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ensayos
Dra. Ana Yolanda Contreras
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 12. Año 5. Julio-Diciembre 2018. ISSN.2309-6713
Pág 92- 101
7 El personaje masculino, en Las batallas perdidas, de cierta manera refleja los hechos reales vividos por su autor Marco Antonio Flores, quien fue acusado por la izquierda
guatemalteca de ser un traidor a la causa, y un agente de la CIA. Acusaciones serias que le dejaron sin amigos, sin apoyo y le cerraron las puertas de varias editoriales y le negaron
la oportunidad de ganar cualquier concurso literario. Marco Antonio Flores asevera: “Fui estigmatizado por la supuesta izquierda latinoamericana que no se cansó de aventarme
calumnias a la espalda. Perdí a casi todas mis amistades. Cuando comprendí que si alguien se atreve a decir su verdad será atacado de la forma más vil, ahí fue cuando comencé
mi silencio de 15 años”. Ver J.L Perdomo Orellana, El insurrecto solitario: Vida y obra de Marco Antonio Flores, (Guatemala, Editorial Óscar de León, 1997), págs. 38-39.
8 Eugenia Meyer y Eva Salgado a través de varias entrevistas recopiladas en su libro exponen que las diásporas argentinas, uruguayas y chilenas armaron ciertos sistemas de
apoyo en México durante su exilio. Entre los miembros de dichas diásporas se apoyaban mutuamente a nivel moral y económico, Un gran porcentaje de estos exiliados formaron
comunidades y asociaciones en las cuales se mantenían activos y veían por el bien común. Ver Un refugio en la memoria: La experiencia de los exilios latinoamericanos en México.
(México, Editorial Océano, 2002), págs. 161-262.
oportunismo, trato preferencial y corrupción existentes entre los militantes de la izquierda ya
experimentadas en Guatemala continúan en el exilio. Su integración a la célula exiliada del PGT
(Partido Guatemalteco del Trabajo) ocurre sin ningún éxito, siendo que la dirigencia no le tiene
buena estima. Por lo tanto, debido a la falta de apoyo este personaje forma un “grupo paralelo
para ayudar a quienes caen a(ll)í bien pisados” (Idem, P. 19). Este intento de auto-salvación y
ayuda colectiva le gana la acusación “de conducta antipartido”. Para este personaje las horas
muertas en el exilio le sirven de recapitulación de los acontecimientos vividos en su militancia
y para enjuiciar a su organización y sacar a relucir la corrupción y verticalismo de la misma
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. Su
situación es igualmente estresante, desgastante y desesperanzadora a la que experimentan los
personajes femeninos en la novela. Al igual que la mulata cubana, no encuentra una diáspora
guatemalteca que promueva solidaridad y apoyo a los recién llegados.
A diferencia de otras diásporas
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, en la novela no hay rasgos de que los exiliados guatemaltecos
en México posean algún tipo de práctica en común que se dedique a crear nuevos espacios
sociales y comunitarios que sirvan de apoyo y sitio concéntrico para la colectividad y la
comunidad exiliada. A este personaje todas sus creencias ideológicas y sueños utópicos se
le derrumban en el exilio y le duele ver esa derrota, y así lo maniesta: “Lo jodido es que no es
tan simple, atrás de todo hay un cachimbo de sueños, de renuncias, de búsquedas vitales, de
convicciones ideológicas que ha costado casi el pellejo ir consolidando”. Es en este exilio que
sus “renuncias son denitivas” y sus “creencias deshechas” (Flores, 1999, pp, 56.57). Así como
los dos personajes femeninos, también el personaje masculino se desintegra moralmente en el
exilio.
En cuanto a aspectos que los tres personajes principales en Las batallas perdidas comparten,
es esencial notar que todos evidencian una existencia melancólica en su etapa adulta vivida
principalmente en el exilio. En sus vidas se reeja lo que el psicoanalista Sigmund Freud designó
como melancolía, un estado diferente al duelo. Freud, llevó a cabo una diferenciación entre el
duelo y la melancolía. De acuerdo con Freud el duelo regularmente es la reacción de pérdida
ante una persona amada, o la pérdida de algo abstracto como la pérdida del país, la libertad o
un ideal. Mientras que la melancolía es la pérdida del objeto amado sin saber realmente de que
se trata la pérdida. En el duelo se supera la pérdida debido a la separación que se hace entre
el yo (ego) y lo perdido. En cambio, en el estado melancólico se lleva a cabo una identicación
con lo perdido y el yo (ego) se convierte en parte de la pérdida, lo cual es difícil de superar
(Freud ,1953). En Las batallas perdidas, debido a las múltiples experiencias de pérdida y fracaso
experimentadas por los tres personajes se acrecienta en ellos una disminución de la autoestima.
Este aspecto se nota mayormente en la mujer guatemalteca y la mulata cubana, a través de su
incapacidad de amar, su automatización en la vida, su falta de interés, y su completa pérdida de
expectativas. Todo ello, por supuesto, exacerbado en el exilio.
A manera de conclusión se puede armar que Las batallas perdidas es una novela marcada
por la gura del exiliado y su subjetividad, así como por la búsqueda de una utopía amorosa,
personal o revolucionaria en la cual los tres personajes principales buscan encontrarse a
sí mismos y también desean encontrar una escurridiza libertad. Dicha libertad, siendo uno
de esos bienes abstractos que tiene un valor inconmensurable para las vidas de los tres
personajes, irónicamente, al encontrarla se transforma en una soledad angustiosa y agobiante.
En su desplazamiento de un espacio a otro solo hay derrumbamientos de ideales y utopías, y