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Dr. Carlos Andújar Persinal.
Sin embargo, la abraza a su manera el poder trujillista y la instrumentaliza como recurso
doctrinal, desvirtuando todo su potencial liberador y crítico sobre la sociedad, el individuo
y la historia. El trujillismo generó un sistema educativo eciente en la enseñanza, métodos,
técnicas y procesos de enseñanza-aprendizaje, pero mediatizado en cuanto a la libertad
creadora, ya que estuvo ausente la interpretación crítica de los procesos sociales, pero
también faltó un medio dinámico de interpretación o lectura comprensiva que permitiese
crear un pensamiento propio, pues estos propósitos contravenían a los de la dictadura,
que prefería un ser humano dócil, sin sentido crítico de los procesos sociohistóricos
y adocenado en su manera de pensar. Ofrecer una educación socialmente limitada a
ciertos sectores sociales era un modo de fortalecer los mecanismos de dominación y
control político del individuo.
Los pilares de la ideología trujillista no se hicieron esperar para montar la doctrina sobre la
cual se desarrolla el poder: la herencia hispánica indiscutible del pueblo, el anticomunismo,
el antihaitianismo y la herencia católica del pueblo dominicano.
Es obvio que de este resumen en los que se fundamentó el trujillismo, reiteramos lo
relacionado a la africanía como parte de una viaje historia de colonización, pues el
nacionalismo trujillista, se centró en el antihaitianismo, pero arrastró en el paquete la
africanía dominicana: el folklore, las manifestaciones populares y las traiciones de la
cultura de ascendencia afrodominicanas, las que no fueron prohibidas, fueron relegadas
o ignoradas por el régimen, todo lo cual generó un impacto exponencial en los traumas
de la identidad cultual dominicana que, como desde el Estado y sus instituciones, se
impone una mirada de nuestra identidad sesgada y discriminatoria, excluyente y selectiva,
acrecienta los conictos identitarios. Al servicio de lo cual estuvo igualmente, como otros
momentos históricos, una clase intelectual y grupos de poder como responsables de
la construcción de esta baja autoestima en nuestra percepción de lo que somos como
pueblo y de nuestras identidades como nación.
Discurso identitario y amnesia de la memoria
Esta amnesia es parte de una confabulación con el poder, explica una debilidad
estructural del pensamiento dominicano y un compromiso de la intelectualidad con una
espistemología acerca de lo que somos como nación, distante, alienada de la realidad
y confrontada con la cotidianidad de un pueblo que, como el nuestro es caribeño,
afroamericano, mestizo y diverso en sus manifestaciones culturales.
La invisibilidad de la africanía es la usencia del protagonismo de los grupos
afrodescendientes en la construcción de la nación, los aportes de los negros esclavizados
a la sociedad dominicana, los aportes afrodominicanos a la cultura dominicana, el
reconocimiento de lo africano en la cotidianidad del pueblo, la discriminación y los
prejuicios que norman el habla popular dominicano en contra de todo lo que es negro,
la resistencia desde la política al reconocimiento de una imagen negra como parte de
nuestra diversidad cultural y fenotípica y el esfuerzo por ausentar del escenario político
de poder, la gura presidencial negra.
La literatura, el refranero y la tradición oral están cargadas de africanía, pero pocas
veces reconocida por el discurso. Las instituciones del Estado promueven muy poco el
aporte africano a la sociedad dominicana. A los contenidos de la currícula de nuestras