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artículos
MSc. Jonathan Flores Martínez
consecuencias, las reformas económicas implementadas en los países
2
,
la globalización y sus
efectos, y cambios demográcos
profundos.
Sin embargo, pocas veces se asocia el ejercicio del poder político con el tema de la pobreza. En
Centroamérica la concepción y ejercicio oligárquico del poder fue el rasgo más notable que marcó
la historia política de los incipientes Estados nacionales, autodenominados “independientes”,
esta tradición política heredada desde la colonia logró calar en el imaginario colectivo de las
sociedades, y nalmente, se constituyó en un rasgo dominante de su cultura política, que pervive
hasta el presente.
Orlando Núñez (2006) dene a la oligarquía como una élite corporativa ligada al linaje familiar,
a privilegios y al control administrativo de diversas instituciones, el autor también señala que la
oligarquía como forma de gobierno ha estado presente en todos los países latinoamericanos y su
resultado ha sido una marcada diferenciación social que tiene un sustrato ideológico heredado
de las relaciones coloniales.
Este mismo autor, señala el rol que juega la ideología sobre el resto de la sociedad, arma que:
“la ideología o el proyecto dominante de las élites, será la ideología y el proyecto dominante de la sociedad,
ante los cuales la población marginada debe subordinarse y someterse”
(Núñez, 2006, p. 61).
La mala distribución del poder ha sido un obstáculo para lograr el desarrollo integral de las
sociedades, la escasa armonía entre ciudadanía y Estado diculta la elaboración de una agenda
política que incluya las demandas sociales de los grupos más excluidos, esto a su vez, impide
la elaboración de políticas públicas asociadas directamente con la realidad social de cada país
e incluso de la región.
Según Foucault (1979), el poder posee dos dimensiones: una negativa y otra positiva, la primera
se reere a aquella que excluye, divide, explota, y la segunda está asociada a la producción
de saberes y verdades que fomentan nuevas formas de interacción y relaciones sociales. En la
región la primera dimensión es más evidente, junto al desarrollo de lo urbano pervive el atraso
de lo rural, junto a la desnutrición infantil crecen las franquicias de comidas rápidas, frente al
crecimiento económico permanece la desigual distribución de la riqueza. Esto implica que los
pobres siguen estando excluidos de las discusiones y prioridades de las políticas públicas y su
estigmatización los sitúa como parte del problema y no parte de la solución.
Por tanto, retomando la perspectiva foucaultiana, el poder es una amplia red de relaciones
sociales que circula y se dirige a producir efectos a través de tácticas y estrategias especícas,
es decir, se pone en práctica, se ejerce, para ello es necesario que los sujetos sean conscientes
de su contexto social y de sus propias capacidades para transformar su entorno y así mismos.
El Estado gura como el principal responsable de garantizar las condiciones de una vida digna
para todos los ciudadanos, sin embargo, su rol está limitado por las dinámicas del mercado y el
poder transnacional, circunscribiendo en última instancia la pobreza a un problema meramente
de orden económico y abordado periféricamente desde la función del mismo.
Inmersa en este orden de cosas, la gobernabilidad de la región se vuelve más compleja, puesto
que el ejercicio del poder permea a todos los sujetos y grupos sociales, la inseguridad en la región
no es más que el reejo del bajo impacto de los programas gubernamentales encaminados a
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
2- La adopción de las políticas estándar del neoliberalismo fue una de las reformas económicas que tuvo un impacto socioeconómico deplorable para los sectores sociales más
vulnerables de la región. Un programa económico que cercenó muchos derechos sociales, y el desmantelamiento de las instituciones públicas. De acuerdo con Saldomando
(2006) el modelo neoliberal en Centroamérica obstaculizó las aspiraciones integracionistas de la región.