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Revista Humanismo y Cambio Social. Número 9. Año 4. Enero - Junio 2017
Primer simposio nacional de geógrafos
Lisseth Blandón e Ingrid Úbeda
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ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados
resortes de la autoridad que emana de la fuerza no
se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el
concepto moderno de las universidades. El chas-
quido del látigo sólo puede rubricar el silencio de
los inconscientes o de los cobardes. La única acti-
tud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia
es la del que escucha una verdad o la del que ex-
perimenta para crearla o comprobarla.
Por eso queremos arrancar de raíz en el organis-
mo universitario el arcaico y bárbaro concepto de
autoridad que en estas casas de estudio es un ba-
luarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger
criminalmente la falsa dignidad y la falsa compe-
tencia. Ahora advertimos que la reciente reforma,
sinceramente liberal, aportada a la Universidad
de Córdoba por el doctor José Nicolás Matien-
zo, sólo ha venido a probar que el mal era más
aigente de lo que imaginábamos y que los anti-
guos privilegios disimulaban un estado de avanza-
da descomposición. La reforma Matienzo no ha
inaugurado una democracia universitaria; ha san-
cionado el predominio de una casta de profesores.
Los intereses creados en torno de los mediocres
han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se
nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un
orden que no discutimos, pero que nada tiene que
hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del
orden se nos quiere seguir burlando y embrute-
ciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado
a la insurrección. Entonces la única puerta que
nos queda abierta a la esperanza es el destino he-
roico de la juventud. El sacricio es nuestro mejor
estímulo; la redención espiritual de las juventudes
americanas nuestra única recompensa, pues sa-
bemos que nuestras verdades lo son —y doloro-
sas— de todo el continente. ¿Que en nuestro país
una ley —se dice—, la ley de Avellaneda, se opo-
ne a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que
nuestra salud moral lo está exigiendo.
La juventud vive siempre en trance de heroísmo.
Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo
aún de contaminarse. No se equivoca nunca en
la elección de sus propios maestros. Ante los jó-
venes no se hace mérito adulando o comprando.
Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maes-
tros y directores, seguros de que el acierto ha de
coronar sus determinaciones. En adelante, sólo
podrán ser maestros en la república universitaria
los verdaderos constructores de almas, los crea-
dores de verdad, de belleza y de bien.
La juventud universitaria de Córdoba cree que ha
llegado la hora de plantear este grave problema a
la consideración del país y de sus hombres repre-
sentativos. Los sucesos acaecidos recientemente
en la Universidad de Córdoba, con motivo de la
elección rectoral, aclaran singularmente nuestra
razón en la manera de apreciar el conicto uni-
versitario. La federación universitaria de Córdoba
cree que debe hacer conocer al país y a América
las circunstancias de orden moral y jurídico que
invalidan el acto electoral vericado el 15 de junio.
Al confesar los ideales y principios que mueven a
la juventud en esta hora única de su vida, quiere
referir los aspectos locales del conicto y levan-
tar bien alta la llama que está quemando el viejo
reducto de la opresión clerical. En la Universidad
Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han
presenciado desórdenes; se ha contemplado y se
contempla el nacimiento de una verdadera revolu-
ción que ha de agrupar bien pronto bajo su ban-
dera a todos los hombres libres del continente.
Referiremos los sucesos para que se vea cuánta
razón nos asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la