Leonardo Daniel Lechado Ríos
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua. UNAN-Managua. Centro Arqueológico de Documentación e Investigación (CADI), Nicaragua
https://orcid.org/0000-0001-7128-0423
leonardo.lechado@unan.edu.ni
Sagrario Balladares Navarro
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua. UNAN-Managua. Centro Arqueológico de Documentación e Investigación (CADI), Nicaragua
https://orcid.org/0000-0001-6605-9820
sballadares@unan.edu.ni
Kevin González H.
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua. UNAN-Managua. Centro Arqueológico de Documentación e Investigación (CADI), Nicaragua
https://orcid.org/0000-0003-1127-4309
kevin.gonzalez@unan.edu.ni
26/02/2024
08/10/2024
El rescate de evidencias arqueológicas ocurrido entre 2021 y 2022 en la parte sur del municipio de Santa María de Nueva Segovia, reveló sus raíces ancestrales expresadas en los restos de un poblado antiguo documentado en un área extensa localizado entre las comunidades de El Zapotal-Las Brisas y Sipilde en la frontera entre Nicaragua y Honduras. El estudio, de enfoque multidisciplinario, combinó arqueología, geología, antropología y topografía; con el objetivo de documentar el patrón de asentamiento de “Ciudad Perdida” y sus posibles vínculos regionales. Se realizaron prospecciones y excavaciones estratificadas que permitieron recuperar material arqueológico significativo, incluyendo 303 estructuras distribuidas en cuatro conjuntos arquitectónicos. Se obtuvo como resultado, la comprensión de una organización social compleja expresada en la extensión y estructuración espacial del poblado, en sus sistemas constructivos y en sus prácticas cotidianas. Esta comunicación enfatiza en las características arquitectónicas y en aquellas prácticas ancestrales que aún perviven.
Arqueología Nicaragua; arquitectura prehispánica; patrón de asentamiento; prácticas cotidianas; vínculos regionales.
The rescue of archaeological evidence that took place between 2021 and 2022 in the southern part of the municipality of Santa María de Nueva Segovia revealed its ancestral roots expressed in the remains of an ancient settlement documented in an extensive area located between the communities of El Zapotal-Las Brisas and Sipilde on the border between Nicaragua and Honduras. The study, with a multidisciplinary approach, combined archaeology, geology, anthropology and topography; with the objective of documenting the settlement pattern of “Ciudad Perdida” and its possible regional links. Surveys and stratified excavations were carried out that allowed the recovery of significant archaeological material, including 303 structures distributed in four architectural complexes. As a result, the understanding of a complex social organization expressed in the extension and spatial structuring of the settlement, in its construction systems and in its daily practices was obtained. This paper emphasizes the architectural characteristics and those ancestral practices that still survive.
Archaeology Nicaragua; pre-Hispanic architecture; settlement pattern; daily practices; regional links.
“Ciudad Perdida”, ha sido el nombre que muchos de los habitantes del municipio de Santa María de Nueva Segovia, han dado a los restos arquitectónicos que se encuentran emplazados, en un área de 30.159 manzanas o 21,111 hectáreas, en la finca El Jicaral, ubicada entre las localidades de El Zapotal-Las Brisas y Sipilde en el borde fronterizo entre Nicaragua y Honduras. Su tratamiento científico abre la oportunidad al país de posicionarlo dentro de una dinámica regional con evidencias de ciudades ancestrales complejas.
Figura 1. Ubicación cartográfica del área de estudio. Fuente Balladares et al, 2022: 27.
La documentación detallada de este sitio arqueológico fue posible en 2022 (Balladares et al, 2022) después de haber sido identificado durante una jornada de prospecciones ejecutadaen la parte sur del municipio en el año 2021 (Lechado, L. y Balladares, S. 2022). Las acciones surgen como respuesta a una solicitud hecha por la Alcaldía del Poder Ciudadano del municipio antes mencionado a la UNAN- Managua.
Las acciones fueron desarrolladas dentro del marco del proyecto “Rescate Ancestral para el Desarrollo Comunitario: “Ciudad Perdida” (Balladares, S. et al. 2022). El objetivo principal del estudio fue rescatar el patrón de asentamiento ancestral del sitio arqueológico “Ciudad Perdida” y su vínculo regional, sustentado en la aplicación de métodos y técnicas propias de la ciencia arqueológica, auxiliado por técnicas topográfícas, antropológicas, arqutectónicas y geológicas; a su vez, el proyecto referido previamente es continuidad del estudio titulado “Reconocimiento y Documentación de Sitios Arqueológicos del municipio de Santa María de Nueva Segovia” desarrollado por el CADI en el 2021.
Una de las principales problemáticas identificadas en este territorio, fue el desconocimiento del potencial patrimonial arqueológico, histórico, cultural y natural que poseen sus pobladores. Por ello, los estudios mencionados en el párrafo anterior han quedado como aporte para las localidades y el municipio, promoviendo el autorreconocimiento, en los pobladores, sobre sus prácticas ancestrales y tradicionales que aún perviven. Es fundamental que los autores locales conozcan su propio patrimonio arqueológico, por ello estas investigaciones contribuyen al fortalecimiento de su identidad cultural local.
Como antecedentes se contó con diversos estudios que reflejan poblados prehispánicos complejos que habitaron de forma simultánea el territorio segoviano y más allá de las actuales fronteras; algunos de estos resultados publicados son: Zambrana 2011 y 2019; Moroney, 2011; Gassiot, Palomar y Toledo,1999; Espinoza, Fletcher y Salgado, (1996), Koschmieder, K y Gámez, B. (2006); Gámez, Bayardo y Cruz, Filiberto. 2004; Gámez, 2013; G.E Braswell (1997); Braswell, et, al, (2002); o bien, una breve síntesis de esos resultados en Lechado, L y Balladares, S. (2022). No existe duda que esos poblados mantenían relaciones sociales y económicas en diversos aspectos.
Por su parte Serrano, et, al, (2017), señala que Güiligüisca corresponde a un asentamiento prehispánico conformado, al menos por 52 estructuras monticulares, con ocupaciones que van del 300 d.C. – 1000 d.C., no se brindan detalles de las dimensiones, organización espacial, funcionalidad o forma, pero la materialidad cerámica mencionada es coincidente con la documentada en “Ciudad Perdida” y el resto de la región segoviana, como bien ha referido Espinoza, Fletcher y Salgado (1996), Zambrana (2011 y 2019).
Otro tipo de sitio arqueológico de la región segoviana es el conocido como Las Pintadas de Icalupe (400d.C. - 800 d.C.), Somoto, corresponde a un alero rocoso con pinturas rupestres que reflejan diversas escenas de la vida cotidiana, figuras antropomorfas y zoomorfas (Lechado, L. y Balladares, S, 2022; 11). Ha sido considerado único de este tipo en Nicaragua -hasta la fecha-, por la policromía y técnicas empleadas en la elaboración de sus motivos como refiere Méndez Laso, César (2015).
Un dato importante, es el referido por Balladares y Rivera (2011), quienes reportan la presencia de una posible veta de obsidiana en el “Cerro Santa Bárbara”, Matagalpa, con base a la recuperación de abundantes nódulos de obsidiana no mayores a 5 cm. en superficie. Falta desarrollar investigaciones sobre esta línea que permita inferir sobre el aprovechamiento de las posibles fuentes de materias primas.
Para Balladares et al (2022) durante el clásico mesoamericano (300d.C. - 1000 d.C.), La Segovia o Región segoviana, formaba parte de esferas culturales más amplias con grandes redes de intercambio que implicaron el norte de Nicaragua y el Centro-Sur de Honduras, incluso con ciertas zonas de Granada y algunas poblaciones de la cuenca del lago de Managua. Este planteamiento se basa en la presencia de indicadores cerámicos (Sulaco o Segovia Naranja, Ulúa Policromo, Cacaulí), líticos (obsidiana laminar) y la estructuración de los espacios en sus patrones de asentamiento.
Los patrones de asentamientos descritos por Espinoza (2021; 360), para el territorio segoviano, no difieren de los sitios documentados en el municipio de Santa María, con especial énfasis en el sitio arqueológico “Ciudad Perdida”, el cual se ha definido como un centro regional por su ubicación (Lechado, L. y Balladares, S, 2022), lugar con acceso a tierras fértiles, en confluencia de quebradas y un río permanente, entre pasos de montañas; muestra una sociedad jerarquizada con cierto control territorial, social y político sobre otros asentamientos de menores dimensiones, con centros de reciprocidad y control de las vías de acceso, en cerros altos desde donde se puede observar movimiento de poblaciones o establecer formas de comunicación y hasta defensa.
La presente comunicación tiene como objetivo dar a conocer los resultados de investigación obtenidos en el marco del proyecto “Rescate Ancestral para el Desarrollo Comunitario: Ciudad Perdida”. De esta manera, se pretende visualizar las dimensiones del patrimonio cultural de manera integral, es un reto que puede ser logrado desde la gestión del Patrimonio Cultural, pero, además, desde la creación de políticas y mecanismos prácticos que promuevan el acercamiento entre la ciudadanía y el patrimonio cultural, es decir, la población depositaria de ese patrimonio arqueológico necesita conocer la forma de cómo aprovechar los recursos existentes en el territorio para desarrollo local.
Lo antes expuesto va en armonía con los ejes del Programa Nacional de Desarrollo Humano (2018-2021) se establecen los lineamientos estratégicos, entre los cuales se contempla desarrollar la interrelación entre cultura y turismo, posicionando los recursos y tesoros patrimoniales como atractivos para el desarrollo.
La investigación se desarrolló desde una perspectiva multidisciplinaria, en la cual diversas disciplinas aportaron desde sus especialidades para lograr una mejor comprensión de la realidad ancestral que dio origen al sitio arqueológico "Ciudad Perdida". Ciencias como la arqueología, geología, topografía, antropología, arquitectura y geografía generaron conocimiento teórico en sus respectivos campos, buscando complementariedad para entender los principios fundamentales del fenómeno en estudio (Vizcaíno, et al., 2023). En este contexto, al trabajar con sociedades antiguas ya extintas, la arqueología se considera una ciencia transversal.
La investigación por su alcance puede definirse como interpretativo-cualitativo, atendiendo al valor patrimonial del recurso, el estado de conservación del sitio, el aporte comunitario para la potencialización del mismo y la identificación de líneas estratégicas en general. Es de corte transversal de acuerdo al tiempo de ocurrencia de los hechos y registro de la información.
El muestreo que se pretende desarrollar es no probabilístico, de tipo intencional o dirigido (por conveniencia), para efectos de la realización de prospecciones y excavaciones arqueológicas, el levantamiento topográfico, la trama arquitectónica, su localización cartográfica y antropológica, teniendo en cuenta que se trabaja con evidencias materiales y no con sujetos.
Etapas de la investigación
a) Recopilación de datos documentales
El proceso inició con la recopilación bibliográfica, una acción transversal a lo largo de la investigación, comprende revisión bibliográfica relacionada con el objeto de estudio, investigaciones arqueológicas aledañas, tesis publicadas o inéditas, caracterizaciones municipales, planes estratégicos de desarrollos municipales, todos aquellos documentos relevantes que se vinculen con el tema de investigación.
b) Coordinaciones inter-institucionales
Se realizaron coordinaciones interinstitucionales previas al trabajo de campo para asegurar el apoyo logístico en la zona, abarcando alojamiento, alimentación, traslado de equipos y materiales, y la contratación de operarios. También se obtuvieron las autorizaciones necesarias de la Dirección Nacional de Arqueología (DNA-INC), de la Alcaldía Municipal de Santa María de Nueva Segovia, del MARENA y del propietario del terreno, el señor Fausto Averruz G.
Paralelamente, se conformó un equipo de investigación multidisciplinario con especialistas de diversas áreas del conocimiento, provenientes de las áreas de Humanidades, Ciencias Sociales Jurídicas, y Ciencias e Ingeniería de esta alma mater. La articulación entre universidades, alcaldías y otras entidades gubernamentales, como la DNA-INC, fue clave en este proceso, bajo la dirección de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua).
c) Talleres de sensibilización
En este contexto, se llevó a cabo un taller previo al trabajo de campo, dirigido a los líderes de la comunidad en Santa María de Nueva Segovia y en la comarca Las Brisas. El objetivo fue sensibilizarlos y dar a conocer la labor que se realizaría, resaltando la importancia del patrimonio cultural como alternativa para el desarrollo comunitario, municipal, regional y nacional. Esta iniciativa también facilitó la organización del recurso humano en el municipio, permitiendo su apoyo en las diversas etapas de la investigación, ya que son ellos quienes mejor conocen el territorio.
A partir de los talleres, se estructuró el itinerario para las prospecciones y excavaciones, estableciendo el plan de salidas, tiempos, horarios y la cantidad de personal necesario. Una vez procesada la información recolectada durante toda la investigación, se llevó a cabo un taller de devolución y validación de la información con los actores locales involucrados. Fueron desarrolladas jornadas de sensibilización y talleres en Santa María y en la comarca El Zapotal-Las Brisas, con la participación de líderes jóvenes, líderes comunitarios, propietarios de fincas, autoridades municipales y población en general.
d) Prospecciones y Excavaciones arqueológicas
Para la documentación y recuperación de la materialidad arqueológica se realizaron excavaciones y prospecciones arqueológicas, contemplándose trincheras y sondeos de control estratigráficos mediante niveles arbitrarios (Harris, 1991). Fueron excavadas tres estructuras, una en cada uno de los conjuntos arquitectónicos que conforman “Ciudad Perdida”. Por su parte, el IGG-CIGEO, efectuó una caracterización in situ de los perfiles y materialidades líticas de las excavaciones arqueológicas, extrayéndose muestras de columnas estratigráficas de cada una de ellas para correlacionarlas entre sí.
Durante la prospección, fueron inspeccionados únicamente los sitios reportados por los pobladores de la localidad para lo cual se utilizaron las hojas topográficas escala 1:50,000 y GPS modelo Garmin map 60cx y Map 66s para su localización cartográfica. Se utilizaron las mismas fichas técnicas emitidas por la Dirección Nacional de Arqueología (DNA) del Instituto Nicaragüense de Cultura, INC.
Desde la antropología, se efectuaron visitas a casas de familia en las localidades cercanas, a la escuela, al centro de salud; se desarrollaron reuniones con grupos de niños, jóvenes y adultos, se realizaron visitas a iglesias, entrevistas y encuestas a actores claves y se llevaron a cabo grupos focales; hubo registro de imágenes, fotográficas y videográficas y la observación como parte del rescate cultural. Ello, con la idea de conocer la perspectiva que posee la gente sobre el patrimonio arqueológico y las alternativas de desarrollo que visualizan en sus territorios.
e) Topografía y cartografía
Para efectos de topografía fue utilizada una estación total Leica TS09 plus con precisión de 1”; un trípode, dos prismas, una brújula, GPS Garmin Navegador de ± 3m. y una cinta métrica de 30m. para el levantamiento topográfico del sitio, generándose diversos planos topográficos para el análisis del emplazamiento y trazo urbanístico del sitio.
f) Fotogrametría
Para el levantamiento fotogramétrico, ejecutado por el arqueólogo Jeus González Tuckler, colaborador del CADI, se utilizó una cámara NIKON D3100, 18-55mm para las imágenes en formato RAW y JPG. En gabinete se hizo revisión y depuración de imágenes procesadas mediante el programa Aghisoft Photo Scan, para la obtención del modelo 3D, seguidos del uso de Blender V2.83 para la renderización de imágenes grabadas. Finalmente, se trabajaron las imágenes en Photoshop y GIMP2.0 combinado con diversos softwares para los detalles de contrastes de color.
g) Trabajo en laboratorio y gabinete
En laboratorio se procedió a la limpieza general del material cerámico, faunístico, óseo humano y lítico. Todos fueron debidamente codificados, inventariados, caracterizados y analizados. La industria lítica, fue sometida al análisis de clasificación morfo-técnica basada en propuestas realizadas por Laplace, 1974, Semenov, 1981, Clemente, 2008, Lechado, 2001-2002 (Lechado, L. y Balladares S. 2022; 9), con ella se busca determinar patrones de producción de herramientas en piedra; en este proceso, durante el análisis de materias primas, se contó con la colaboración del IGG-CIGEO y con el auxilio de colecciones de referencias existentes en el CADI.
El análisis tipológico de la cerámica se basó en las clasificaciones establecida para la región del Pacífico y Norte de Nicaragua (González, K. 2021;168; Lechado, L. y Balladares S. 2022: 9). En ellas se establecen los criterios de análisis para la materialidad arqueológica cerámica: formas convencionales o geométricas ya sean asa, cuello, labio, base, soporte; las técnicas decorativa o técnica de acabado; la tipología basada en los atributos como policromía, incisión, impresión, modelado, acanalado, alisado, bruñido, apliques, entre otros rasgos que puedan orientar de alguna manera uso o aspectos de funcionalidad en el conjunto cerámico.
También, se realizaron análisis de hidrometría, granulometría y de límites de Attenberg para muestras de sedimentos tomadas de los estratos naturales y culturales, para determinar si la estratigrafía documentada en las estructuras era natural o antrópica. El análisis de hidrometría mide la distribución de tamaños de partículas finas (como arcillas y limos) en un suelo mediante la sedimentación de las mismas en un líquido. El análisis granulométrico determina la distribución del tamaño de las partículas del suelo, tanto gruesas (grava y arena) como finas, lo cual es crucial para clasificar el suelo y prever su comportamiento.
Los límites de Atterberg, que incluyen los límites líquidos, plástico y de contracción, determinan la plasticidad del suelo, es decir, su capacidad para cambiar de forma sin fracturarse. Estos análisis son esenciales para evaluar la estabilidad, capacidad de carga, y comportamiento del suelo en distintas condiciones de humedad, lo que permite tener una mejor idea del origen de los estratos arqueológicos analizados.
Este estudio amplió el conocimiento sobre el modo de vida, el patrón de asentamiento y la arquitectura prehispánica del sitio arqueológico “Ciudad Perdida”. Con base en su extensión (30,159 manzanas o 21,111 hectáreas) y las características observadas, se puede tipificar inicialmente como un poblado nucleado, según las propuestas de patrones de asentamiento de Espinoza, Fletcher y Salgado (1996) para el norte de Nicaragua. No obstante, la organización espacial del sitio, que incluye una plaza central y tres plazas secundarias, la diversidad de dimensiones en las estructuras, la variedad de materiales en superficie, y su proximidad a otros dos sitios documentados, sugieren que “Ciudad Perdida” podría ser considerada un centro regional.
Figura 2. Emplazamiento de Ciudad Perdida. Nótese la definición de los cuatro conjuntos arquitectónicos distribuidos de norte a sur. Fuente Balladares et al, 2022:59.
A ello, se agrega su emplazamiento en la cima de una loma relativamente plana, con una pendiente muy suave direccionada de norte (360m.s.n.m.) a sur (328m.s.n.m.), situándose entre tres fuentes de agua, los ríos, Sipilde por el norte, el Zapotal por el sur y el Choluteca al oeste, este último corre paralelo a la actual frontera de Nicaragua con la república de Honduras.
En total fueron documentadas 303 estructuras, agrupadas en cuatro grandes conjuntos arquitectónicos: A, B, C y D (Imagen 2). La mayor densidad de estructuras (48%) se agrupan en el conjunto B teniendo este una extensión menor que la del conjunto C, en cambio, el conjunto C, posee menos estructuras (39%) y mayor área que el conjunto B. Por su parte, los conjuntos emplazados en los extremos, A en el norte (11%) y D en el sur (2%), son los de menor cantidad de estructuras. (Tabla 1).
Tabla 1. Distribución de estructuras por conjunto, extensión, alturas en msnm
El 64% de las estructuras documentadas presentan planta cuadrada; un 35% rectangulares y 2% circulares, características propias de la arquitectura documentada en sitios de la zona norte de Nicaragua y Honduras. Además, presentan alturas promedias que van de entre 0m a 0.5m (79%), de 0.5m a 1m (14%), de 1m a 1.5m (5%), de 1.5m a más de 2m (2%). Tabla 2.
Tabla 2. Formas y dimensiones de montículos por conjunto.
ALTURA | FORMAS | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Localización | 0-0.5m | 0.5-1m | 1-1.5m | 1.5-2m | 2-más | Rectangular | Cuadrado | Circular | Plazas |
Conjunto A | 28 | 4 | 1 | 1 | 0 | 15 | 19 | 0 | 1 |
Conjunto B | 138 | 5 | 2 | 0 | 0 | 37 | 106 | 2 | 2 |
Conjunto C | 72 | 32 | 10 | 1 | 3 | 50 | 68 | 0 | 4 |
Conjunto D | 2 | 2 | 2 | 0 | 0 | 5 | 1 | 0 | 1 |
240 | 43 | 15 | 2 | 3 | 107 | 194 | 2 | 8 |
Solamente cinco de ellas presentan alturas superiores a los 2m con respecto a la superficie del terreno. Al menos, una estructura de grandes dimensiones se localiza en cada uno de los conjuntos. Es reiterativa la tendencia a conformar espacios públicos o plazas abiertas donde también se encuentra una estructura grande o de forma rectangular. Similar fenómeno, se observa en otros sitios cercanos como El Madrialar y La Quesera.
En el conjunto A, se destaca por construcciones más pequeñas que delimitan un espacio circular, en cuyo interior se posicionan tres de mayor tamaño alcanzando los 2m de altura. En dos de estas se identificaron materiales de construcción distintos a las del resto de estructuras excavadas (sedimento suelto de color claro/blancuzco). Igualmente, se documentó un nivel embarrado y materialidad cerámica muy fina, decorada y bien conservada (Imagen 3). Rancho Grande en Honduras, presenta una estructuración del espacio muy similar. Todos estos elementos excepcionales en relación al resto de conjuntos sugieren que en este espacio habitaban personalidades de alto rango dentro de la comunidad, es decir, la jerarquía de poder. La inversión de trabajo y la calidad de los materiales encontrados así lo indican.
Figura 3. Cerámica policromada muy fina recuperada en el contexto del montículo 2. Fuente: Balladares, S. et al. 2022.
El conjunto B, corresponde al centro político- administrativo, ya que se observó que la organización del espacio gira en torno a una plaza con las construcciones rectangulares más grandes, cuyos vértices se orientan conforme puntos cardinales; en cambio, las construcciones más pequeñas o domésticas, están alineadas de norte a sur siguiendo la lógica de las más grandes, adecuándose al relieve del terreno para drenaje o desagüe de dicha plaza y del poblado mismo.
El conjunto C, comprende un área con mayor longitud en el eje norte sur y una línea de estructuras sobre un eje sur-norte de extremo a extremo dentro del conjunto. Las construcciones domésticas son más grandes y dispersas que en el conjunto B; su emplazamiento también se adecúa al curso natural del terreno, evitando las depresiones abruptas.
El conjunto D, se emplaza en el extremo sur del sitio y presenta seis estructuras visibles en superficie, de las cuales, cinco (83%) corresponden a estructuras rectangulares y una cuadrada (17%). A pesar de haber sido observadas unas pocas en comparación al resto, su distribución espacial está conformando una plaza o espacio público.
Figura 4. Ejemplo de sistema de almacenamiento antiguo que aún pervive en algunos lugares de México. Cueva de la Olla. Balladares, S. et al. 2022
Este sector se encuentra muy alterado por actividades agrícolas y obras de infraestructura, solamente fueron observados restos dispersos, testigos de que en el pasado hubo otras construcciones que ya han desaparecido. Igualmente, se documentó abundante material arqueológico sobre superficie en las áreas alteradas y en las áreas de cultivo aledaños.
Además de lo anterior, también fue excavada una estructura circular en el montículo 3 (M3), con características similares a las de almacenamiento comunitario, conocidas como troxes y registradas en Mesoamérica, ejemplo, en Morelos y Tlaxcala. Fueron muchos los elementos comunes encontrados, ya que se hizo evidente el esfuerzo y complejidad del trabajo invertido en su construcción, conformada por lineamientos de rocas y cantos rodados dando una forma circular en planta.
Tal parece que, yendo hacia el norte de Nicaragua y en concordancia con L. Manzanilla (1988: 5 y 6), las estructuras de plantas circulares están relacionadas con granero doméstico de tipo externo, es decir, almacenes redondos en contextos externos, utilizados antiguamente por los Tarascos en el occidente de México; esta misma autora también refiere que, a falta de evidencias, se ha propuesto que los cuartos circulares que en muchos sitios se observan, hayan servido de almacenes durante el horizonte clásico en el área Maya.
Figura 5: Materialidad recuperada en contexto. A, Cuenta de collar elaborada en hueso; B, figurillas con representación de mamífero; C, fragmentos de húmero de venado; mortero o molcajete con decoración incisa. La mayoría de ellas recuperadas en el M2. La imagen 4B fue recuperada en el M44. Fuente: Balladares, S. et al. 2022.
Se trata de graneros globulares o abombados de adobe o de barro crudo -también documentado en “Ciudad Perdida” mezclado con pastos, generalmente revestido de estuco, como el que se muestra en la imagen 4. Pueden descansar sobre un zócalo de piedra para proteger la cosecha de mazorcas de maíz de los roedores. Generalmente están ubicados en el patio, según (Seele y Tyrakowski 1985), referido por Manzanilla (1988).
En otro orden, la materialidad lítica recuperada en el montículo 44 (M44) del conjunto B, representa diversas facetas de los procesos productivos de herramientas líticas realizadas dentro del montículo, en tanto, la tecnología cerámica refleja, mayormente, vasijas y ollas vinculadas con actividades domésticas, indicadores que sugieren que se trata de una unidad doméstica desde donde se ejercían las actividades de control político-administrativo de centro nucleado. La variabilidad de objetos cerámicos y líticos finamente trabajados (el molcajete inciso de la Imagen 5D, por ejemplo), la posición estratégica que ocupa entorno a una plaza central, el sistema de acceso escalonado, las divisiones internas del recinto y al anexo norte que posee dentro de la traza arquitectónica de la ciudad, sostienen esta inferencia.
En cambio, el montículo 144 (M144) excavado en el conjunto C, refleja menos densidad y variabilidad de materiales, y aunque también se puede considerar como una unidad doméstica, habitada posiblemente por individuos de menor jerarquía, no cabe duda de que cumplió funciones distintas, posiblemente, de almacenaje de materias primas o quizá de granos.La presencia de rocas bien acomodadas en vértices o esquinas sugieren acondicionamiento para tales funciones, se suma a eso la abundancia de nódulos y núcleos como posibles materias primas almacenadas.
Figura 6. Materialidad cerámica y ornamentos corporales. A, fragmentos cerámicos con incisos realizados cuando la pasta ya está seca o cocida; B, fragmentos cerámicos con impresos, brochados e incisos, con pasta aún húmeda; C, Dije elaborado en piedra verde y cuenta de collar en sílex. Fuente: Balladares, S. et al. 2022.
Mucho más revelador fue el montículo dos (M2) excavado en el conjunto A, uno de los más grandes y con posición estratégica con respecto al resto de construcciones que lo bordean y con respecto a traza arquitectónica. En él se recuperó material cerámico con mayor inversión trabajo, pasta fina, mejor cocida y muy bien decorada (Figura 6), incluso, objetos en piedra finamente decorados como los observados en la Figura 7 (hacha fálica pulida y hacha grande tallada bifacialmente con matado de poder), cuenta de collar en hueso, huesos quemados y pulidos. Además, una estratigrafía diferente a la documentada en el M44 y M144 con un sedimento blanquecino presente únicamente en esta estructura. Todo ello, supone que este es un espacio destinado a la residencia de personajes de alta jerarquía y con posible control sobre la población.
Figura 7: Herramientas en piedra recuperadas in situ. En la sección B, se observa un hacha tallada bifacialmente, mientras que en la sección C se muestra un hacha pulida, ambas recuperadas en el M44. En la sección A, se presentan manos de morteros, destacando que la de la izquierda tiene una forma fálica y la sección D exhibe un hacha tallada bifacialmente, también recuperada del M2. Fuente: Balladares, S. et al. 2022.
No cabe duda de que las evidencias materiales son indicadoras de la existencia de una ciudad prehispánica importante en el pasado, un posible centro regional nucleado e interrelacionado con otros sitios próximos, ejemplo, los documentados en por el CADI en 2021, Cerro Los Indios, La Quesera, Las Trojas, El Patojo y El Llano; así como los registrados este 2022, El Madrialar y La Vega del Río (Balladares, S. et al 2022). También, presenta mucha similitud con otros poblados asentados a mediana y largas distancias, ejemplo, San Antonio de Tejas en Ocotal, pero, sobre todo, con aquellos localizados en la región de El Cajón, en la actual República de Honduras.
Algunos de los elementos diagnósticos identificados en este sitio son de tipo, Segovia Naranja (Sulaco), Apatule Impreso, Motuse Estriado, Güiligüisca Inciso, Ulúa Policromo, Tenampúa Policromo, Cacaulí Rojo sobre Naranja y Las Vegas Policromo. En su decoración muestran mensajes con diseños como motivos solares, montañas, ríos y grecas escalonadas que reflejan siluetas piramidales, sugiriendo algún tipo de relación con las culturas mayas.
El patrón de asentamiento prehispánico identificado como “Ciudad Perdida”, se asemeja en gran medida a los sitios referidos por Agurcia Fasquelle (1980) para el Valle de Comayagua, Honduras, los sitios: Tenampúa Monte Negro Abajo, Carpules de Valladolid y El Taladro. Según Agurcia (1980; 256) e Izaguirre 2000, la mayoría de estos sitios mesoamericanos tuvieron algún tipo de relación o influencia con las culturas Maya. La cerámica policromo Ulúa con distribución en Honduras, Salvador, Guatemala y Nicaragua refleja cierta influencia de cerámica Maya del período Clásico.
En el sitio arqueológico “Los Carpules de Valladolid”, sus características,son coincidentes con el sitio “Ciudad Perdida”. A ese sitio se le atribuye lo siguiente, según Agurcia (1980): un sitio emplazado a orillas de un río, con más de doscientos (200) montículos, veinte de los más grandes son probablemente estructuras ceremoniales, amontonados en el extremo norte del sitio mientras que los más pequeños, pero más numerosos, están ubicados hacia el sur, organizados en hileras de norte-sur, los montículos son rectangulares o cuadrados orientados hacia los puntos cardinales con alturas menores a 50 centímetros y tamaños de tres a seis metros de lado.
Las estructuras más grandes tenían 40 metros de largo por 15 metros de ancho y con una altura máximas de 3.5 metros. La plaza no era una plaza típica del Sur de Mesoamérica o Maya ya que estaba abierta en su lado Sur o norte, las estructuras principales eran plataformas muy largas (más de 50 metros), angostas (10 metros) y bajas (2.5 metros).
Izaguirre (2000; 96-97), señala que esos eran poblados agrícolas, conformados por estructuras ceremoniales y habitacionales, donde no se puede descartar la presencia de estructuras destinadas al almacenamiento de granos y administración pública. Una organización de estructuras alrededor de una plaza central pudo haber constituido el lugar de residencia de linaje específico. Un patrón común en meso-américa.
Figura 8. Distribución de estructuras en planta. Sitio arqueológico “Ciudad Perdida”, Conjunto A. Fuente Balladares et al, 2022:59.
Siempre en Honduras, se encuentra el sitio arqueológico Rancho Grande, al sureste de Tegucigalpa, en el municipio de Morolica del Departamento de Choluteca (Fajardo, et al; 2020) y al oeste del municipio de Santa María de Nueva Segovia en Nicaragua. Como se puede observar en la imagen 8, este sitio presenta un patrón similar al conjunto A del sitio arqueológico “Ciudad Perdida”. Las estructuras están organizadas en forma circular y al centro de esta alguna de grandes dimensiones. Los sistemas constructivos y la materialidad recuperada son similares a lo documentado entre ambas zonas, con rangos cronológicos del periodo Clásico Tardío hasta el Posclásico Temprano mesoamericano.
Las últimas investigaciones realizadas por el CADI-UNAN-Managua en el municipio de Santa María de Nueva Segovia, permitieron la documentación de diez nuevos sitios. En base a esos hallazgos se definieron dos importantes áreas con alto potencial arqueológico; además, entre los sitios se documentó arte rupestre (petro grabados/petroglifos y pinturas), estructuras (probables tumbas, unidades habitacionales o poblados) y sitios con material en superficie (cerámica y lítica). El principal hallazgo fue el sitio identificado como “Ciudad Perdida”, objeto de estudio en esta investigación (CADI, 2021, Lechado, L. y Balladares, S. 2022).
“Ciudad Perdida”, coincide con el concepto de centro regional para el norte de Nicaragua, definido por Espinoza, Fletcher y Salgado, (1996:3), como el emplazamiento ubicado en los lugares de confluencia de ríos y quebradas importantes, paso de montañas y de las mejores tierras fértiles, nos conduce a reafirmar el enfoque dado en 2021, de que “Ciudad Perdida” funcionó como el centro político administrativo de los asentamientos antiguos que se encuentran en su periferia dentro del territorio al sur del municipio.
El planteamiento anterior se refuerza con lo expresado por Llanos (2019:5), cuando se refiere a que los centros políticos prehispánicos tienen características propias en lo que respecta al modo de ocupación del territorio y que difieren de aquellos del viejo mundo. Una de estas características sería su ordenamiento espacial, siguiendo una lógica segmentaria de organización de los sectores que conforman el asentamiento, manifestándose como un espacio discontinuo.
Con la identificación del patrón de asentamiento del sitio se cumple con el objetivo propuestos en este estudio “Rescatar el patrón de asentamiento ancestral del sitio arqueológico Ciudad Perdida, en el municipio de Santa María de Nueva y su vínculo regional”. Las evidencias arqueológicas documentadas, muestran una sociedad con una complejidad en su organización social y económica, ya que se infiere la existencia de redes comerciales y controles territoriales político-administrativo amplios en su contexto sistémico, sobre todo con aquellos poblados satélites o periféricos pequeños que probablemente estuvieron bajo el control de “Ciudad Perdida”. El patrón de asentamiento es muy similar a los reportados para el Valle de Comayagua y parte de la región segoviana.
Se observa una cuidadosa planificación estructural y organización de su asentamiento, lo que responde a una clara diferenciación social y económica, ya que fue identificada el extremo norte del sitio en su parte más elevada (conjunto A), el área de residencia de la alta jerarquía quienes ejercían el control de la población; continuando la jerarquía espacial en dirección sur, seguido por el centro político-administrativo de montículos grandes y con una plaza principal (conjunto B). A continuación, el área de unidades habitacionales, es decir, la población común con sus áreas de interacción social, es decir, pequeñas plazas (conjunto C); y finalmente, en el extremo sur en la parte más baja (conjunto D), área donde, probablemente, fueron desarrolladas actividades agrícolas aprovechando la vega y los recursos de los actuales ríos Choluteca y El Zapotal.
Por otro lado, la existencia de estructuras para el almacenamiento comunitario de granos conduce a reafirmar, que se trata de una sociedad agrícola compleja con organización socio-económica eficiente que garantizaba redistribución y abastecimiento de las cosechas agrícolas. Las dataciones radio carbónica (C14), confirman al menos tres momentos distintos de ocupaciones para “Ciudad Perdida”, coincidentes con la cronología relativa determinada por medio de la tipología cerámica (300d.C. y el 800d.C.).
Queda claramente establecido que en época prehispánica, “Ciudad Perdida” y la zona central, sur y sureste de Honduras, mantuvieron estrechos vínculos con la región segoviana de Nicaragua, al igual que sucede en la actualidad, dicha interacción se mantiene, ya que las relaciones comerciales en esta parte del territorio nacional, no conocen fronteras, siendo la dinámica de estos pueblos la reciprocidad, el ir y venir de la gente, de Honduras a Nicaragua y viceversa, buscando alternativas para satisfacer necesidades sociales y económicas.
Es importante destacar que hoy en día, muchas de las casas que existen en la comunidad Las Brisas, son construidas con base de piedras, barro, adobe y de formas cuadradas mayormente. En la base de las paredes se pueden apreciar lineamientos de piedras por la parte externa, que sirven de soporte y protección a las paredes (evitan la erosión por golpe de agua). Aunque estas no se encuentran construidas sobre bases o estructuras monticulares, dejan ver cierta similitud con los sistemas constructivos prehispánicos que se identifican en “Ciudad Perdida” y otros sitios del municipio de Santa María, esto, posiblemente obedezca a ese proceso de transmisión de conocimientos de generación en generación hasta nuestros días.
El sitio posee potencial arqueológico para ser incorporado en las rutas turísticas que existen para la zona norte de nuestro país; sin embargo, es necesario respaldar investigaciones que fortalezcan las interpretaciones sobre el producto que se ofrece. En la región centroamericana, sitios arqueológicos de renombre como, Guayabo de Turrialba en Costa Rica, Yarumela en Honduras y Joyas de Cerén en El Salvador, han tenido como base de proyección las investigaciones arqueológicas.
El sitio “Ciudad Perdida” ofrece una oportunidad para posicionar a la región segoviana como un destino turístico de referencia nacional y regional, sin embargo, para alcanzarlo, es necesario ampliar los estudios arqueológicos y antropológicos; a su vez, es importante iniciar otros estudios medioambientales, geológicos, entre otros.
El agradecimiento a nuestras autoridades universitarias de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, sede Managua (UNAN-Managua), al Consejo Nacional de Universidades (CNU) por haber otorgado los Fondos Concursables para el desarrollo de la investigación, al Instituto de Las Culturas de Los Pueblos y Juventudes (ICPJ), a la Alcaldía Municipal de Santa María de Nueva Segovia, a cada uno de los pobladores de las localidades de El Zapotal-Las Brisas, Sipilde, Las Congojas, El Guayabal, Las Vueltas y la Presa, por su valiosa contribución en diversos aspectos durante el desarrollo de los trabajos de campo; muy especialmente al propietario de la finca El Jicaral, Don Fausto Averruz González, quien brindó todas las facilidades para el buen desarrollo del proyecto.
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