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Estado del arte del estudio de los estilos de aprendizaje
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
Pág 53-68
El cuestionario consta de 80 ítems breves y se estructura en cuatro grupos o secciones de 20 ítems
correspondientes a los cuatro estilos de aprendizaje (Activo, Reexivo, Teórico y Pragmático). Todos
los ítems están distribuidos aleatoriamente formando un solo conjunto. La puntuación absoluta que
el sujeto obtenga en cada grupo de 20 ítems, constituye el nivel que alcance en cada uno de los
cuatro estilos de aprendizaje (Alonso et al., 1995).
La abilidad y validez de este cuestionario ha sido demostrada basándose en las pruebas
estadísticas pertinentes al analizar los estilos de aprendizaje en una muestra de 1.371 estudiantes
de 25 Facultades de las Universidades Complutense y la Politécnica de Madrid. Para ello, se utilizó
como instrumento de diagnóstico el Cuestionario de Honey-Alonso de Estilos de Aprendizaje,
CHAEA, adaptación para contextos españoles del Learning Styles Questionnaire de Honey, edición
1988 (Gallego y Alonso, 2012).
Además, los autores proponen criterios para su adaptación en otros contextos. Por ejemplo, Maureira
(2015) realizó una adaptación al CHAEA para estudiantes de Educación Física de la Universidad
SEK, en Santiago de Chile. El propósito de este autor fue reducir el número de ítems manteniendo
las propiedades psicométricas del instrumento. Los resultados de este estudio mostraron que es
posible reducir el CHAEA a 36 ítems, con 9 por cada estilo de aprendizaje, manteniendo valores de
conabilidad y validez de cada sub escala similar al del este original.
Utilidad del Estudio de los Estilos de Aprendizaje
Las investigaciones sobre estilos de aprendizaje realizadas en diversas Universidades de América
Latina y España han utilizado en su mayoría un enfoque cuantitativo, correlacional y buscan relación
entre las variables estilos de aprendizaje, estrategias de aprendizaje y rendimiento académico
(Trelles, Alvarado y Montánchez, 2018; Vega y Hugo, 2018; Freiberg, Ledesma y Fernández, 2017;
Solano, L. 2016; Juárez et al 2016; Domínguez et al, 2015; Barrantes et al. 2015; Ortiz y Canto,
2013; Cardozo, 2012; García Cué et al. 2012; Acevedo y Rocha, 2011; Camarero, Buey y Herrero,
2000; Cano y Justicia, 1993).
Otros estudios además de relacionar estas variables incluyen variables sociodemográcas y
académicas como el sexo, edad, carrera y año que cursan, materia o asignatura (Altamirano, Araya
y Contreras, 2019; Jiménez Álvarez et al. 2019; Alducin y Vásquez, 2017; Solari, Rivera y Velasco,
2017; Gargallo et al. 2017; Domínguez et al, 2015; Acevedo, Cavadia y Alvis, 2015; Aguilar, 2010;
Díaz et al. 2009).
Los resultados de algunos de estos estudios evidencian relación entre los estilos de aprendizaje
con el rendimiento académico, lo que respalda la teoría de los estilos de aprendizaje como un factor
que puede favorecer el desempeño académico de los estudiantes (Altamirano, Araya y Contreras,
2019; Vega y Hugo, 2018; Benavides, R. 2018; Freiberg, Ledesma y Fernández, 2017; Juárez et al
2016; Isaza, 2014; Cabrera, J. 2013; Ortiz y Canto, 2013; Acevedo y Rocha, 2011; Loret de Mola,
2011; Ruiz, Trillos y Morales, 2006; Cantú, I. 2004; Camarero, Buey y Herrero, 2000; Cano y Justicia,
1993).
Por otra parte es importante mencionar que el estudio de los estilos de aprendizaje ha generado
aportes signicativos en distintas Universidades Latinoamericanas y Españoles. Por ejemplo,
Gallego y Alonso (2012) han realizado diversos estudios donde proponen el uso de los estilos
de aprendizaje como una estrategia pedagógica del siglo XXI, ya que consideran que los estilos
de aprendizaje facilitan un diagnóstico de los estudiantes, con un nivel más técnico y objetivo