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Revista Humanismo y Cambio Social. Número 8. Año 4. Julio - Diciembre 2016
El primer centro escolar en el norte de Nicaragua... Jillma Romero Arrechavala y Ileana Gadea Rivas
Pág. 57-71
Ambas maestras reportan que no contaban
con experiencia en el magisterio cuando se
integraron al proyecto de los preescolares.
Según plantean las fuentes documentales,
eran “muy pocos los graduados en Pre-
escolar”; por lo tanto, los talleres de
capacitación respondían a la necesidad
de contribuir a su aprendizaje teórico,
metodológico y práctico. Por otra parte,
dichas maestras tenían la experiencia de
ser miembros de las comunidades donde
se establecieron los centros preescolares, lo
que concordaba con el perl planteado por
el Ministerio de Educación: “personas de
la comunidad de baja escolaridad pero con
muchas cualidades personales” (Ministerio
de Educación: 1981; 5).
El énfasis en el carácter comunitario
participativo maniesto en la obtención
de locales y en la preparación de recursos
humanos para el funcionamiento de los
centros preescolares, también se encuentra
en el planeamiento para la enseñanza y el
aprendizaje. Esas actividades dan a conocer
la labor de diversos actores. Por ejemplo,
Angelita recuerda:
A nosotros nos daba una guía para hacer
los planes. Íbamos hasta a Ocotal a
reunirnos con las demás educadoras para
hacer el plan semanal. Dependiendo de
la clase que nos tocara nos reuníamos a
hacer lo que íbamos a presentar, que si
íbamos a hacer un paseo, presentar el
plan, que íbamos a hacer un paseo para
que los niños y las niñas conocieran lo
que es el agua, lo que es el río, de dónde
provenía el rio. Entonces todo eso iba
en el plan. Nosotras preparábamos el
plan juntas. Mire, las que dábamos tercer
nivel, era tercer nivel, las que daban
segundo nivel, aparte las que daban
segundo nivel para hacer su plan. ¡Fue
una experiencia muy linda, para qué,
en esos años 80! Eso sí que nos daban
suciente material, a nosotros nos daban
mire cuadritos, ya venían los cuadritos
de diferentes colores, ya venían las cajas
para que ellos formaran pirámides... Nos
daban el material, buen material.
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Celia narra cómo ella y sus compañeras
procuraban conseguir el material didáctico:
Nosotros no teníamos material. Que nos
iban a dar tiza de colores, que nos iban a
dar. ¡No. Nosotros comprábamos! Entonces
les pedíamos a los papás y mamás que nos
recogieran las chitas de las gaseosas, que
nos mandaran pedacitos de periódico, con
todas esas cositas trabajamos. Trabajamos
creo casi un año así que no teníamos nada,
pero nosotros trabajamos con hojas naturales
y semillas, por ejemplo. Entonces todas esas
latitas las recogíamos e íbamos llenando cada
latita para enseñar a los niños y las niñas a
que miraran las diferencias de las hojas.
Mire, recogíamos hojas secas, hojas verdes,
hojas de colores y las disecábamos. Entonces
se mantenía el aula con eso. Se trabajaba
con barro. Los niños y niñas se nos ponían
caretos, con las uñas todas sucias, pero
les enseñábamos a hacer animalitos como
gatitos, se secaban y con eso dábamos clase.
Eso fue todo así, alegre.
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Con respecto a la colaboración en equipo,
Angelita menciona el trabajo docente en las
tareas de planeamiento y Celia menciona
la recolección de material con el apoyo del
equipo docente y padres y madres de familia.
En ambos casos, ellas evocan aspectos
positivos, tales como la belleza y alegría de
las experiencias y utilizan la voz colectiva
para narrarlas, por ejemplo, preparábamos,
recogíamos.
Las experiencias de Angelita y Celia dieren
con respecto a la disponibilidad de material
didáctico, pero coinciden en cuanto a la
22 EntrevistaaFranciscaCeliaOlivasOlivas(1946),IleanaGadea,23-12-13,extracto.
23 Ministerio de Educación (1981) Guía de aprendizaje para el nivel preescolar. Departamento de Educación Preescolar. Managua,