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Artículo
Luis Carlos A. R. Chow
La OMS en su informe del 2014 titulado: “Prevención del suicidio: un imperativo global”,
recomienda:
Aumentar la sensibilización respecto de la importancia del suicidio y los intentos de
suicidio para la salud pública, y otorgar a la prevención del suicidio alta prioridad en
la agenda mundial de salud pública. También procura alentar y apoyar a los países
para que desarrollen o fortalezcan estrategias integrales de prevención del suicidio en
el marco de un enfoque multisectorial de la salud pública” (OMS, 2014, pág. 93).
¿Cuáles son las principales causas del suicidio en dichos grupos etarios? Según informes
publicados, artículos e investigaciones realizadas sobre el fenómeno, una de las principales
causas es el componente socio-económico como factor determinante y luego el componente
emocional como factor condicionante.
El estigma que rodea el fenómeno del suicidio lo hace casi incomprensible, por tanto presentare
los componentes biológicos que actúan antes y durante el suicidio, para luego plantear ciertos
condicionantes sociales.
Hay aspectos neurobiológicos que caracterizan el suicidio. Un artículo publicado por los doctores
Alfonso Martín del Campo, Cristina González y Juan Bustamante, establecen que la base del
suicidio se puede detallar en la genética del individuo, al igual que la “disfunción del sistema
serotoninérgico (…) como factor predisponente de la conducta suicida” (del Campo, González ,
& Bustamante, 2013, pág. 4).
El sistema antes mencionado es el encargado de transportar la serotonina y el genotipo
de la enzima hidroxilasa triptófano (TPH), importantes para la estabilidad emocional en
el organismo. Según los doctores antes mencionados, el estudio forense dictaminó, que
en la mayoría de los jóvenes examinados reportaron la “disminución de la serotonina en
la zona del córtex prefrontal y alteraciones en la materia blanca del córtex órbitofrontal
izquierdo” (del Campo, González , & Bustamante, 2013, pág. 4). La zona del córtex
prefrontal según los neurólogos Kolb y Wishaw (2006, págs. 1-3) tiene conexiones con
el sistema límbico, el hipocampo y el tálamo, importantes para la gestión de conducta,
atención, memoria, inteligencia, motivación y estabilidad emocional en el individuo.
Mientras que una afectación en el córtex órbitofrontal representa un cambio radical en
las respuestas sociales y la inhibición de conductas poco aceptables, “lo que podría
relacionarse con la impulsividad y la conducta en pacientes con trastorno bipolar, depresión
o trastorno límite de la personalidad” (del Campo, González , & Bustamante, 2013, pág.
4). Es decir, que los jóvenes que se suicidaron tenían en mayor medida alteraciones
patológicas no tratadas adecuadamente o quizás nunca tratadas, además de entender que
el comportamiento suicida previo a consumar el hecho presenta conductas alteradas de la
conciencia, por lo que la lógica racional de buscar ayuda es improbable, mas no imposible.
Cabe destacar que sería incorrecto considerar que todos los que se suicidan son enfermos
mentales. El suicidio no depende únicamente de factores bioquímicos, si no, de condicionantes
y estímulos externos en constante simbiosis y resistencia respecto a las emociones y el
cómo reaccionamos ante el medio que nos rodea. Por tanto, es válido reexionar ¿Cómo es
posible tratar o intervenir a alguien que nunca se presenta ante el sistema de salud para ser
adecuadamente tratado? Las experiencias de Uruguay, Bolivia y Argentina son interesantes