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Revista Humanismo y Cambio Social. Número 9. Año 4. Enero - Junio 2017
Consecuencias culturales y políticas para los movimientos migratorios:
estereotipos y prejuicios entre México y Centroamérica
Mariana Rodrigues Lopes
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hace con la cuestión religiosa, “acabo de hablar
con Dios”. En otras palabras, signica que tiene
la autorización de Dios para hacerles lo que les dé
la gana. En este contexto, cabe señalar la manipu-
lación que los secuestradores hacen con la gura
de Dios
11
ante los migrantes, siendo la intención,
sacarle lo único que les resta: su fe de saber que
Dios está con ellos.
Paradojas de la historia, los conquistadores y colo-
nizadores europeos tuvieron en la gura de Dios,
a un gran aliado para concretar sus objetivos en
América, en la historia reciente, como el contexto
colombiano, los sicarios se encomiendan a Dios
y la Virgen
12
para cometer con éxito –si se puede
usar esta palabra-- sus crímenes.
En la secuencia narrativa, los secuestradores, de
manera particular, el “jefe” del grupo, justican su
violencia por medio de acusaciones:
[…] Ustedes vinieron a México por su gus-
to, nadie los metió a México a la fuerza.
Pues ahora se chingan. Este tren es el expre-
so, y en el expreso mando yo. Y del expreso
nadie se bajar, oyeron, putos. Me cagan sus
lloriqueos, me cae. Se acabó la chingadera,
okey, se acabó. Así, o más claro. Bueno, más
claro, hijos de la chingada: ustedes vienen
secuestrados. Óiganlo para que no anden de
mamadas: secuestrados. Y el que se quiere
ir, paga. El que no paga, se chinga, esa es la
ley, culeros (Hernández: 2013; 218)
11 Esta discusión es presentada en el capítulo IV de la novela, el cual tiene como título: “Aquí no existe Dios (Hernández: 2013; 198)”. Aunque los mi-
grantes, en la mayor parte de la narrativa, dejen muy clara su fe en Dios, en este capítulo el nivel de violencia llevado a cabo por los secuestradores es
tan grande que algunos empiezan a dudar de su existencia.
Cabe recalcar que el Dios de los migrantes no es el Dios de los poderosos sino el Dios de la esperanza, el Dios de los pobres. En este sentido, podemos
interpretar, reescribir el sintagma “Sobre todas las cosas” entendiendo que ese “sobre todas las cosas” signica, precisamente, a pesar de todas las cosas,
esto es, de todas las desgracias, los sufrimientos, las aventuras que tienen que pasar. Entonces Dios aparece como un sostén, una esperanza a pesar de
todo, de ahí el título Amarás a Dios sobre todas las cosas.
12 Nuestra Señora Auxiliadora – también conocida en Colombia como La Virgen de los Sicarios es santa patrona de una famosa iglesia en Medellín
donde los sicarios y otros criminales van a pedir bendiciones para que todo salga bien con los crímenes que cometen. El libro del escritor colombiano,
Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios es una referencia directa a todo el contexto en el que están involucrados los sicarios en Colombia.
Durante los días en cautiverio, la situación de los
migrantes va empeorando y el sentimiento de
odio México-Centroamérica aparece de manera
acuciante. El discurso de sentido común, acerca
de las razones de la salida de los migrantes de sus
países, es reelaborado por la voz narrativa de una
manera muy expresiva, porque es un discurso que
se encuentra en los diferentes países que reciben
migrantes: “salen porque quieren”. Ese discur-
so de ver al otro como invasor, es común en el
mundo migrante y bien representado en la obra
por Hernández. Cabe señalar, el discurso dirigido
a Walter y a los demás migrantes que lo acom-
pañan, es repetido en otro grupo de migrantes
en cautiverio. Se recrimina, como ustedes dejaron
sus países por “gusto”, por “ladrones”, “perezo-
sos”, “huevones”, “abusivos”, tendrán que pagar,
de otra forma estarán todos muertos:
[…] A ver, cabrones, los que acaban de lle-
gar, para entendernos. Ustedes están aquí
por huevones, por no querer trabajar en
sus países, por creer que este país es su pa-
tio, por abusivos y ladrones, pero eso ya ni
modo, se chingaron. Ahora a nuestro nego-
cio: ustedes están secuestrados y nadie se va
a ir hasta que sus piches familias, que los
han de querer porque les aguantan sus pen-
dejadas, paguen lo que deben. Todos van a
pagar o se chingan. Aquí el que no paga se
muere. No los vamos a estar manteniendo,
bola de putos. Pagan y se largan, no pagan
y se mueren, así de claro. El hombre grande