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Las comunidades indígenas de Jinotega, resistencia y pertenencia
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 12. Año 5. Julio-Diciembre 2018. ISSN.2309-6713
Lic. Ruth González García
Las comunidades
indígenas de
Jinotega, resistencia
y pertenencia.
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RESUMEN
El objeto de estudio es entender los elementos propios de la Comunidad
Indígena de Jinotega, un grupo social que se auto identican como
herederos de la cultura indígena chorotega y que en la actualidad se
encuentran asentados en el departamento de Jinotega. El estudio de
los grupos étnicos representa un valioso cúmulo de conocimientos
y saberes tradicionales que se han conservado en la memoria de la
población por medio de la transmisión oral, es decir, a partir del mito
se ha logrado mantener viva la historia de sus antepasados. En este
sentido, el presente artículo está dirigida a exponer los resultados que
se han generado de ese contacto directo con la población, donde la
Historia Oral como método, técnica y fuente representa la herramienta
más importante para rescatar ese pasado que permanece activo entre
los pobladores.
ABSTRACT
The object of study is to understand the elements of the Indigenous
Community, a social group that self-identies as heirs of the Chorotega
indigenous culture and who are currently settled in the department of
Jinotega. The study of ethnic groups represents a valuable accumulation
of knowledge and traditional knowledge that have been preserved in the
memory of the population through oral transmission, that is, from the
myth it has been possible to keep the history of their ancestors alive. In
this sense, this article is aimed at exposing the results that have been
generated from that direct contact with the population, where Oral History
as a method, technique and source represents the most important tool to
rescue that past that remains active among the inhabitants.
PALABRAS CLAVE
Historia oral, identidad cultural,
pervivencia, territorio, indígena, comunidad
indígena.
KEYWORDS
Oral history , cultural identity, pervivence,
territory, indigenous, indigenous, community.
Las comunidades
indígenas de
Jinotega, resistencia
y pertenencia
1
.
Lic. Ruth González García
2
Docente-Investigadora
Departamento de Historia,
Facultad de Humanidades y
Ciencias Jurídicas
https://orcid.org/0000-0001-
5408-1385
ruthgonzalez0290@gmail.com
The indigenous communities of Jinotega:
resistance and belonging
1. Articulo realizado a partir de un proceso de investigación financiada por los Fondos para Proyectos de Investigación (FPI).
2. Licenciada en Historia. Actualmente docente investigadora del departamento de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas de la UNAN-Managua, y
egresada de la Maestría en Estudios Históricos Latinoamericanos y del Caribe. Diplomado en Gestión de Archivos, y postgrado en Teoría y Metodología de Historia Regional y
Local, así como cursos libres. Colaboradora en diferentes proyectos de investigación, entre ellos Historia de la Lotería, Historia del municipio de El Castillo. Ponente y asistente en
seminarios, congresos, conferencias nacionales e internacionales.
Parque de Jinotega / Foto: Dieter Jungblut
Recibido: 20/08/2018
Aceptado: 25/10/2018
Copyright © 2018 UNAN-Managua
Todos los DerechosReservados.
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Introducción
Este artículo es parte del resultado de un proceso de investigación como requisito de culminación
de la tesis de Maestría en Estudios Históricos Latinoamericanos y del Caribe que lleva por título
Rescatando el legado histórico de las comunidades indígenas de Jinotega. Una aproximación
histórico-social en el siglo XX. Investigación desarrollada bajo programa de maestría en estudios
históricos, que actualmente está nalizando el departamento de Historia de la UNAN-Managua.
Centra su interés en el estudio de una población étnica que se localiza en el norte de Nicaragua
y que es actualmente reconocida
3
como descendientes de uno de los grupos que estaban
asentados en el territorio a la llegada de los europeos, es decir, nativos de la zona a los que
regularmente se les ha llamado indígena o indio, este último término aplicado casi siempre con
tono despectivo y abusivo.
Para nes de la investigación, se ha denido al indígena
4
como todo aquel individuo que
pertenezca a una comunidad étnica, es decir, a una comunidad estructurada por relaciones de
parentesco de tipo clánico-linájico (Membreño; 1998). Interesa este concepto porque centra la
identicación del individuo a partir de su integración social, ya sea en castas o comunidades.
Bajo esta lógica, el trabajo investigativo se planteó la siguiente interrogante ¿Cómo se
expresa la pervivencia cultural de los grupos originarios en las Comunidades Indígenas de
Jinotega? y, en consecuencia, se propone identicar y explicar los elementos culturales que aún
se expresan como parte de ese vínculo histórico que mantiene la población de las Comunidades
indígenas de Jinotega con sus antepasados y que denen actualmente su identidad colectiva,
entendiéndose esto como ese elemento abrazador que los identica con un pasado cultural
común y que a su vez, lo diferencia de otros grupos poblacionales.
En cuanto a la ruta metodológica, el artículo fue desarrollado a partir de la aplicación de
métodos y técnicas propias del quehacer de la ciencia histórica como son el análisis y síntesis,
análisis de fotografías y testimonios, este último aprovechado a la luz del cuerpo teórico que
ofrece la Historia Oral. En consecuencia, aquí se presentan algunas fuentes primarias que fueron
construidas en el transcurso de la investigación, dada la escasez de argumentos que había en
algunos aspectos de importancia que se querían retomar como ejes de análisis.
Contexto geográfico e histórico de las comunidades
indígenas de Jinotega
La comunidad indígena de Jinotega es un grupo poblacional que en la actualidad se identican
como Chorotega, es decir, descendientes del primer grupo mesoamericano que emigró hacia
el actual territorio de Nicaragua entre los siglos VIII y XV, a consecuencia de la caída de las
ciudades de Teotihuacan y Tula de la región de Anahuac en México.
Existe una serie de contradicciones en cuanto a la identicación exacta del grupo étnico que se
asentó en el centro de Nicaragua, dado sobre todo por las escasas investigaciones que se han
3. Amparados ante las leyes de la República y que gozan actualmente del reconocimiento de organismos, asociaciones, coordinaciones y otras alianzas que se ocupan de velar por
la integración y participación de estos en el sector político, social y económica de los Estados donde se encuentran radicando.
La Constitución Política de Nicaragua Arto No.5 confirma el pluralismo étnico como principio fundamental del Estado de Nicaragua, sentándose las bases para el respeto a la
identidad e historia de los pueblos originarios, decisión que se tradujo en la libertad de administrar sus asuntos locales, mantener sus propias formas de organización social e
institución de su liderazgo tradicional como son los Consejos de Anciano.
A nivel nacional forman parte del Movimiento Indígena de Nicaragua (MIN) y la Coordinación de Pueblos indígenas del Pacifico, Centro y Norte de Nicaragua
4. Hay dos corrientes que se encargan de definirlo en base a criterios particulares. La primera corresponde a los esencialistas, es decir, aquellos estudiosos que plantean que se
pertenece a cierta condición étnica porque se nace en ella, es algo dado, no cultural, heredado de sus padres y a su vez de sus abuelos. No hay otra vía más que por herencia materna.
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Fuente: Mapa elaborado por Luis Reyes en el marco de la tesis de maestría Rescatando el legado
histórico de las comunidades indígenas de Jinotega. Una aproximación histórico-social en el siglo XX.
Ubicación geografica de las comunidades indígenas de Jinotega.
realizado en el lugar. El debate se encuentra entre los Matagalpas, y Chorotegas, sin embargo,
una realidad papable es que las comunidades Indígenas de Jinotega han adoptado la identidad
chorotega como parte de su reconocimiento cultural y legado precolombino, así lo demuestran
sus prácticas religiosas, cosmovisión, mística y forma de vida.
El territorio de las comunidades indígenas de Jinotega, abarca un total de 43.889 manzanas de
extensión divididas en dos lotes: 36, 000 en el lote número 1 y 7,000 en el lote número 2. La
población agrupa alrededor de 40, 000 personas que habitan principalmente en dos municipios, el
de Jinotega donde existen aproximadamente 35, 000 indígenas, y el de Santa María de Pantasma,
en el mismo departamento donde hay una cifra estimada de 4000 a 5000 indígenas (Romero;
2008).
En el mapa se puede apreciar la distribución espacial de las comunidades en estudio, la mayoría
asentadas a orillas del lago Apanás (Lote No. 1), el que fue construido en 1964 en territorio
de indígena sin consultársele y mucho menos tomándole consideración en los benecios
económicos que este generó.
La tierra, símbolo de identidad
Para Francisco Pérez Estrada (1956), la comunidad indígena es una forma de propiedad
comunal, establecida por la corona española para los indios de América (p. 82), esta concepción
se fundamenta en el dominio, reducción y repartimiento de las propiedades indígenas por parte
de la corona española durante el proceso de colonización en el siglo XVI.
Desde entonces, se manejaba que la tierra era por excelencia la fuente de riqueza (de manera
comunitaria), es decir que, a partir de ella, se cosechaban los alimentos básicos que garantizaban
su subsistencia, y más aún, pesaba la visión de espiritualidad que alimentaba su sentido de
pertenencia, la que se evidenciaba a partir de ceremonias, cultos, danzas y otras expresiones
de solemnidad.
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Esta idea ha sido trasmitida a partir del mito y la oralidad. Por ello, no es extraño que la mayoría
de los pobladores que se auto reconocen como descendientes de grupos étnicos pasados, lo
hacen a la luz del elemento tierra, es decir, son indígenas porque en ese espacio se asentaron
grupos indígenas y, por lo tanto, la tierra es fuente de nexo de una generación con otra. Sin
embargo, este elemento es de todos y de nadie a la vez.
Para las comunidades indígenas la tierra representa ese elemento de identidad que los
cohesiona como casta, más allá de las necesidades materiales que pueden satisfacerse de ella,
los miembros se reconocen entre sí, como hijos de los ancestros que poblaron el espacio que
hoy les pertenece, generándose lazos de amistad y compañerismo: en Jinotega su identidad es
por la tierra, el sentido de pertenencia y posesión de la tierra es vista no solo como un medio de
trabajo si no como la madre tierra. (González; 2015)
Muestra de esa unión fuerte del terruño se visualiza en el reconocimiento de las familias indígenas
por sus apellidos, sobresaliendo entre los jinoteganos los González, Herrera, Hernández, Díaz,
Meléndez, Castro, Centeno, entre otros. Aunque las comunidades se encuentran dispersas y los
medios de transportes no son uidos, aún se mantiene un vínculo vecinal fuerte que se visualiza
en el reconocimiento de miembros y familias indígenas, al menos entre la población de mayor
edad. Por ello, cuando se entra en contacto con una persona desconocida, es común que los
pobladores pregunten de qué comunidad y familia provienen, para tener una idea del origen de
ese miembro. Si se logra el reconocimiento pleno del individuo automáticamente se genera la
conanza y solidaridad, pues se considera una relación casi de parentesco.
Saberes tradicionales
Un elemento característico de este grupo étnico es el fuerte apego y condicionamiento que tienen
las fases lunares en la vida cotidiana, esto se expresa en muchos sentidos, pero principalmente en
aquellas actividades que están orientadas a la productividad de la localidad, como la agricultura:
En la siembra se busca la luna para sembrar, para cosechar… esto nos ha
provocado contrariedad con los ingenieros que estudian sistemas de cultivos
Si nosotros vamos a sembrar árboles utales lo hacemos en luna escondida (un
día antes de la luna nueva), son dos o tres años y ya tienen cosecha, en la luna
tierna no sirve
(González, L; 2016).
Además de la agricultura, se puede observar que en actividades tan sencillas como la siembra
de árboles, esterilización de animales, y recogida de las cosechas se efectúan de acuerdo al
calendario lunar, la mayoría durante la fase de luna nueva (también llamada novilunio o interlunio):
Si uno siembra en la luna tierna la semilla no germina bien, se produce menos y bastante mal,
cuando se va a recolectar el frijol debe estar en luna sazona para que no le entre el gorgojo
porque lo pica todo, así igual se sucede con el maíz, con el arroz y con el trigo (Altamirano; 2016)
Entre la población también se ha manejado que los ciclos de la luna pueden inuenciar en la
denición del sexo de los hijos: Mi abuelita decía que la niña se forma cuando la luna está tierna
y que el varón –lo hace- cuando la luna está decreciente (cuarto menguante), entonces cuando
la mujer quería parir un hijo se alimentaba bien y no tenía relaciones muy seguidas, esperaba
la luna... (González, L; 2016) De acuerdo a los deseos de las parejas, si querían un o una hija,
cumplían con estas condiciones.
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Esta práctica es un elemento arraigado y sobresaliente que ha sido
heredado de una generación a otra, siempre manteniéndose constante la
idea de inuencia controladora del ciclo lunar.
Producción cerámica
Otra manifestación de los saberes tradicionales se ha evidenciado en
la elaboración de cerámicas de barro, técnica que ha prevalecido a
consecuencia de su transmisión oral de una generación a otra. En la
actualidad encontramos viva esta práctica propia de los pueblos originarios
en la comunidad Las Cureñas, donde se registra su continuidad, uso y
aprovechamiento.
En las comunidades, anteriormente era común el uso del barro en la
elaboración de utensilios domésticos como ollas, comales, y recipientes
destinados para el almacenamiento de bebidas (agua y refrescos),
conocidos popularmente como tinajas:
Me enseñaron mis abuelos, de generación en generación,
antes era utilitarios, para usar dentro de la casa
elaborados a mano y molde, se hacían jarros, comales, ollas
grandes para cocer nacatamales, las pasadoras (tinajas
grandes) para hacer chichas, para hacer agualoja, sartenes
para cuajar la leche. A los niños les hacían comalitos y
ollitas para que jugaran
(Herrera; 2016)
Todavía para la década de 1950 era común la elaboración de estos
productos, así lo cuenta Migdalia López al referirse a una actividad
cotidiana que se gestaba en el seno de su familia: Jalaba agua en burro,
en calabazo, en tinajas de barro, porque mi mamá hacía comales, jarros,
sartenes, ollas (Romero; 2009: 28). Las personas se dedicaban a elaborar
estos bienes generalmente para el autoconsumo y compartir entre
parientes y amigos cercanos como muestra de estima y relaciones de
buena vecindad.
El uso del barro fue trasmitiéndose a las siguientes generaciones a través
del juego y la réplica, era común que los niños utilizaran para su recreación
pequeños utensilios (de cocina) en miniatura que hacían más atractivos
y creativos sus juegos infantiles. Sin darse cuenta, que en el proceso se
estaban apropiando de elementos culturales vigentes en su comunidad a
través de la recreación. (Herrera, L; 2016)
Actualmente la elaboración de productos a base del barro está siendo
promovido y difundido por una cooperativa de mujeres ubicada en Las
Cureñas. La artesana Luz Marina Herrera, se encuentra aliada con otras
doce mujeres en la Cooperativa San Expedito desde el año 2001, y a
partir de esta organización han conservado la técnica de elaboración de
productos de barro, siendo principalmente elaborados ollas, comales y
adornos.
Luz Marina Herrera, artesana de Las Cureñas, Jinotega.
Fuente: Fotografía tomada a partir del trabajo de campo
realizado en octubre de 2015
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La cooperativa ha permitido el rescate de este saber tradicional, y una vez organizadas iniciaron
un proceso de capacitación e integraron el torno en la fabricación de la cerámica, y aunque
se han incorporado diseños nuevos en la gama de artículos que se ofrecen al público, han
procurado mantener los diseños originales que fueron aprendiendo de sus padres y abuelos.:
donde aprendimos a hacer llaveros, pulseras, móviles, portavelas, y otros diseños. Pero siempre
hacemos ollas y comales. Todo el proceso es natural (Herrera, L; 2016).
Se puede distinguir dos tipos de elaboración de cerámica de barro, una de manera rústica de
color natural, y otra con más acabado y de más tiempo de cocción, que da como resultado una
cerámica negra que resulta muy atractiva entre la población local, nacional e internacional.
Además del barro, también se utilizaba la fruta del jícaro y la madera para la elaboración de
enseres del hogar, (panas, platos, cucharas), antes no había trastes de china, se usaba el barro
para hacer los vasos, platos, ollas. También había otra fruta que le decían el calabazo, jícaro,
del que se hacían unos guacalitos para tomar sopa, todo eso se usó y era indígena, estaban al
alcance de nosotros (Herrera, L; 2016) sin embargo, su uso ha decaído completamente entre los
habitantes de la comunidad, siguiendo vivo únicamente el trabajo artístico del barro. (Altamirano;
2016)
Medicina natural
Los saberes tradicionales también se evidencian en el uso de la medicina natural para contrarrestar
enfermedades y males de la población. Es común encontrar en los patios de las casas pequeños
huertos que contengan plantas como naranja agria, albahaca, sácate de limón, entre otros. Esta
práctica ha sido heredada de generación en generación y su uso se fortalece con el paso del
tiempo.
Enfermedades como ebre, diarrea y dolores podían ser tratadas a partir del suministro de
plantas, diferenciándose cada una de acuerdo a los males que presenta el individuo. Para ello,
es importante que se pida el consentimiento de su uso a la planta en el afán de garantizar mayor
efectividad:
Diferentes tipos de cerámicas que se elaboran en la Cooperativa San Expedito
Fuente: Fotografías tomadas a partir del trabajo de campo realizado en octubre de 2015
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Hay diferentes enfermedades que nosotros sabemos la cura sin necesidad de
antibióticas y medicina convencional. Es importantísimo pedir permiso. Si a
mí me llega una paciente con dolor de corazón hay plantas exclusivas para el
corazón, entonces voy donde la planta, le miento el nombre de la planta, me
da permiso de tantas hojas porque las quiero para la julana de tal que tiene
un problema tal, porque las plantas son vivas, igual que nosotros. Yo cuando
me levanto abrazo las plantas, las saludo, eso es identidad, eso es amar a la
naturaleza, Dios hizo todo perfecto, y hay una relación, vos sin las plantas no
vivís (González, J; 2016).
Las plantas no son concebidas como una decoración más del hogar, sino que su presencia es
determinada como un ser vivo que tiene consciencia completa de su entorno, y capaz de interferir
a partir de su buen ánimo en el positivo efecto en el proceso de sanación. Por el contrario, si es
agredida sin consultársele, esta podría resentirse y dejar de vivir, perdiéndose con ella todo su
benecio curativo.
Otro elemento que tienen en consideración cuando se utilizan las plantas con nes medicinales
es la postura del sol, pues esta posición puede aliviar o intensicar los males de la persona que
se encuentra enferma: Si la corta del lado donde se entierra el sol acorta la diarrea, pero si la corta
del lado donde sale el sol puede empeorar… con otras enfermedades también… es muy raro que
vayamos donde el médico… (Osegueda, E; 2016).
Las plantas cumplen una función favorable si se respeta el equilibrio completo de la naturaleza
y todos los elementos que en ella se encuentran conviviendo, es decir, no solamente se trata
de propiedades curativas que ya están por defecto en la planta sino la implementación de
conocimiento milenario para hacer efectivo su uso racional y consentido.
En la actualidad, sigue viva la concepción curativa de las plantas, pues es evidente que son
pocos los pobladores que se muestran incrédulos ante sus poderes medicinales, quienes
preeren asistir donde un “curandero” o conocedor de plantas para que les recete un “remedio”
para sus males, antes de acudir al puesto médico. Esta idea se fortalece aún más con la realidad
de que son pocas las comunidades que tienen presencia de centros o puestos de salud, tal vez
se explique en que esto no representa una demanda permanente de la comunidad, quienes se
sienten complacidos con la aplicación de medicina natural.
Parteras y curanderos
En este mismo sentido, las parteras y curanderos son los principales guías espirituales que
conservan y aprovechan los conocimientos que de uso de los recursos naturales: tenemos las
parteras, los curanderos, los médicos naturistas nuestros, que curan enfermedades que la ciencia
médica no le haya… un abanico de conocimiento que nuestros abuelos nos han inculcado
(González, J; 2016).
Las parteras, en el pasado eran concebidas como personas sabias que mantenían una conexión
especial con la naturaleza, y que servían positivamente a los habitantes. Se sigue manteniendo
la idea consagrada de estas guías, pero su uso se está disminuyendo a causa de la fuerte
promoción que existe del uso de los puestos de salud convencionales para los partos.
En principio, atendían a las mujeres en las labores de parto, curaban a los bebés de enfermedades
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comunes como empachos, males de ojo, caída de mollera. Otra tarea de las parteras era aconsejar
a las mujeres durante el período de gestación, y advertían sobre los cuidados que debían tener
para garantizar un parto seguro. Migdalia López, partera de generaciones comentaba al respecto:
Cuando una mujer está embarazada se le recomienda tener reposo, no andar
levantando peso, alimentarse bien…cuando tiene síntomas de aborto la acuesto,
ligo su cadera y le preparo un cocimiento que lleva principalmente canela, granos
de cacao, hojas de limón, pimienta, hojas de naranja agria, una cerveza, miel de
jicote… Se soba la barriga a la parturienta, se tantea, si hecha líquidos es tiempo del
parto, se prepara un cocimiento con manzanilla, apazote, hojas de naranja agría,
hojas de limón, esencia de espíritu de castor, agua orida, espamon y novalgina
(Romero; 2009: 29).
Una vez que las mujeres entraban en trabajo de parto encomendaban a la mamá y al bebé a
San Ramón, patrón de las parturientas, para que posibilitara un proceso seguro y rápido. En esta
línea Teresa de Jesús Aranís, partera tradicional señala: Cuando una mujer está con dolores, se le
prepara un cocimiento a base de canela, hojas de limón y manzanilla, si se le quita no es tiempo
de parto, sino se sigue dando con cáscara de coralito tres veces nada más, en todo este proceso
debe haber bastante sábanas y ropa limpia para cubrir a la madre y al bebé, sino a la madre le
puede dar un espasmo y el bebé resfriarse (Romero; 2009: 32).
Al nacer el bebé se cortaba el ombligo a tres centímetros de la raíz, y con un clavo caliente
desinfectado se le quemaba para suturar y evitar una posible hemorragia. De igual manera, se
le hacía un parchecito con camíbar, liquidámbar, sulfatiazol, alcanfor y cebo para cicatrizar, por
último, se aseguraba todo esto con gasas y un fajero: antes quemaban con alcanfor, sino le ligaban
el ombligo y después con un clavo quemado… y quedaban sanitos (González, D; 2016).
En este momento, si el bebé salía muy sucio se bañaba con agua de manzanilla y hojas de
naranja agría, de lo contrario, solamente se limpiaba, lo envolvía en una sábana y se ponía a
dormir.
El uso de las sábanas blancas era un requisito fundamental durante y después del parto, también
a la madre se le vestía de este mismo color, en primera instancia por salubridad, y en seguida,
porque así la partera podía detectar rápidamente si se presentaban sangrados en la mujer e
irregularidades, las manchas rojas de sangre eran más evidentes en ropa y sábanas blancas.
La partera abandonaba la casa de la parturienta después de tres días, durante este tiempo, se
ocupaba de la mamá, el recién nacido y los otros hijos, preparando los alimentos de ellos y del
cuido de la casa. Una vez que estaba segura la madre y el recién nacido, abandonaba la casa
y regresaba a los ocho días para vericar que este botara su ombligo y enterrarlo en el patio de
la casa, pues se tenía la creencia de que este acto garantizaba que el recién nacido desarrollara
amor por su tierra:
A veces se quedaba días atendiendo a los otros niños y al tierno, decía ya está
seguro, ya está tranquilo, ya defecó, ya orinó y va de viaje. A los ocho días
llegaba para ver si el niño ya había botado el ombligo, sino le ponía el injundio
de gallina con alcanfor, yodo o alcohol crudo, pero sin quemarle la piel al niño
(González, D; 2016).
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Posteriormente, la partera realizaba visitas esporádicas para vigilar el
crecimiento del bebé, y se desligaba completamente hasta los cuarenta
días de nacido sino se presentaba ninguna complicación. Era un trabajo
de consagración y solemnidad, que se reconocía inclusive en la adultez
de los niños, a quien se le instruía que guardaran respeto, admiración y
agradecimiento a la mujer que los había traído al mundo, quien habría
abandonado su casa y propios hijos para apoyar a las mujeres en un
proceso tan agotador como era el parto.
A pesar de su loable labor, las parteras no recibían remuneración
económica por sus servicios, sin embargo, le obsequiaban animales o
granos como muestras de agradecimiento por la tarea desarrollada, Daysi
González, aprendió el ocio de partera de su abuela, a quien le conaban
esta responsabilidad con previa anticipación: La contrato para tal fecha
le decían …Antes la gente era así, le estoy engordando un chancito,
entonces ya sabía que estaba comprometida y que ese mes no salía para
ningún lado (González, D; 2016).
Las parteras ocultaban su trabajo a los niños, inclusive a los de su propia
familia, cuando se ausentaban por días decían que iban a sacar un
cusuquito para despistarlos.
En la actualidad, las parteras sirven de guías para las mujeres durante el
embarazo, sin embargo, ya no ejercen su papel de partera propiamente
dicho, pues el Ministerio de Salud las ha potenciado únicamente como
facilitadoras de los centros de salud, es decir, son las encargadas de
remitir a las embarazadas hacia los centros, clínicas u hospitales cuando
entran en labor de parto. Ya no deben atender los partos en el hogar, al
menos que este sea inminente.
Debe de rescatarse como un elemento positivo la disposición de mantener
a las parteras como piezas claves en la atención de embarazadas y a pesar
de que el gobierno central ha establecido centros o puestos de salud en
el casco urbano principalmente, no se ha desplazado completamente a
esta de las tareas que tradicionalmente han ejercido como consejeras y
sobadoras.
Mitos, leyendas y creencias
Entre las creencias que forman parte de la identidad étnica de
las comunidades indígenas se encuentra la aceptación de la
existencia de un ser supremo, quien hace posible la vida y todo lo
que existe en la tierra, y a quien deben reverencia.
Los animales son
un ejemplo para nosotros, los pájaros le dan gracias a Dios todos los días,
dan gracias cuando sale el sol, si una vaca se va a echar primero se inca
para echarse, rinden culto al ser que los creó. (González, J; 2016).
Existe un fuerte apego a la naturaleza, que se evidencia en la creencia de
considerar que los elementos (tierra, aire, agua.) tienen la capacidad de
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conceder salud y bienestar para aquellos que tienen fe: Si usted va a una quebradita y lleva una
enfermedad, usted le reza al espíritu del agua, se toma un vaso de agua de esa y usted se cura,
porque el agua tiene vida y limpia el organismo, siempre y cuando todo se haga con respeto…
Todos tenemos vida en el planeta (González, J; 2016).
En este mismo sentido, el sol se presenta como fuente de energía, por lo tanto, se debe hacer
reverencias al astro con el afán de obtener sus favores: Según nuestra cultura el sol es el que da
energía, y alimenta a las plantas. Nosotros teníamos un culto especial al sol, nuestros abuelos,
guías espirituales decían que hay un solo creador, así como son creadas por ese ser superior
tienen una función especial, por ejemplo, si no hubiera la luna no hubiera marea, sino hubiera
luna nueva no sembráramos. (González, J; 2016).
Los cuatros puntos cardinales proyectan un signicado particular, más allá de la apropiación de
la ubicación espacial, estos establecen elementos fundamentales en su vida diaria:
Se rendía culto a los cuatros puntos cardinales. Cada familia se rendía culto
a la salida del sol que es de donde viene la energía positiva, después uno se
ponía de pie al norte donde está la sabiduría, la inteligencia, y se hacía una
ceremonia en la puesta del sol, los lugares oscuros dicen ellos, que es el lugar
donde descansan todos los espíritus de nuestros abuelos, y al sur porque allí
es el origen de nuestra raíz ancestral, porque vinieron del sur, yo siempre
lo hago en la mañana al amanecer. Cuando uno va a ser esas reverencias o
invocaciones siempre tiene que hacerlo descalzo porque la tierra es un ser vivo
y decían nuestros abuelos que a la tierra no hay que golpearla, ni golpear el
agua… en mi casa tengo un circulo sagrado, el toten, circulo hecho de plantas
ornamentales, siempre con una entrada que se le deja a la salida del sol (este)
porque esa es la entrada sagrada” (González, J; 2016).
Una de las creencias que prevalece en la comunidad es el aviso anticipado de futuras visitas a
partir del canto de un pájaro (güis) y el zumbido fuerte del que se produce en el fuego, en ambos
casos se anunciaba que la familia va a recibir visita, para ello, los antriones preparan comida y
café para recibir a los viajantes.
De igual manera sigue presente la creencia de que los niños recién nacidos no pueden ser
visitados por personas agitadas o mujeres con menstruación, también no se saca descubierto
al sereno para evitar salpullido. Para evitar que el sereno lo perjudique se inmuniza con la luna.
Durante la luna llena se saca al aire libre desnudo al bebé, se pone frente a ella, luego de
espalda, y luego lo envuelven bien. De igual manera, se pone su ropita a serenar, seguidamente
se le pone y el sereno ya no le afectará. (Romero; 2009: 34).
También se mantiene la creencia de enterrar el ombligo de los recién nacidos en los patios
de sus hogares para garantizar que en el futuro el infante ame a su comunidad y a la patria.
(Romero; 2009; 31).
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En el seno de las comunidades de estudio se comparten mitos y leyendas propias de la
idiosincrasia nicaragüense, tales como La cegua, una mujer muy alta con la cara desgurada
y cabello largo hasta los talones, dientes de caballo y que si la mira jamente le pierde en el
camino. (Altamirano; 2016).
El cadejo también es un actor que hace presencia en las comunidades. Se diferencian dos tipos,
uno negro que es asociado al varón y uno blanco que es compañía de la mujer: yo lo he visto,
es amigo de uno, ese espíritu se pega detrás de mí, me acompaña en mi camino por las noches
y madrugadas. Son cosas que uno tiene que ir conviviendo con ella, cosas que no son malas,
sino que son para proteger a la persona y a todo lo que está creado, todo tiene un significado, un
valor. (González, J. 2016).
De igual manera se habla de duendes, criaturas semejantes a hombres pequeños que andan
en busca de niños para llevárselos hacia el corazón de las montañas: Duendes, son chiquitos y
barbones, hay dos clase, el rojo y el verde, y solo son risa. El rojo es menos agresivo, si el verde
toca una niña se la lleva (Altamirano; 2016).
Entre los mitos propios de la población local, se registra El Guardián de la fauna de Yuca Puca,
un chavalito pequeño que aparece y espanta a las personas que se internan en la montaña con
las intenciones de cazar a los animales: allí hay cusucos, conejos y animales de monte, un niño
normal como de dos años vestido con un chorcito pierde –al cazador- o le corre a los perros.
(González, J. 2016)
El Príncipe del Gobiado, se dice que tiene una cueva en el cerro de nombre Gobiado y que
busca un niño sin bautismo para él desencantarse y que el niño sea el nuevo príncipe. Gente
muy formal asegura haberlo encontrado en los caminos de noche y de día, montado en un gran
caballo negro, la camisa es bordada y ofrece una gran cantidad de dinero a los padres del niño.
(Romero; 2009; 19)
En el centro de Santa María de Pantasma, se estableció una tribu indígena y por razones
desconocidas abandonaron la zona dejando un sembrillo para que nadie ocupara las tierras,
habían sembrado muchos árboles frutales, cítricos y el intruso que llegaba a la zona y comía
frutos enfermaba de ebre y moría, solo 8 días podía estar en el lugar. (Romero; 2009, 34)
La leyenda del Grito, es sobre un hombre que hizo pacto con el diablo, con el paso de los años
él buscaba como liberarse de esa maldición, para ello, siempre andaba en busca un niño sin
bautismo que entregaría a cambio de su alma. Se decía que se le miraba rondando los caminos
cercanos al lago, donde se escucha un grito y el relincho del caballo. (Romero; 2008: 25)
Estas son algunas de las tradiciones orales que se mantienen vigentes en la comunidad, y que
forman parte de su diario vivir, algunas quedan en la memoria como mitos, pero que ninguno
se atreve a comprobar, pues en el fondo, hay un sentimiento de creencia que les invita a creer y
reconocer esa cosmovisión.
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Las comunidades indígenas de Jinotega, resistencia y pertenencia
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Conclusiones
La cultura e historia de los pobladores de la comunidad indígena de Jinotega, se ha diseñado a
partir del elemento tierra que condiciona otras expresiones de identidad como el uso tradicional
de la medicina natural y la elaboración de cerámica de barro. De igual manera, se encuentra
arraigada las creencias comunitarias, entrelazadas entre el mito y la leyenda, donde sobresalen
lazos de solidaridad y actividades de buena vecindad.
Existe viva en la memoria de la comunidad, el uso de sus médicos tradicionales conocidos
popularmente como curanderos, quienes son encargados de suministrar las dosis exactas de
las hierbas, prolongando así su continuidad y fortalecimiento con el paso de los años. Su trabajo
está asociado fuertemente a la conexión que mantienen con la naturaleza, quien les proporciona
el conocimiento y sabiduría para suministrar y aprovechar los benecios sin perjuicio del hombre,
ni del medio que les rodea.
Los saberes y creencias pesan mucho en el imaginario de la población étnica, pues consideran
que son experiencias acumuladas que han sido heredadas de sus antepasados, a partir de la
oralidad y por lo tanto, sirven de lección y guía para las generaciones presentes y futuras. Esto
obedece a que existe un fuerte apego y respeto por las personas de mayor edad, a quienes se
les considera con experiencia y sabiduría, elemento que dista mucho de la cultura occidental,
donde se le suele menospreciar y excluir. Aquí los ancianos ocupan puestos importantes dentro
de la comunidad como concejeros, mediadores y líderes naturales.
En el espacio de estudio se comparten muchos mitos y leyendas que forman parte de la
idiosincrasia nicaragüense, pero de igual forma, se desarrollan otros propios de la comunidad,
los que son recreados en el paisaje y condiciones propias de la zona, contribuyendo de esta
manera a crear una base cultural propia que los identica como grupo poblacional, contribuyendo
signicativamente en la creación de vínculos particulares entre los miembros de la misma
localidad, que se traduce en la formación de una identidad étnica.
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Fuentes orales
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ciudad Jinotega el 16 de mayo de 2016.
Luz Marina Herrera (Herrera, L) Entrevista individual realizada por Ruth González García en
comunidad indígena de Las Cureñas, Jinotega, el 27 de octubre de 2016.
José Luis González (González, J) Entrevista colectiva realizada por Ruth González García en
ciudad Jinotega el 28 de octubre de 2016.
Herman Osegueda Altamirano (Osegueda, H) Entrevista colectiva realizada por Ruth
González en Ciudad Jinotega, el 28 de octubre de 2016.
Lic. Ruth González García
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Docente-Investigadora
Departamento de Historia,
Facultad de Humanidades y
Ciencias Jurídicas
https://orcid.org/0000-0001-
5408-1385
ruthgonzalez0290@gmail.com