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Lic. Carlos Lenys Cruz Barrios.
elaboración de los informes; presentación de los resultados y validación de los mismos por
grupos de expertos indígenas y redacción de los informes nales.
En esta investigación se seleccionaron aquellas comunidades consideradas como más
representativas de los grupos étnicos estudiados, tomando en cuenta su mayor nivel relativo de
aislamiento, su menor grado de aculturación y la pervivencia de sus costumbres y sus formas
de vida tradicionales, al objeto de que los estudios realizados pudieran mostrar la pervivencia
(o no) de un buen vivir ancestral en la vida cotidiana actual de dichos pueblos indígenas. Se
seleccionaron los sujetos a entrevistar, entre ellos líderes y lideresas indígenas, pobladores de
las comunidades, curanderos o parteras, miembros de las estructuras de poder (consejos de
ancianos, juntas directivas comunitarias) y, por último, entre los intelectuales propios del pueblo
estudiado.
El concepto de Buen Vivir
La Constitución Política de Nicaragua reconoce la existencia de los pueblos originarios, así
como la multietnicidad de Nicaragua. Entre los derechos que sobresalen están: mantener y
desarrollar su identidad y su cultura, tener sus propias formas de organización social y admi-
nistrar sus asuntos locales, así como mantener las formas comunales de propiedad de sus
tierras y su goce, uso y disfrute, todo de conformidad con la Ley (Asamblea Nacional, 2014).
La concepción de vida deseable, buen vivir, vivir bien, o vivir bonito, es una visión del mun-
do propia de los pueblos originarios, a la vez, es una concepción oculta que ha estado a la
sombra del modelo de desarrollo impuesto desde la hegemonía de los países occidenta-
les que veían al resto de países como subdesarrollados (Unceta, 2014). Sin embargo, a pe-
sar de la inuencia occidental sobre las culturas originarias, aún subsiste, en distintas formas,
una concepción del buen vivir, muy latente en su cosmovisión y cosmogonía y en la relación
entre el ser humano y la naturaleza; y estas expresiones culturales ancestrales cobran vida,
sentimiento y protección en los tiempos actuales, cuando los efectos del cambio climático se
sienten en todas las regiones del planeta. Dentro de las cosmovisiones indígenas sobresale
la valoración que se le da a los elementos de la naturaleza, como la tierra, al agua, el bosque
o el aire, que son considerados como seres con espíritus propios que dan sentido a la vida.
La expresión ¨buen vivir¨ es una traducción del vocablo sumak kawsay, que tienen su ori-
gen en las comunidades quechuas de Ecuador. En las comunidades aymaras de Bo-
livia, este mismo concepto se conoce como suma qamaña y se traduce como vivir
bien. Más allá de las diferentes acepciones lingüísticas que tienen estas palabras para
cada grupo étnico, ambos términos suponen una búsqueda de la convivencia y bienes-
tar personal, comunitario e integral basado en los conocimientos ancestrales indígenas.
El buen vivir promueve un estilo de vida orientado hacia la comunidad, que se centra en la promo-
ción de la felicidad de los pueblos, más que en el crecimiento económico, así como de la vida en
armonía con la naturaleza, con los demás miembros de la comunidad y con uno mismo. Además,
ofrece un modelo socioeconómico que integra al ser y al estar del individuo, esto signica tomar,
como variable focal de la prosperidad de una población, en lugar del ingreso o el consumo, la
felicidad de las personas y la sociedad (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2014).
De esta forma el buen vivir se congura así como, una alternativa a la idea del desarro-
llo; es un concepto de bienestar colectivo que surge, por un lado, del discurso postcolo-
nial crítico al desarrollo y por otro lado, de las cosmovisiones de los pueblos originarios
andinos. Dicho concepto posee además una visión ética de una vida digna, siempre vincu-
lada al contexto territorial, cuyo valor fundamental es el respeto por la vida y la naturaleza;