos científicos cuando y en las condiciones que se le soliciten. Tal reto solo lo pueden asumir y cumplir personas portadoras de cualidades morales relevantes. La formación de los valores morales en general y en particular la responsabilidad, no puede ser obra de la espontaneidad, se requiere entonces para la consecución de tal empeño, insertar al estudiante que cursa la carrera de medicina en un contexto educativo que se caracterice por su excelencia académica, laboral e investigativa.

 

PALABRAS CLAVES

Responsabilidad; valores; formación; médico cubano.

 

ABSTRACT

The formation process of students has acquired great importance in Cuban Universities.  It is a continuous process aimed to achieve higher levels in the education of the professional, to obtain increasingly competent universities graduated, committed to their country and development, in correspondence with the necessities of each locality as the teaching of medicine. In this profession, the construction of values such as responsibility is basic. The humanistic nature suggested by the practice of medicine requires men and women who are completely identified with the health problems that occur in their community, country, and the world and they are fully available to provide their services and scientific knowledge when and under the conditions that are requested. Such a challenge can only be assumed and fulfilled by people with relevant moral qualities. The formation of moral values in general and in particular responsibility, cannot be work spontaneity, it is required then for the achievement of such an effort, to insert the student who is studying medicine in an educational context that is characterized by their academic, labor and research excellence.

 

KEYWORDS

Responsibility; values; formation; Cuban doctor.

 

INTRODUCCIÓN

 

El profesional de la Salud Pública en Cuba debe distinguirse por un elevado nivel de formación de valores morales. Es por ello, que el sistema de educación cubano asume la alta responsabilidad de contribuir a la preparación de un profesional con una cultura general integral, lo cual se convierte en un propósito esencial para la preparación de las nuevas generaciones de profesionales de la salud. De forma general, el proceso de formación de valores es un proceso intencionado, que ocurre de manera integrada a la instrucción profesional, y como resultado del cual el estudiante se educa y desarrolla. Estos procesos son dirigidos desde una diversidad de contexto formativos (universidad – institución de la salud – comunidad - familia) por parte de profesores y especialistas.

El proceso formativo del profesional de la salud se sustenta en el trabajo de los profesores imparten asignaturas en un año académico (colectivos de año) y en el trabajo diferenciado y personalizado con los estudiantes. Estos son los que identifican las principales necesidades de formación e implementan las acciones necesarias para satisfacerlas, de modo que se logre una elevada retención y permanencia de los estudiantes en los diferentes años académicos. Se integran, además como un importante apoyo para proveer algunos recursos que son necesarios para ejecutar adecuadamente el proceso de formación desde un aprendizaje sólido y eficiente, especialistas y familiares que se desempeñan en instituciones de la salud y en otras dependencias del contexto comunitario.

El  aprendizaje  se interpreta como el proceso de apropiación del contenido, de la cultura y la experiencia histórico – social por medio del cual el estudiante interpreta su significado y sentido durante su formación integral a lo largo de la vida y logra un crecimiento personal, el cual es la expresión del cambio y transformación (Alonso, Cruz y Ronquillo, 2020) que se produce en su manera de sentir (valores), pensar (conocimientos) y actuar (habilidades intelectuales, manuales o profesionales) sobre la base del tratamiento a la unidad de lo instructivo, lo educativo y lo desarrollador. Un referente teórico esencial a tomar en consideración para lograr un aprendizaje integral en los estudiantes desde el posicionamiento teórico asumido, lo constituye el carácter instructivo, educativo y desarrollador del aprendizaje profesional.

El carácter instructivo del aprendizaje se pondera cuando el estudiante se apropia de conocimientos y habilidades intelectuales y profesionales, lo que le permite transformar su pensamiento. Por su parte, según Alonso, Cruz, y Ronquillo (2020), el carácter educativo del aprendizaje profesional se logra en unidad con lo instructivo ya que la apropiación de conocimientos y el desarrollo de habilidades es el medio para un proceso de transformación más trascendental en el estudiante, su formación como ser social, en el cual se desarrollen cualidades, valores, vocaciones e intereses profesionales, motivaciones, actitudes y aptitudes positivas hacia la actividad laboral que realicen durante su proceso formativo.

Por otro lado, el estudiante requiere que se le estimulen sus potencialidades mentales y físicas en la medida que se instruye y educa, de ahí que el carácter desarrollador de su aprendizaje se logra cuando se aprecia un crecimiento profesional como resultado de la unidad entre el carácter instructivo y educativo de su aprendizaje.  Es por ello que para el logro de estos aspectos se requiere de un trabajo metodológico.

El trabajo metodológico, según el Ministerio de la Educación Superior Cubana, es una actividad de carácter profesional que se lleva a cabo:

En las instituciones de Educación Superior, el trabajo metodológico que se realiza de forma colectiva, tendrá como rasgo esencial el enfoque sistémico y se llevará a cabo para todos los tipos de curso y en cada uno de los niveles organizativos del proceso docente educativo, priorizando la labor educativa desde la instrucción. (RM: 2/2018:6)

Desde esta concepción general emanan las especificaciones de las profesiones y particularidades de cada una de ellas, entre las que se reconoce en las áreas de las ciencias médicas, o como generalmente se le denomina carrera de medicina (en lo adelante).

La enseñanza de la medicina se corresponde con una enseñanza profesional y se interpreta desde un proceso de enseñanza-aprendizaje específico. Es el proceso de transmisión de contenidos asociados al objeto de trabajo de una profesión, en una dinámica de formación profesional en alternancia (docencia, inserción laboral–investigación e innovación tecnológica-extensionismo o trabajo comunitario), sobre la base de la unidad instrucción-educación-crecimiento profesional y el desarrollo de una interacción socioprofesional en contextos entre los sujetos implicados (docentes, tutores, especialistas, miembros del colectivo laboral y la comunidad). De ello se infiere que el estudiante adquiere el contenido de una profesión, el cual está permeado del entorno.

En este sentido, la apropiación del contenido de la profesión es la expresión del desarrollo de conocimientos, habilidades y valores profesionales establecidos en el modelo del profesional que alcanza el trabajador en formación inicial o continua, mediante el uso de formas (diseño  y ejecución de tareas, proyectos, entre otras) y recursos (TICs, libros, cuadernos, materiales complementarios, objetos reales, láminas, entre otros) de forma activa y en interrelación social con otros trabajadores, el docente, el especialista de las entidades laborales, tutor, sus familiares y miembros de la comunidad. La apropiación del contenido de la profesión (Alonso, López y Dorrego, 2019:23) permite que el profesional desarrolle conocimientos, habilidades y valores profesionales: disciplina tecnológica, laboral, liderazgo, emprendimiento, trabajo en equipos, educación ambiental, económica, energética, jurídica, ética profesional, humanismo, entre otros.

Como puede apreciarse, a diferencia de los procesos de enseñanza – aprendizaje que ocurren en la educación de la primera infancia, primaria, secundaria y preuniversitaria, esta confiere singularidad porque es un proceso que tiene como resultado: la formación profesional inicial (estudiante) o continua (egresado, entrenamiento, capacitación, superación profesional) de un trabajador competente. Estos aspectos son evidenciados desde la formación profesional del médico.

La formación de médicos con un elevado nivel de responsabilidad insertados en los escenarios de formación en la Atención Primaria de Salud (APS) en los policlínicos universitarios de Cuba forma parte del modelo establecido en la República de Cuba, y se ha convertido en una prioridad para el Ministerio de Salud Pública, para la Educación Superior y para el país. Un profesional egresado de una universidad de ciencias médicas ha de manifestar profundos valores morales en la diversidad de los contextos de actuación laboral, comunitario y familiar que caracterizan su vida social y profesional.

La naturaleza humanista que sugiere el ejercicio de la medicina requiere de hombres y mujeres que estén plenamente identificados con los problemas de salud que se dan en su comunidad, país y el mundo y estén en completa disposición de brindar sus servicios y conocimientos científicos cuando y en las condiciones que se le soliciten. Tal reto solo lo pueden asumir y cumplir personas portadoras de cualidades morales relevantes.

La formación de los valores morales en general y en particular la responsabilidad, no puede ser obra de la espontaneidad, se requiere entonces para la consecución de tal empeño, insertar al estudiante que cursa la carrera de medicina en un contexto educativo que se caracterice por su excelencia académica, laboral e investigativa. El presente artículo asume como propósito brindar algunas reflexiones de carácter filosófico para la comprensión del proceso de formación de los valores morales y en particular la responsabilidad en los estudiantes que cursan la Carrera de Medicina en la República de Cuba.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

 

Para realizar la investigación se empleó como método general el dialéctico materialista, del cual se derivaron los siguientes métodos teóricos.

  • Revisión de documento: para la gestión de la información e identificación de ideas que resultaran de pertinencia científica para el estudio.
  • Análisis y síntesis: para descomponer en partes el objeto de la investigación e integrar a manera de síntesis científica las ideas conceptuales que resultaran claves y trascendentes para el estudio.
  • Histórico – lógico: para someter al análisis el objeto de la investigación desde una perspectiva cronológica sin perder de vista su contextualidad.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

 

El plan de estudio de la Carrera Medicina en Cuba se ha estructurado para que el egresado pueda disponer de: una sólida preparación científica y técnica, una amplia formación humanista, oportunidad para desarrollar su pensamiento científico, sustentado en la dialéctica materialista y un sistema de valores en correspondencia con los que refrenda la sociedad cubana contemporánea, el cual aporta el marco ético de su actuación profesional.

En el Modelo del Profesional de la Carrera de Medicina en Cuba (Plan - E, 2019:17), al proponerse caracterizar el proceso de formación del Doctor en Medicina precisa los rasgos siguientes:

  • Objeto de la profesión: El proceso salud - enfermedad y su atención calificada en las personas, las familias, la comunidad y el medio ambiente.
  • Modos de actuación: El Doctor en Medicina es un graduado de perfil amplio, que deberá contribuir al desarrollo del país mediante el mejoramiento del estado de salud de la población.
  • Campos de Acción: El médico general al egresar ejerce su profesión en los campos de atención médica integral, administrativo, educativo e investigativo, ante los diferentes problemas profesionales.
  • Esferas de actuación: El egresado podrá desempeñarse en los puestos de trabajo relacionados con la atención a las personas, familias, grupos poblacionales, comunidad y en instituciones de la atención primaria, así como en otras instituciones donde se presten servicios de salud, docencia e investigación por médicos generales, integrando los aspectos establecidos en los campos de acción.

Para ser consecuente con las exigencias reconocidas por el Plan E de la Carrera de Medicina, el profesional egresado formando habilidades profesionales en relación con las personas, familias y comunidad que le permitan:

  • Comunicarse de manera efectiva con los pacientes y con los otros actores a los fines de la profesión.
  • Promover la salud y prevenir riesgos y enfermedades.
  • Diagnosticar el estado de salud-enfermedad, aplicando el método clínico-epidemiológico con enfoque social.
  • Tratar integralmente las afectaciones a la salud.
  • Pronosticar la probable evolución y la culminación del proceso salud enfermedad
  • Aplicar el método científico al diagnóstico y solución de los problemas de salud de la persona, la familia y la comunidad; a la búsqueda, evaluación y aplicación de la información científico técnica relacionada con la salud humana, a la búsqueda y recolección activa de la información y su análisis teórico, empírico y estadístico, tanto en el ejercicio cotidiano de su profesión, como en su participación en la ejecución de investigaciones biomédicas de carácter regional o nacional en su área de trabajo.
  • Ejecutar acciones administrativas de acuerdo a la organización de salud pública que le permitan movilizar los recursos del sistema a su alcance, a fin de utilizarlos en el cumplimiento de sus actividades profesionales garantizando la utilización óptima de los recursos humanos, materiales y financieros a él asignados, así como a los programas de salud.
  • Participar activamente en la información necesaria a la población y en la educación para la salud de la persona, la familia y la comunidad; colaborar en la educación médica del pregrado y en la del personal de la salud (educación continuada) y participar activamente en su propia educación y preparación profesional.
  • Realizar las acciones de atención médica de lesionados y enfermos en situaciones excepcionales que incluyen los desastres naturales según su ubicación en tiempo de guerra y preparar a la tropa y sus subordinados, desde el punto de vista médico sanitario.

Los problemas profesionales dominantes que se manifiestan en las esferas de actuación profesional del médico, y para cuya solución deben quedar preparados, refieren cuatro niveles de actuación de este profesional. En estos niveles el profesional de la salud debe manifestar un alto nivel de responsabilidad, por cuanto los referidos problemas (139) tienen en consideración los cambios de morbilidad acontecidos en las últimas décadas.

Los problemas profesionales (115) que recaban de la responsabilidad demostrada de los profesionales de la salud en Cuba, caracterizan los niveles de actuación siguientes:

  • Trata, y si no mejora, orienta y remite.
  • Trata de urgencia, orienta y remite.
  • Orienta y remite.
  • Colabora.

Otros problemas profesionales a resolver por el Doctor en Medicina (15) y para cuya solución responsable debe quedar formado son:

  • Problemas de salud relacionados con el medio ambiente y condiciones de vida.
  • Problemas médico – legales.
  • Problemas administrativos.
  • Problemas docentes.

De lo expresado se comprende entonces, que el Doctor en Medicina formado en las universidades cubanas tienen cinco funciones profesionales a saber: atención médica integral (rectora), docente educativa, administrativa, investigativa y especiales. La preparación para el cumplimiento responsable de estas funciones por parte del egresado de la carrera, se adquiere durante un proceso de formación continua, pero que tiene un momento inicial en el pregrado. Durante el tiempo de duración de la carrera, el estudiante que aspira a convertirse en Doctor en Medicina va sistematizando las anteriores funciones desde la relación universidad – institución de la salud – comunidad y la familia, y ello lo hacen, bajo la orientación de profesores y especialistas que cumplen las funciones de tutores.

Al culminar el pregrado el profesional de ciencias médicas estará preparado para dar cumplimiento a sus funciones si:

  • Promueve acciones de salud que contribuyan a actitudes y prácticas saludables en la población, mediante mensajes comunicativos.
  • Ejecuta acciones de prevención ante riesgos, enfermedades y otros daños, logrando cambios positivos en la salud individual, familiar, en la comunidad y el  medio ambiente.
  • Garantiza una atención médica integral a niños, adolescentes, adultos, mujeres embarazadas y ancianos; en el entorno familiar y comunitario, mediante la integración y aplicación del método clínico-epidemiológico-social.
  • Realiza acciones integrales de salud en ambientes especiales.
  • Brinda atención bajo el principio de dar más y con mayor prontitud a los más graves, cumpliendo los requisitos éticos de respeto a la dignidad de las personas, asumiendo la seguridad nacional y defensa nacional como objetivo fundamental para salvaguardar nuestra integridad como nación.
  • Realiza acciones de asistencia médica a lesionados y enfermos en situaciones excepcionales y de desastres, desde el punto de vista médico-sanitario.
  • Utiliza la información científica técnica y análisis estadístico, en el ejercicio cotidiano de su profesión y ejecución de investigaciones de carácter regional o nacional en su área de trabajo.
  • Ejecuta acciones administrativas de acuerdo a la organización de salud pública, garantizando la utilización óptima de los recursos humanos, materiales y financieros disponibles. 
  • Colabora en la educación médica del pregrado y en la del personal de la salud, así como en su propia preparación profesional. 

De manera integrada al componente académico, laboral e investigativo del proceso formativo, el estudiante adquiere conocimientos, desarrolla habilidades y fortalece un sistema de valores que resultan imprescindibles para su desempeño profesional. El plan de estudio contribuirá, de forma precisa desde cada una de las disciplinas y asignaturas, al desarrollo de valores en los estudiantes mediante los métodos de enseñanza-aprendizaje aplicados y a través de la estrategia educativa proyectada en cada año académico.

Los valores fundamentales le llevarán al profesional a cumplir y hacer cumplir la ética y la legalidad y las disposiciones dictadas por el organismo formador, por tanto, el profesional debe ser capaz de incorporar a su desempeño y conducta diaria valores compartidos. Los valores que deben caracterizar a un profesional de la salud cubana son: dignidad, patriotismo, humanismo, solidaridad, internacionalismo, responsabilidad, laboriosidad, honradez, honestidad, justicia y altruismo.

Los autores del artículo consideran oportuno destacar, que se acepta como criterio que los valores en su proceso de formación manifiestan un enfoque sistémico. Se comprende, que el perfeccionamiento de uno u otro valor influye de manera significativa en el fortalecimiento de otros, por cuanto la personalidad del ser humano revela un carácter integral y estos constituyen cualidades que se configuran en la misma como un todo que revela su individualidad.

De lo planteado se infiere, que proponerse fortalecer un determinado valor asumiendo una postura científico investigativa, constituye una posición que puede entenderse desde la relación dialéctica que se manifiesta entre el objeto y el campo de una investigación, donde el objeto podría ser la formación de los valores morales de los estudiantes y el campo el fortalecimiento de un valor concreto, la responsabilidad.

En el presente estudio, los autores realizan un conjunto de reflexiones de naturaleza filosófica que pueden favorecer el fortalecimiento del valor responsabilidad desde el contexto del proceso de enseñanza aprendizaje profesional de la asignatura principal integradora medicina general integral que se imparte desde el primer año de la carrera de medicina, y lo hacen con la absoluta claridad de que ello repercutirá en la formación integral del futuro profesional. Además, se ha decidido asumir esta posición investigativa por el nivel de incidencia que la responsabilidad está manifestando en la conducta de los estudiantes que conforman la muestra seleccionada.

El proceso de formación de los valores morales en los futuros médicos, en el contexto educativo característico de los policlínicos universitarios se revela como un fenómeno pedagógico de emergente prioridad que requiere una revisión profunda de sus bases conceptuales; por cuanto, asumir el referido proceso desde concepciones científicas, hace que resulte imprescindible partir del legado histórico nacional en torno a la educación, (Cruz, 2010:3)

Para José Martí la educación debía preparar al hombre para la vida. En la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida ha de luchar (Martí, 1976:72). Sin embargo, en la concepción educativa martiana, antes declarada, no tenía presencia la simple instrucción elemental. José Martí consideraba que el hombre habilísimo en el ramo al que se consagra, cerrado por completo fuera de él a todo conocimiento, comercio y simpatía de lo humano era el resultado directo de una instrucción elemental y exclusivamente práctica (Martí, 1976:9)

Un profesional de la salud de excelencia, según las concepciones filosóficas de Martí en torno a la educación, no debía ser un ser humano exclusivamente portador de conocimientos y habilidades, él necesariamente tenía que ser capaz de configurar en sí mismo cualidades de proyección moral; es por ello que declara que la instrucción no es lo mismo que educación: aquella se refiere al pensamiento, y esta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes (Martí, 1976:12).

De la anterior  concepción se  asume por los investigadores, que el proceso formativo de un profesional de las ciencias médicas, como es el caso de los  médicos que hoy se preparan en los policlínicos universitarios, debe contribuir desde el mismo contexto educativo, no solo a que estos adquieran los conocimientos y habilidades generales, básicas y profesionales que su profesión determinan; sino que como condición esencial y humana de su propio desempeño profesional y social, han de manifestar profundas cualidades morales, la responsabilidad sin lugar a dudas es una de ellas.

La universidad concebida como institución educativa por José Martí, tenía por tanto, que esforzarse por educar e instruir de manera integral al hombre y a la mujer que ha de insertarse laboralmente en un contexto laboral caracterizado por una dinámica cambiante desde lo científico y lo tecnológico; por tanto, debía preparar un profesional altamente responsable con su profesión, con el contexto histórico social en el que le correspondió vivir y con él mismo. En otras palabras, las universidades de ciencias médicas cubanas han de sostener un vínculo sistemático con la vida y sus acciones formativas no se podrán limitar al espacio físico ocupado por la arquitectura de sus instalaciones.

El médico cubano del siglo XXI ha de ser un profesional profundamente comprometido con los problemas humanitarios y de salud que se manifiestan en su contexto de actuación comunitario y con los que se dan en cualquier parte del mundo; para ello, indudablemente tendrá que ser una persona muy responsable, capaz de tener la disposición de cumplir con su deber y funciones profesionales en disímiles y complejas situaciones. Tal profesional es imposible formarlo, al margen de las influencias educativas que emergen de una institución educativa, que por demás ha de ser de excelencia. José Martí al referirse a estas instituciones declaró que una escuela es una fragua de espíritus; ¡ay de los pueblos sin escuelas !, ¡ay de los espíritus sin templos !, (Martí, 1976:43).

Nuevamente, con las palabras antes citadas, emerge una concepción filosófica en torno a la educación de trascendencia para la investigación. Una universidad de ciencias médicas tendrá que empeñarse en fortalecer en sus egresados espíritus de consagración y entrega a la salvación y protección de la salud del ser humano, cuestión esta que por ser noble no deja de ser en extremo difícil, de ahí la pertinencia de favorecer la formación de la responsabilidad como valor moral en el estudiante que se forma como médico.

Es por ello que desde su tiempo José Martí sentencia que la educación tiene un deber ineludible para con el hombre, no cumplirlo es crimen: conformarle a su tiempo, sin desviarle de la grandeza y final tendencia humana. Que el hombre viva en analogía con el universo y con su época (Martí, 1976:28). Al hacer referencia a las instituciones educativas de su época, José Martí lo hace de manera crítica y al respecto señala: En los colegios no se abre apenas el libro en que ellos debiera estar siempre abierto: el de la vida (Martí, 1976:156).

En esta idea emerge otra concepción de sustancial valor para el alcance del objetivo asumido en la investigación; por cuanto, la universidad de ciencias médicas podrá preparar un médico responsable, si desde el proceso de su formación como profesional, logra que el estudiante se implique en situaciones educativas que potencien su responsabilidad, y para ello resulta imprescindible, no solo el vínculo constante con las situaciones de salud que se enfrentan en la comunidad y en las instituciones sociales creadas a tal efecto, es necesario además, problematizar y profesionalizar el proceso desde el contexto académico que caracteriza el proceso de enseñanza aprendizaje profesional de cada asignatura conformadora del plan de estudios (Alonso, Cruz y Ronquillo, 2020:26).

Los valores tienen un componente cognitivo y entre la cultura y las cualidades morales de un ser humano obviamente siempre se manifestará una relación. Tener cultura, significa entre tantas cosas, tener conciencia plena de cuando se hace bien o mal una actividad, de cuando se está cumpliendo cabalmente con las responsabilidades sociales, profesionales y humanas que le son inherente a un individuo en un contexto socio – cultural determinado. En otros términos, el desarrollo intelectual de los médicos en proceso de formación ha de estar condicionado por un clima educativo – institucional que potencie su motivación y los estimule a la búsqueda del conocimiento científico, sin significar ello, que resulte desacertado enfrentar al estudiante ante situaciones de aprendizaje exigentes, que precisen la búsqueda de los saberes con responsabilidad, pero con arreglo a las posibilidades reales de sus posibilidades y potencialidades.

Un médico manifestará una alta competencia profesional, en la misma medida en que haya manifestado un alto nivel de responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes académicos, investigativos y laborales durante todo el tiempo que durará su proceso de formación inicial; de la misma manera se asume, que su formación continua se postergará a lo largo de toda su vida, si acepta con responsabilidad la obligación moral de estudiar e investigar toda la vida.

De estas últimas ideas emerge la significación que tiene para la educación y enseñanza de los futuros médicos, concebir un proceso formativo universitario que propicie y condicione la relación entre lo afectivo y lo cognitivo. En ese sentido, los autores del artículo admiten que el mejoramiento del ser humano es posible y lograble a través de una educación humanista, que exige conocer la diversidad de los estudiantes y utilizar métodos que respeten la dignidad del ser humano.

A manera de síntesis, y asumiendo las concepciones filosóficas de Martí en torno a la educación, la formación de un médico humanista tiene una clave y su respuesta se encuentra en desenvolver a la vez de la inteligencia del ser humano sus cualidades de amor y pasión, con la enseñanza ordenada y práctica de los elementos activos de la existencia en que ha de combatir.

De lo apuntado resulta sustantivo resaltar que desde el prisma filosófico martiano ser bueno es el único modo de ser dichoso, ser culto es el único modo de ser libre, pero en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno y el único camino abierto a la prosperidad es el conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e inteligentes de la naturaleza (Vitier, 2002:298.

La obra martiana atesora otras concepciones filosóficas en torno a la educación, que al igual que las apuntadas anteriormente resultan de gran trascendencia para la comprensión del proceso de formación de valores en los profesionales de la medicina. La misma está relacionada con el papel que cumple el docente y los especialistas en el proceso de formación de los profesionales de las ciencias médicas; en otros términos, se trata de significar el impacto que para la formación de un médico responsable tiene el rol que desempeñan los docentes y especialistas tutores.

En la formación del médico que cursa su carrera en los policlínicos universitarios, intervienen varios profesionales de las ciencias médicas que cumplen funciones académicas y científico - investigativas; es decir, se hace referencia a los profesionales y especialistas que imparten docencia en los ciclos básico y clínico con escenarios predominantemente en la atención primaria y secundaria y aquellos que cumplen funciones de tutor en la educación para el trabajo. En todos los casos, se requiere de un profesional que por su conducta cotidiana y por su nivel de exigencia favorezca el fortalecimiento de la responsabilidad como valor moral en sus estudiantes.

La axiología es la rama de la filosofía que se ocupa del estudio de los valores; es por ello, que desde su surgimiento se centra en descubrir la naturaleza del valor dando lugar de esta manera a dos posiciones axiológicas: la Filosofía Burguesa y la Filosofía Marxista. Para la presente investigación resultan de interés las posiciones que se asumen en tal sentido desde la Filosofía Marxista. En correspondencia con la concepción marxista, se apunta que los valores no constituyen cualidades absolutas e independientes del ser social, del tiempo y del espacio. La formación de los valores se encuentra condicionada por la realidad sociocultural en la que convive el ser humano y en la cual se relacionan la diversidad de influencias culturales y sociales que posibilitan satisfacer sus intereses, necesidades y motivaciones humanas y profesionales.

Los valores morales, cumplen una función reguladora normativa en la conducta de los seres humanos, al ser componentes esenciales que configuran su conciencia; de ahí que al abordase investigativamente revelan la pertinencia de su comprensión desde la dialéctica de lo objetivo y subjetivo. El carácter objetivo de los valores, se comprende a partir del hecho de que los mismos se conforman como normas sociales y su comprensión, interiorización y formación en cada persona lo hacen manifestar un carácter subjetivo.

De esta manera, es posible entender, que la calidad educativa que identifique a los distintos escenarios socioculturales por donde transita un médico en su proceso de formación, será determinante para su preparación profesional y crecimiento humano; por lo tanto resulta de trascendencia advertir el nivel de repercusión que en tal sentido tenga:

  • La calidad de los servicios de salud que se prestan en las instituciones que sirven de contexto para la educación en el trabajo,
  • La calidad de la docencia que reciban los estudiantes y el nivel de exigencia que en tal sentido se logre por parte de los docentes,
  • La preparación profesional que muestren los especialistas que imparten la docencia y que se desempeñan como tutores,
  • El modelo de actuación profesional y personal en que se constituyan los especialistas que interactúan con los estudiantes en su proceso formativo,
  • Las motivaciones profesionales que experimenten los estudiantes como consecuencia del descubrimiento y concientización del significado social y humano de su profesión, y
  • La riqueza de las relaciones interpersonales que caractericen el proceso de formación de los estudiantes como médicos.

Por lo declarado, se comprende además, que en la formación de las cualidades morales que han de distinguir la actuación profesional y social de un  médico en un contexto sociocultural concreto juega un papel determinante el componente educativo, lo que realza el papel de la universidad e infiere la posibilidad y pertinencia de proyectar la formación y fortalecimiento de estas cualidades desde el propio proceso de enseñanza aprendizaje profesional característicos de las asignaturas que componen el plan de estudio, como alternativa social para lograr la regulación de su  comportamiento  y conducta   personal.

Por otra parte, el papel de la educación para la formación de las cualidades que deben conformar un hombre nuevo y entre las cuales se destaca su responsabilidad, son resaltadas por Fidel Castro en 1979 de manera categórica al referir “la educación es el arma más poderosa que tiene el hombre para crear una ética, para crear una conciencia, para crear un sentido del deber, un sentido de la organización, de la disciplina, de la responsabilidad” (Castro, 1979: 16).

Por lo reflexionado hasta este punto, se hace pertinente destacar entonces que los valores constituyen determinaciones espirituales que designan la significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y sujetos, para un individuo, un grupo o clase social, o la sociedad en su conjunto y que la práctica de los valores morales nos acerca a la bondad, la justicia, la libertad, la honestidad, la tolerancia, la responsabilidad, la solidaridad, el agradecimiento, la lealtad, la amistad y la paz, entre otros. 

Los valores morales son importantes porque son los que orientan la conducta ciudadana, en base a ellos el ser humano decide cómo actuar ante las diferentes situaciones que plantea la vida en el orden personal y profesional. Ellos se relacionan principalmente con los efectos que tiene lo que hace el individuo en las otras personas, en la sociedad, en la empresa o en nuestro ambiente en general. Los investigadores del presente estudio coinciden (Fabelo, 2016:27) en considerar que la categoría valor puede ser analizada desde tres planos a saber:

  • El valor desde su dimensión objetiva, es decir, como parte constitutiva de la realidad sociocultural donde convive el ser humano,
  • La manera en que los valores objetivos son reflejados en la conciencia individual o colectiva de los seres humanos,
  • El sistema de valores instituidos socialmente y sirven de modelo para la organización y funcionamiento de la sociedad en sentido general.

La comprensión del proceso de formación y fortalecimiento de los valores morales y en particular el valor responsabilidad, lleva de manera necesaria, al entendimiento del significado filosófico de las categorías valor y valoración; así como a la relación que entre ellos se manifiesta.  La valoración constituye el resultado del reflejo subjetivo y diferenciada en el ser humano de la significación que para él poseen los objetos y fenómenos del mundo circundante y en ello inciden, obviamente, sus motivaciones, intereses, necesidades, aspiraciones e ideales (Fabelo, 2016:23).

Por otro lado, el valor se forma como resultado de la actividad práctica y la comunicación que establece el hombre con sus semejantes y los objetos y fenómenos de la realidad, otorgando a estas relaciones, objetos y fenómenos una determinada significación social positiva. Desde la posición filosófica que se asume entre el valor y la valoración se da una relación dialéctica, el valor de los objetos y fenómenos no encuentra su comprensión, ni sentido fuera del propio ejercicio valorativo que desarrolla el ser humano desde la experiencia histórico – social acumulada en consecuencia con la actividad que realiza y de la comunicación y relaciones sociales que en ella establece.

De esta forma se asume, que todos los objetos y fenómenos con los que se relaciona e interactúa el ser humano manifiestan un determinado valor y sugieren de parte de él una valoración; por cuanto los mismos pueden resultarle de utilidad e interés o simplemente no resultarle. Con otros términos, nada resulta absolutamente indiferente al ser humano, lo que este percibe como opuesto a sus posiciones, metas y motivaciones en las relaciones que establece con los objetos y sujetos de su actividad y comunicación, es considerado por él como un antivalor.

Estas reflexiones conducen a la asunción de una posición ético - moral positiva en el contexto educativo que asume la responsabilidad de formar a un médico, posición que ha de coincidir con los valores instituidos socialmente con la profesión. Todo estudiante de medicina, como ser humano a fin que es, será capaz de dar valor o no a los procesos sustantivos que caracterizan la carrera que cursa y como consecuencia de ello realizará sus propias valoraciones; por ende, todos los protagonistas que intervienen en la dirección de su proceso de formación deberán convertirse en un modelo de actuación y responsabilidad.

A partir de estos argumentos, se puede afirmar, que el proceso de enseñanza aprendizaje profesional característico de las asignaturas que componen el plan de estudio de la carrera medicina no puede ser dirigido espontáneamente, ni de manera empírica por cuanto, se requiere de un trabajo científico y coherente entre todos los actores del proceso en función de lograr los valores morales instituidos por la sociedad cubana actual y en particular lograr formar un médico responsable.

La responsabilidad como valor moral es asumida como el cumplimiento del compromiso contraído por el profesional de la medicina en proceso de formación ante sí mismo, la familia, el colectivo y la sociedad y tiene asociado diversos modos de actuación, entre los cuales se destacan:

  • Desarrollar y cumplir con disciplina, conciencia, eficiencia, calidad y rigor las tareas asignadas durante su proceso formativo,
  • Conocer y velar por el cumplimiento de la legalidad y las normas y regulaciones establecidas socialmente y en el sector para el cual se forma como profesional,
  • Promover un modo de participación democrática, donde cada individuo se sienta implicado en los destinos del colectivo estudiantil, laboral y el país,
  • Asumir la crítica y la autocrítica como poderoso instrumento de autorregulación moral, tanto en el colectivo estudiantil como en el laboral,
  • Propiciar un clima de compromiso, consagración y nivel de respuesta a las tareas asignadas en cualquiera de los escenarios formativos donde se encuentre protagonizando,
  • Respetar, defender y fomentar la propiedad social, cumplir con sus deberes, defender sus derechos y proteger el medio ambiente.

 

CONCLUSIONES

 

A manera de conclusiones se quiere significar que, desde una dimensión filosófica, las posiciones asumidas por los investigadores del estudio sugieren que:

  • La universidad de ciencias médicas y la diversidad de contextos laborales que sirven de marco formativo a los estudiantes de medicina han de convertirse en escenarios educativos de excelencia profesional para los estudiantes, pues de esta forma se lograran condiciones ideales para la formación de valores morales instituidos socialmente y para los que precisan una conducta responsable como ser humano y profesional.
  • Los profesionales y especialistas de la salud que imparten docencia y se desempeñan como tutores de los estudiantes en la carrera de medicina deben constituirse en el modelo de responsabilidad académica, laboral e investigativa para sus estudiantes.
  • La formación y/o fortalecimiento de los valores morales y en particular del valor responsabilidad en los estudiantes que cursan la carrera de medicina en los Policlínicos Universitarios han de encontrar en el proceso de enseñanza aprendizaje profesional de las asignaturas que componen el Plan de estudio un contexto propicio para su consecución.
  •  La calidad de la docencia y la educación en el trabajo que reciben los estudiantes deben estimular sus motivaciones, intereses y necesidades profesionales a fin de generar en ellos valoraciones positivas respecto a su profesión y a la responsabilidad que han de caracterizarlos como profesionales.
  • El proceso de formación de los médicos ha de caracterizarse por un vínculo sistemático con las reales situaciones de salud que han de enfrentar en la diversidad de contactos laborales que conforman sus esferas de actuación, por cuanto, ello incidiría en el fortalecimiento de su responsabilidad como profesional y ser humano.

 

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