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Globalización: Identidad cultural, latinoamericanismo e Integración.
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 14. Año 6. Julio-Diciembre 2019
Pág 97-106
En palabras de (Saladino, 2005) “Pero el latinoamericanismo de José Martí, para ser li-
bertario, exige, además del dominio de nuestra historia, el cultivo y profundización del
conocimiento del presente de la realidad de los países del continente. Por ello invocará
casi permanentemente la renovación educativa, ámbito especíco para fomentar y generar
las más diversas lógicas explicativas sobre la situación y perspectivas de Latinoamérica,
desde nuestras propias circunstancias” (p.155).
Este enfoque es una mirada desde la realidad histórica de los pueblos de América Latina para
comprender el mundo y desde eso, insertar a los países de América al mundo, de tal manera que el
problema que se enfrentó en los años pasados de un reconocimiento político, tras las independen-
cias, es hoy un problema de espíritu y de esencia, es decir, de perspectiva y de mentalidad. En otras
palabras, se trata pues, de asimilar el pasado y enraizarlo en la actualidad.
Apropiarse de las realidades actuales del continente es uno de los principios que maniesta la frase
Nuestra América como símbolo de resistencia, asimilación y aceptación sobre todo, de lo que se
es y de lo que nos hemos convertido, para avanzar desde ese proceso hacia una reinvención que
propicie el desarrollo integral, como pueblos capaces de forjar una integración cultural y no solo
económica, sino más humanista.
En esta misma línea se encuentra otro pensador de América Latina, Dussel (1934-), quien propone
entonces de manera tácita la losofía de la liberación. Dussel va a introducir esta losofía en América
Latina a partir de los años 70, considerada como un desprendimiento de la teología de la liberación,
porque persigue la liberación de los que han sido oprimidos, los sectores populares de la sociedad,
es decir, reconocer la realidad del sujeto latinoamericano que ha sido objeto de explotación, esta
losofía busca la reexión ontológica del ser.
Esta corriente tendrá como objetivo repensar América Latina y romper con el pensamiento etnocen-
trista; estará enmarcada en la crítica a las dicotomías creadas de centro-periferia, desarrollo-sub-
desarrollo, el yo/el otro y esencialmente partiendo de la teoría de la dependencia, la cual sitúa a la
región como la periferia que necesita del centro para su supervivencia en el esquema mundial, esa
periferia sería la otra cara del desarrollo y de la globalización, donde no solo se da una dominación
económica, sino que también es cultural, política y social.
En esa dominación del centro hacia la periferia o de la negación del otro como sujeto humano, Dus-
sel considera imperativa la necesidad de una losofía de la liberación, que implica una emancipación
subjetiva y la decolonialidad del saber, del poder y del ser, es decir, irrumpir con el dominio simbólico
que socava el pensamiento de la realidad social en los individuos.
La losofía de la liberación será entonces: ‘‘Escrito desde la periferia para hombres de la
periferia, sin embargo, se dirige también al hombre del centro’’… ‘‘Filosofía de la liberación,
losofía postmoderna, popular, feminista, de la juventud, de los oprimidos, de los condena-
dos de la tierra, condenados del mundo y de la historia.’’ (Dussel, 1996:10).
Sin embargo, en los años más recientes, esta perspectiva debe ser considera no como un argumen-
to en contra de la globalización, sino más bien como un llamado a despertar del dominio mental,
que se ha arraigado producto de las alteridades subjetivas inoculadas en el imaginario social, pero
además, este enfoque puede ser considerado fundamental para comprender por qué América Lati-
na aún continúa manifestando desafíos para concretar una integración regional, un proyecto antiguo
y necesario para una región que merece situarse de forma estratégica en el plano internacional.