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Globalización: Identidad cultural, latinoamericanismo e Integración.
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 14. Año 6. Julio-Diciembre 2019
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Josseline Yaleska Muñoz Berroterán
Globalización:
Identidad cultural,
latinoamericanismo
e Integración.
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RESUMEN
En este breve ensayo se pretende abordar el tema de globalización e inte-
gración desde la identidad cultural y la construcción de la misma, retomando
la perspectiva latinoamericanista de José Martí, para aterrizar a los desafíos
más puntuales del proyecto integracionista frente a la globalidad. Se ha con-
siderado útil abordar la identidad como categoría de estudio, porque no se
puede hablar de integración, sin primero encontrar o analizar la identidad
cultural de una región, para ello se ha tomado como apoyo la teoría de hibri-
dación cultural propuesta por García Canclini. Por otro lado, se abarca una
perspectiva más losóca para ubicar la realidad del latinoamericano desde
el pensamiento de Dussel.
ABSTRACT
This brief essay aims to address the issue of globalization and integration
from the cultural identity and its construction, taking up José Martí's Latin
American perspective, to land the most specic challenges of the integrationist
project in the face of globality. It has been considered useful to retake identity
as a category of study, because one cannot speak of integration, without
rst nding or analyzing the cultural identity of a region, for this purpose the
theory of cultural hybridization proposed by García Canclini has been taken
as support. On the other hand, a more philosophical perspective is included
to locate the reality of the Latin American from Dussel's thought.
PALABRAS CLAVE
Globalización, Identidad, Nuestra América,
emancipación mental, latinoamericanismo.
Globalización:
Identidad cultural,
latinoamericanismo e
Integración.
Globalization: Cultural
identity, Latin Americanism
and Integration.
Recibido: 18 septiembre 2019
Aceptado: 10 noviembre 2019
Copyright © 2019 UNAN-Managua
Todos los DerechosReservados.
KEYWORDS
Globalization, Identity, Our America,
mental emancipation, Latin Americanism
Josseline Yaleska Muñoz Berroterán
Estudiante de 4to año de la carrera de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales. Participante
de la jornada Universitaria de Desarrollo Cientíco
(2016), participante del concurso Narrativa Política
en memoria a Roberto Gonzáles del Departamento
de Filosofía (2018) y actualmente escritora en
el blog estudiantil universitario Palestra Política,
asesorado por docentes del Departamento de
Filosofía
https://orcid.org/0000-0002-8381-1188
DOI: https://doi.org/10.5377/hcs.v0i14.9716
josselinemunoz98@gmail.com
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Introducción
América Latina en la globalización ha sido un tema muy debatido por diversos autores, todos
desde una perspectiva diferente, pues la globalización por ser un fenómeno multidimensional y
constante puede ser objeto de análisis en todas las esferas de estudio. Para la región existe una
gran discusión acerca de los benecios reales que esta ha aportado al desarrollo de las socieda-
des, pasando por la identidad, la cultura, la economía, la política, entre otras; sin embargo, aún
no se da por sentado si la globalización es del todo negativa o positiva para América Latina e
Iberoamérica.
En este breve ensayo se pretende abordar el tema desde la identidad cultural y la construcción de
la misma, retomando la perspectiva latinoamericanista de José Martí, para aterrizar a los desafíos
más puntuales del proyecto integracionista frente a la globalidad. Se ha considerado útil retomar
la identidad como categoría de estudio, porque no se puede hablar de integración, sin primero
encontrar o analizar la identidad cultural de una región, para ello se ha tomado como apoyo la
teoría de hibridación cultural propuesta por García Canclini. Por otro lado, se abarca una perspe-
ctiva más losóca para ubicar la realidad del latinoamericano desde el pensamiento de Dussel.
El ensayo se encuentra dividido en tres aspectos centrales, en el primero Globalización: Evolu-
ción de la identidad cultural en América Latina, en donde se realiza una subdivisión para explicar
y analizar este proceso desde la teoría de la Hibridación cultural; en el segundo, Latinoameri-
canismo y Nuestra América, se maniesta la necesidad de retomar una perspectiva desde la
visión situada latinoamericana, para concretar una agenda común de la región y los proyectos
pendientes, y en el tercero, Desafíos de Integración en Nuestra América, se explica cuáles son los
obstáculos a los que se enfrenta la región en el marco de un mundo globalizado y, por último, se
expresan las reexiones nales alrededor del tema.
Globalización: Evolución de la identidad cultural en América Latina.
El fenómeno de la globalidad se debe comprender desde una perspectiva multicausal, porque
no se reere solo a una reorganización del sistema económico o de mercado, sino que con ello
se generan otros cambios en la esfera política, social y sobre todo cultural. Este proceso tiene
como propósito la integración internacional a través de un mecanismo de homogenización, en
donde unos se imponen sobre otros, es decir, los más dominantes se sobreponen a los menos
favorecidos, que estructuralmente en Latinoamérica constituyen la mayoría.
La globalización también se puede concebir como un proceso que representa la multipolaridad
del mundo, por un lado ha facilitado las relaciones y ha desarrollado las redes de interconecti-
vidad, mientras que por el otro ha construido un sistema socioeconómico que se sustenta en el
capitalismo, del cual se desprenden otros procesos que han evolucionado a las sociedades como
las tecnologías, los medios de comunicación, las migraciones, la transculturalidad y aculturación,
entre otros, pero que, para bien o para mal transforman el modo de vivir.
La globalización está reestructurando nuestros modos de vivir, y de forma muy profun-
da. Está dirigida por Occidente, lleva la fuerte impronta del poder político y económico
estadounidense y es altamente desigual en sus consecuencias. Pero la globalización no
es solo el dominio de occidente sobre el resto; afecta a Estados Unidos igual que a otros
países. (Giddens (2000), citado en Sánchez (2007, p.11).
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La mundialización de las sociedades no ha sido de igual benecio para todos los países del mu-
ndo, sino, entonces no existirían países desarrollados y países en desarrollo, como se mencionó
anteriormente, la globalización transforma directamente los sistemas de relaciones sociales, cul-
turales, políticos y económicos; en ese sentido, a los países menos avanzados les corresponde
adaptarse a estos sistemas para subsistir, pero en este proceso de adaptación no siempre se al-
canzan los resultados esperados, debido a que en su mayoría estos no se encuentran preparados
estructuralmente para asumir determinados cambios o inuencias.
Así pues, Canclini en su obra Culturas híbridas (2001) habla de una modernidad sin modernización
en los países de América Latina, con esto se reere a que se han adaptado estos procesos de mo-
dernidad pero que no se han alcanzado procesos de modernización, por ejemplo, se tiene acceso
a una cantidad inmensa de obras literarias, considerando que la modernidad es una características
de las sociedades civilizadas o cultas, pero sigue existiendo una parte de la población analfabeta;
o bien, se puede tener acceso a la educación, pero existen índices de escolaridad que demuestran
que no todos los niños, niñas y adolescentes matriculados culminan la educación básica, se habla
de democratización, pero son las élites políticas y económicas las que construyen esos sistemas,
dejando por fuera al sector popular, y así sucesivamente en otras esferas se puede observar la
modernidad sin modernización real.
“¿Por qué nos vamos a andar preocupando por la posmodernidad, si en nuestro conti-
nente los avances modernos no han llegado del todo, ni a todos? No hemos tenido una
industrialización sólida ni una tecnicación extendida de la producción agraria ni un orde-
namiento sociopolítico basado en la racionalidad formal y material” (Canclini, 2001, p. 41).
Otro de los temas anes a la globalización, ha sido el de la identidad cultural y su relación con la
evolución de la comunicación social, el elemento comunicacional resulta indispensable para reali-
zar un análisis del estado social de un determinado grupo, ya que, es por medio de este por el que
se reproducen, evolucionan y se transforman conductas de vida y de expresión indentitaria en los
colectivos.
La comunicación ha sufrido una evolución signicativa en todos sus sentidos, desde la teoría hasta
la práctica, los medios de comunicación en la época actual son los productores de una variedad
de cruces de identidad, ya que constituyen uno de los canales más importantes o el principal, por
donde se exportan las tendencias culturales de las sociedades dominantes; siendo la moda, la
música y el lenguaje los más inuyentes, buscando la interconectividad, pero, a su vez, produce
una transformación de identidad, porque se van asumiendo como propios elementos importados
de dichas tendencias dominantes.
Estos adelantos en la tecnología de las comunicaciones alientan un modo de vida global
que se expresa en la moda, las costumbres, la música, la gastronomía. Así, el grupo de
rock Queen se oye en todo el mundo y en años recientes, hasta en la ex-Unión Soviética
se han formado conjuntos intérpretes de ese género musical nacido en Estados Unidos.
La navidad se celebra en Japón, aunque menos del 1% de la población es cristiana (Nai-
sbitt y Aburdene, 1990), al mismo tiempo que millones de personas en occidente abrazan
el orientalismo como refugio espiritual. (Arenas, 1997, p, 03)
En América Latina, el tema de identidad se ha abordado desde la perspectiva del proceso de fun-
dación de los estados nacionales independientes, en la búsqueda de lo que cada Estado naciente
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posee y lo diferencia de la otredad, el nacionalismo; siendo esto una construcción ideológica como lo
apunta Anderson (1993, citado en Cancino, p.2), y que para el sociólogo Bauman sería: “La identidad
nacida como cción requirió de mucha coerción y convencimiento para fortalecerse y cuajar en una
realidad (más concretamente: en la única realidad imaginable), y estos dos factores sobrevolaron la
historia del nacimiento y de la maduración del Estado moderno.” (Bauman, citado en Estrada, 2006,
p.299). Se creó un himno nacional, símbolos patrios y se proclamaron a los héroes nacionales para
legitimar una historia y una identidad nacional en cada Estado, que no fue más que una construcción
de la élite criolla.
Por otro lado, este proceso se ha orientado hacia la recuperación y mantención de las tradiciones, las
raíces indígenas y el folclor de estas mismas para redenir lo que somos, sin embargo, este último
enfoque pese a su auge social no deja de estar sometido por la globalidad y tampoco se pueden ver
como tradiciones puras que generan identidades diferenciadas, sino como procesos evolucionados
y dinámicos. Pero también, esto se debe a que la imposición de identidades nacionales ha desplaza-
do a las identidades originarias construyendo identidades cticias y estereotipadas.
“Según Hopenhayn, «no hay identidades que resistan en estado puro más de unas horas ante la
fuerza de estímulos que provienen de todos los rincones del planeta»” (1994, p. 122, Citado en Are-
nas, 1997, p.03). Esto supone que debido al mundo globalizado al que está sometida toda sociedad,
resulta difícil encontrar identidades no contaminadas por el exterior o por las mismas inuencias
locales, por ello, Arenas, también sugiere que se debe dejar de pensar en el pasado de América
Latina de manera retórica y discursiva para ver el presente con mayor detenimiento, y alcanzar los
procesos que se desean.
Culturas híbridas: Latinoamérica
A estos procesos de trasformación y creación de nuevas culturas, el antropólogo Néstor García
Canclini las ha denominado culturas híbridas, dentro de estas Latinoamérica es uno de los ejemplos
más sobresalientes, siendo además la región en la que el autor centra su obra. La hibridación cul-
tural es un proceso de transformación, reestructuración de las sociedades y de lo que marcan sus
patrones de comportamiento, tradiciones, o mejor dicho, la forma de vida en todos los espacios y,
con ello, su identidad.
América Latina es un conjunto de culturas que se han entremezclado para dar origen a una identidad
latinoamericana, o bien lo que se conoce como el proceso de mestizaje. Dentro de este espacio de
retransformación se van uniendo culturas africanas, asiáticas y europeas principalmente, dando ori-
gen a una riqueza cultural y, a su vez, compartida, en mayor o menor medida en toda Latinoamérica
e Iberoamérica.
Producto de estos cruces culturales se ha obtenido una heterogeneidad que ha dicultado la inercia
entre los primeros intentos de organización de los Estados y la cohesión social de todos los sectores,
tanto blancos, negros, amarillos y rojos. Esta diversidad étnica ahora se comprende como la iden-
tidad Latinoamérica que producto de su diversidad y evoluciones la hace única en el mundo. “Hoy
concebimos a América Latina como una articulación más compleja de tradiciones y modernidades
(diversas, desiguales), un continente heterogéneo formado por países, donde en cada uno, coexisten
múltiples lógicas de desarrollo.” (Canclini, 2001, p. 43).
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Desde una perspectiva más actual este proceso de hibridación continua trasformando las culturas
existentes, siendo la globalización, desde su inicio, el mecanismo por antonomasia. Dentro de la secu-
encia histórica de la globalización, se toma como punto de partida a las primeras embarcaciones que
trazaron las rutas de conexión entre Europa y América a nales del siglo XV; construyendo, además, una
interconexión transcontinental; en la actualidad la globalización se entiende por los procesos de relaci-
ones y adaptaciones a lo externo a través de las lógicas de comunicación (medios de comunicación y
redes sociales).
La cultura de América Latina ha sido exportada, pero, en ese proceso también se han importado con
bastante incidencia otras culturas. Un ejemplo puede ser la creación de música latina adoptando ritmos
caribeños y occidentales, o bien, la indumentaria actual reeja esa interacción simbólica de la globaliza-
ción, se ve a hombres y mujeres utilizando jeans o pantalones de mezclilla, el idioma esencial en América
después del español es el inglés y así sucesivamente el sistema globalizador ha ido imponiendo sus
tendencias a los demás.
No obstante, resulta entonces necesario preguntarse que tanto ha beneciado la globalización a Nuestra
América o si solo ha logrado diseminar las identidades culturales para redenir una identidad globaliza-
da, en donde el benecio no se distribuye de forma igualitaria ni equitativa; pero ello, no signica que la
globalización sea un fenómeno negativo en su totalidad, sino que más bien las recetas creadas desde
afuera para tratar la especicidad de América Latina, no responden a la realidad social de esta región,
sino que ha provocado serios atascos en el desarrollo, por ejemplo, si se habla de globalización, si se
habla de capitalismo, se habla de neoliberalismo y si se habla de neoliberalismo se está hablando de
cambios y reformas económicas que ponen al mercado por encima de lo humano, lo cual en la región
no ha sido del todo viable a como se esperaba que lo fuese.
Volviendo entonces al tema de hibridación cultural, Latinoamérica enfrenta grandes desafíos de inte-
gración y desarrollo debido a las inminentes inuencias de la globalización en todos sus escenarios
(económico, político, social, cultural y religioso), estos cruces sociales y culturales han ido redeniendo
y reformando la identidad latinoamericana, el asentamiento de una modernidad producto de la globaliza-
ción ha ido invisibilizando los problemas reales de las sociedades, dejando en la marginalidad histórica a
las mayorías excluidas, se puede pensar en una globalización excluyente y desigual entre un país y otro.
De allí surge el problema de la sociedad latinoamericana, de ser pensados desde afuera y construidos
mediante la réplica de modelos externos, para organizar el sistema social.
Latinoamericanismo y Nuestra América
La perspectiva latinoamericanista planteada por el intelectual cubano José Martí, propone la identidad
desde nuestra realidad como sujetos políticos e históricos, desde el reconocimiento de nuestras cir-
cunstancias para derribar en primera instancia, la colonialidad del pensamiento y pasar a un proceso
de descolonización, esta propuesta abarca la construcción de una identidad situada desde la óptica de
todos los sectores, principalmente de las grandes mayorías. Para Cansino, (1998) “El latinoamericani-
smo ha sido concebido como una supraidentidad que estaría sustentada en el imaginario de un espacio
cultural, valorativo, sensitivo, ético, etc. y para algunos autores como una forma de civilización que nos
deslindaría del norte” (p.03).
Pero esta perspectiva no solo desvincularía a los latinoamericanos del norte, sino de cualquier otra for-
ma de pensamiento colonial, es pues, una transformación del pensamiento losóco. El latinoamericani-
smo de Martí exige una posición libertaria o más bien, liberadora, una emancipación mental.
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En palabras de (Saladino, 2005) “Pero el latinoamericanismo de José Martí, para ser li-
bertario, exige, además del dominio de nuestra historia, el cultivo y profundización del
conocimiento del presente de la realidad de los países del continente. Por ello invocará
casi permanentemente la renovación educativa, ámbito especíco para fomentar y generar
las más diversas lógicas explicativas sobre la situación y perspectivas de Latinoamérica,
desde nuestras propias circunstancias” (p.155).
Este enfoque es una mirada desde la realidad histórica de los pueblos de América Latina para
comprender el mundo y desde eso, insertar a los países de América al mundo, de tal manera que el
problema que se enfrentó en los años pasados de un reconocimiento político, tras las independen-
cias, es hoy un problema de espíritu y de esencia, es decir, de perspectiva y de mentalidad. En otras
palabras, se trata pues, de asimilar el pasado y enraizarlo en la actualidad.
Apropiarse de las realidades actuales del continente es uno de los principios que maniesta la frase
Nuestra América como símbolo de resistencia, asimilación y aceptación sobre todo, de lo que se
es y de lo que nos hemos convertido, para avanzar desde ese proceso hacia una reinvención que
propicie el desarrollo integral, como pueblos capaces de forjar una integración cultural y no solo
económica, sino más humanista.
En esta misma línea se encuentra otro pensador de América Latina, Dussel (1934-), quien propone
entonces de manera tácita la losofía de la liberación. Dussel va a introducir esta losofía en América
Latina a partir de los años 70, considerada como un desprendimiento de la teología de la liberación,
porque persigue la liberación de los que han sido oprimidos, los sectores populares de la sociedad,
es decir, reconocer la realidad del sujeto latinoamericano que ha sido objeto de explotación, esta
losofía busca la reexión ontológica del ser.
Esta corriente tendrá como objetivo repensar América Latina y romper con el pensamiento etnocen-
trista; estará enmarcada en la crítica a las dicotomías creadas de centro-periferia, desarrollo-sub-
desarrollo, el yo/el otro y esencialmente partiendo de la teoría de la dependencia, la cual sitúa a la
región como la periferia que necesita del centro para su supervivencia en el esquema mundial, esa
periferia sería la otra cara del desarrollo y de la globalización, donde no solo se da una dominación
económica, sino que también es cultural, política y social.
En esa dominación del centro hacia la periferia o de la negación del otro como sujeto humano, Dus-
sel considera imperativa la necesidad de una losofía de la liberación, que implica una emancipación
subjetiva y la decolonialidad del saber, del poder y del ser, es decir, irrumpir con el dominio simbólico
que socava el pensamiento de la realidad social en los individuos.
La losofía de la liberación será entonces: ‘‘Escrito desde la periferia para hombres de la
periferia, sin embargo, se dirige también al hombre del centro’’… ‘‘Filosofía de la liberación,
losofía postmoderna, popular, feminista, de la juventud, de los oprimidos, de los condena-
dos de la tierra, condenados del mundo y de la historia.’’ (Dussel, 1996:10).
Sin embargo, en los años más recientes, esta perspectiva debe ser considera no como un argumen-
to en contra de la globalización, sino más bien como un llamado a despertar del dominio mental,
que se ha arraigado producto de las alteridades subjetivas inoculadas en el imaginario social, pero
además, este enfoque puede ser considerado fundamental para comprender por qué América Lati-
na aún continúa manifestando desafíos para concretar una integración regional, un proyecto antiguo
y necesario para una región que merece situarse de forma estratégica en el plano internacional.
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Desafíos de integración de Nuestra América
Uno de los grandes desafíos ante la mundialización, es que América Latina debido a sus procesos
sociopolíticos e históricos no han logrado denir instituciones sólidas o un sistema institucionalizado,
en donde las proyecciones a futuro se enmarquen como políticas de estados y no como de gobier-
nos, puesto que la alternancia entre un gobierno y otro ha debilitado en gran medida los proyectos
políticos, económicos y sociales que se van trazando en un determinado momento.
Esto se puede explicar desde el análisis al comportamiento de la clase política que ha gobernado la
región, primero quienes perseguían la independencia de la colonia, buscaban también un reconoci-
miento político, dejando a un lado a los grupos étnicos que perseguían más que una independencia,
gozar de soberanía territorial y respeto; luego, la clase política que ostentó los cargos públicos reda-
ctó las constituciones de los nacientes estados nacionales, desde su visión y sus aspiraciones, ne-
gando directa o indirectamente la existencia de otras clases sociales que también merecían recono-
cimiento. Es decir, que se impuso un sistema político-jurídico al margen de una realidad sociocultural.
Esta problematización de reconocimiento o negación del otro por matices discriminatorios, es una
de las causas de la fragilidad institucional, entonces, si se entiende en términos generales que la
integración, más allá de unidad es reconocimiento y reunión bajo un mismo enfoque que se explica
a través de una misma historia, se puede concretar un proceso de integración, porque entonces se
comprende que determinados grupos pueden estar unidos por tener un punto en común. Este análi-
sis en Nuestra América ha quedado soterrado por la idea de reconocimiento político, independencia
territorial y diferenciación del otro para imponer límites entre una y otra nación. Estos problemas se
ven reejados a la hora de rmar convenios o tratados que pueden gestionar la integración, pero no
son cumplidos por las partes, ni se les da continuidad.
Además de la falta de unos Estados sólidos institucionalmente, otro desafío en este escenario glo-
balizado es la inuencia de los mercados y el sistema económico, pues, aunque se apunte hacia
una integración económica, los problemas reales de la sociedad no se satisfacen. La integración
económica a la que deben someterse los países en desarrollo de América Latina les obliga a adop-
tar sistemas que anteponen el mercado internacional al local, transformándose en un crecimiento
económico desigual, porque no todos los países trazan los mismos lazos de relaciones económicas
con los países del mundo y se genera un ambiente de competitividad para atraer las inversiones y el
capital que se necesita para impulsar el crecimiento y desarrollo social.
Por otro lado, la globalización como un fenómeno multidimensional y, a la vez, de distracción, ha ge-
nerado un obstáculo para alcanzar proyectos de carácter regional que den respuesta a las necesida-
des sociales, es decir, que producto de un sinnúmero de avances tecnológicos y comunicacionales,
se han generado distracciones para invisibilizar los problemas reales, para manipular los sentidos y
las conciencias de los individuos, así como lo planteaba Marcuse en su obra Hombre Unidimensional
(1965), donde considera que el hombre moderno esta alienado, en ese sentido, si los sujetos latino-
americanos desvían su atención hacia cosas superciales y más banales, difícilmente se podría for-
mular como demanda esencial la integración regional, como un mecanismo estratégico para alcanzar
la modernización de forma transversal en todos sus sentidos.
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Reflexiones finales
Finalmente se puede decir que la globalización es un fenómeno multidimensional y que genera cam-
bios de vida en las sociedades, pero que también es constructora y transformadora de identidades
culturales, debido a la gran inuencia de los diversos mecanismos que la constituyen en los últimos
años. Este proceso es fundamental para comprender la evolución de las identidades culturales, princi-
palmente en América Latina, además, es preciso comprender que la globalización no se ha esparcido
de forma simultánea o igualitaria en todos los países, por lo que en América Latina se observa una
aparente modernidad.
Por otro lado, a estos procesos de mezclas y cruces culturales se les conoce como hibridación cul-
tural, siendo América Latina uno de los mayores ejemplos en el mundo globalizado es receptora en
mayor cantidad de los efectos culturales que genera la globalización y presenta rasgos de una socie-
dad fragmentada, a la cual se le ha dicultado sostener lazos de integración más allá de lo económico.
La perspectiva latinoamericanista es una corriente de pensamiento que apuesta por la integración y
el reconocimiento de los latinos como sujetos históricos y políticos, situados en una realidad determi-
nada, la cual debe servir de empuje para trazar los lazos de unidad y desarrollo en la región, esta pro-
puesta busca una identidad desde el autoreconocimiento como necesidad estratégica para alcanzar
el desarrollo, es la propuesta hacia la emancipación mental como lo propone Dussel.
Los desafíos de integración que enfrenta la región latinoamericana no son más que un reejo de una
sociedad estaticada a la que se le ha dicultado construir instituciones sólidas para organizar a los
colectivos, este desafío es uno de los más importantes para luego pensar en un proyecto de inte-
gración regional, pero antes es menester repensarse como ciudadano latinoamericano, a través de
la comprensión de las circunstancias históricas y actuales para concretar en primer orden, una inte-
gración local y luego regional, pero sobre todo bajo el entendimiento de que eso que nos distingue,
también forma parte de la identidad latinoamericana.
De esta manera, se debe trazar una agenda que conciba a la integración como una estrategia y una
acción de complementariedad. Un proyecto que magistralmente fue concebido e impulsado geopolíti-
camente en la región con la gura del presidente Hugo Chávez Frías.
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Estudiante de 4to año de la carrera de Ciencia Política
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