81
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
MSc. Francisco Martínez Báez
Los Sitios de la
Memoria en Managua:
Monumento al Maestro
Gabriel
82
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
RESUMEN
En este estudio se aborda un análisis de uno de los sitios de la memoria
existente en la ciudad de Managua y su aprehensión por parte de la pobla-
ción y las instituciones estatales educativas y culturales.
ABSTRACT
This study addresses an analysis of one of the memory sites existing in
the city of Managua and its apprehension by the population and the state
educational and cultural institutions.
PALABRAS CLAVE
Sitios de la memoria, Arte funerario,
Panteón Nacional, Centro Histórico.
KEYWORDS
Memory sites, Funeral art, National Pan
-
teon, Historical Center.
Los Sitios de la Memoria en
Managua: Monumento al
Maestro Gabriel
Recibido: 11 febrero 2020
Aceptado: 27 abril 2020
Copyright © 2020 UNAN-Managua
Todos los DerechosReservados.
The Sites of Memory in Managua:
Monument to the Master Gabriel
MSc. Francisco Martínez Báez
Profesor Titular en la Facultad de Educación e Idiomas,
de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua,
Managua. UNAN-Managua
https://orcid.org/0000-0002-1538-7602
frankartista@hotmail.com
83
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
Introducción
Hay dos hechos relevantes que marcaron la vida de los capitalinos (de origen): el terremoto de
Managua de 1972 y la Revolución Popular Sandinista de 1979, estos dos hechos históricos
denieron el rostro y establecieron las pautas de desarrollo urbanístico que todavía se aplican.
Como toda ciudad, Managua, no deja de ser un ente dinámico, en constante crecimiento, aunque
desordenado y con una población juvenil mayoritaria y desarraigada de los lugares históricos de la
metrópolis inicial, sumado a esto, la capital nicaragüense es el punto de encuentro de migrantes de
todo el territorio nacional, por lo cual, no cuentan con un arraigo o vínculo emocional que los una a
los monumentos locales, más aún, cuando los mismos no los asocian con la historia republicana.
Surge la cuestión del rescate y promoción de ciertos lugares fundacionales del espacio urbano
capitalino, no sólo en tanto salvaguardia del patrimonio cultural material o tangible sino como
difusores de la memoria colectiva. En este sentido, no debemos perder de vista lo que nos señala
Pierre Nora: “La focalización monográca sólo tiene interés si permite tipicar un estilo de relación
con el pasado, si pone en evidencia una organización inconsciente de la memoria colectiva, si
articula una red hasta entonces invisible mediante la iluminación repetida de identidades diferentes.
Sin ellos no se llegaría más que a una colección de memoriales evidentes o a un paseo turístico por
el jardín del pasado. Lo que cuenta, repetimos, es el tipo de relación del pasado y la manera en que
el presente lo utiliza y lo reconstruye, los objetos no son más que indicadores y signos de pista”.
(Nora en revista Ayer, 1998:17)
Materiales y métodos
Este trabajo es el resultado de la búsqueda, recopilación y análisis de bibliografía y chas técnicas
relacionadas con los sitios de la memoria, arte funerario y la apropiación de monumentos históricos
capitalinos, en este caso el objeto de estudio especíco es el Monumento al Maestro Gabriel,
localizado físicamente a la entrada del Panteón Nacional Cementerio San Pedro en la ciudad de
Managua. Fue importante la visita de campo y creación de un archivo fotográco a hitos urbanos
disociados entre sí aparentemente, pero que en su conjunto forman lo que podría denominarse
Centro Histórico de Managua.
La gura del Maestro Gabriel
Gabriel Morales Largaespada nació el 18 de marzo de 1819. Se le conoce como el fundador de
la educación popular en Managua. Desde muy joven se destacó por su disciplina y austeras
costumbres, se consagró completamente a la educación y nunca contrajo matrimonio. Era
una persona de carácter afable y tenía una voluntad inquebrantable. Guardó un intenso cariño
por sus padres: Ildefonso Morales y Gertrudis Largaespada. Tuvo como mentores al Presbítero
Santiago Mora (quien le enseñó latín y otras materias) y al profesor Remigio Gutiérrez, dos grandes
intelectuales del siglo XIX.
Fue un autodidacta que aprendió a la vez que enseñaba. Desde que contaba con diecinueve años
de edad impartió clases sin recibir remuneración del Estado en la primera escuela de instrucción
pública de la Villa de Managua (1838), su escuela localizada sobre la calle Candelaria, la misma
que pasaba en el costado sur del Palacio Nacional, era particular, y la única de varones de esta
incipiente ciudad. Impartía sus clases utilizando el mismo método con que se daba el Catecismo
1
.
1
Memorial. Revista informativa del Panteón Nacional San Pedro. Año 1, número 1, noviembre de 2017. Pág. 16.
4
84
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
Se entregaba, como maestro, con amor a las letras, al Catón cristiano y las cuatro reglas de la
aritmética. Fue hasta el tercer año de la administración de Pedro Joaquín Chamorro Alfaro (1874-
1879) que empieza a devengar salario
2
. Cuando en 1859 la municipalidad de Managua estableció
su primera escuela pública de instrucción primaria, la del maestro Gabriel no disminuyó su número
de alumnos. Era tan reconocida la calidad de su enseñanza que no solo impartió clases a niños
pobres, incluso las familias pudientes pusieron a estudiar a sus hijos en su humilde escuela, años
después varios de sus discípulos desempeñaron importantes cargos públicos al más alto nivel,
Entre sus alumnos destacan el General José Santos Zelaya López
3
y el jurista Luis E. López
4
, quien
a su muerte, promovió el conjunto escultórico que actualmente se puede contemplar a la entrada
del Cementerio San Pedro.
En 1866, el subprefecto de Managua Indalecio Bravo visitó su plantel y los resultados no pudieron
ser más satisfactorios y justos, de igual manera resultó la evaluación de otros distinguidos delegados
de la Dirección de Estudios. En 1876 el maestro Gabriel aceptó la plaza de maestro interino de la
escuela que mantenía el municipio, más fue objetado por no ostentar el título ocial y se le pidió
que realizara el examen de suciencia para optar al título de maestro. Así, tras un brillante examen,
el 19 de julio de 1879, se le declaró apto para ejercer el magisterio, tras cuarenta años de ejercerlo
magistralmente.
Fallece el 10 de agosto de 1888, su muerte fue inscrita en el Registro Civil en el libro 0003, página
135, partida 527 (documento que forma parte de la colección de patrimonio histórico de la Alcaldía
de Managua). Según el obituario publicado en La Gaceta, una multitud acompañó al funeral, que
se realizó el día doce de agosto y que duró varias horas en llegar al cementerio, casi al anochecer,
debido a la gran cantidad de discursos pronunciados. (Sánchez, 2004: 79-80).
El humilde maestro recibió honores del Cuerpo Militar y la Banda Marcial. Para esa época, los
ataúdes llevaban cintas de color negro, las del Maestro Gabriel las llevaron don Adrián Zavala,
Ministro de Instrucción Pública; general Isidro Urtecho, comisario de la Reserva; doctor Pedro
González, subsecretario de Gobernación; don Pedro Ortiz, sub secretario de Instrucción Pública
y los señores Rafael Cabrera y Salvador Chamorro. En 1889, el pedagogo cubano Don Desiderio
Fajardo Ortiz, orador, escritor y poeta, escribió la biografía del gran Educador, por encargo de sus
discípulos, quienes la mandaron a imprimir en la Tipografía Nacional, bajo el título: "Corona fúnebre
del Maestro don Gabriel Morales".
Contexto histórico de Managua en el siglo XIX
¿En cuál contexto histórico crecería el joven Gabriel Morales? Después de separarse Nicaragua
de la Federación Centroamericana el 30 de abril de 1838, se decretó una nueva Constitución de
carácter liberal, estableciéndose en ella una nueva división territorial en la cual, en términos político-
administrativos, el territorio nicaragüense se dividía en nueve distritos: Rivas, Granada, Managua,
Masaya, Segovia, Sutiaba, León, El Realejo y Matagalpa; distribuidos en cuatro departamentos
5
, correspondiéndole al llamado Departamento Oriental los distritos de Granada, Carazo. Masaya
y Managua. Este departamento tendría como cabecera a Granada y para su funcionamiento y
administración, se establecieron distritos judiciales en los lugares de población numerosa, los
cuales concentraban a su vez a pequeñas comarcas. (Romero Arrechavala, 2009:100)
2
En este periodo se establece el telégrafo en Managua.
3
Ex presidente de Nicaragua (1893-1909).
4
El señor Luis E. López fue Alcalde de Managua en 1885 y diputado del Congreso Nacional. Es antepasado de los escritores Gustavo Adolfo y Oscar René Vargas (Sánchez,
2004:79).
5
Departamento Occidental: León y Chinandega; departamento Septentrional: Matagalpa, Jinotega y La Segovia; departamento Meridional: Rivas y el Departamento Oriental:
Granada, Masaya, Carazo y Rivas.
85
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
El 29 de enero de 1844, los managuas deciden separarse del departamento Oriental, aduciendo que
estaban cansados de pagar altos impuestos a la prefectura de Granada. Tomando en cuenta que en
la Constitución de 1838 sólo se determinaban los cargos de las autoridades pero no profundizaba
en las funciones sociales, la enseñanza se restringía a las élites y su instrucción quedaba en manos
de centros religiosos, no obstante se comenzaba la construcción de algunas escuelas públicas.
Con la Constitución de 1858, especialmente en el artículo 76 se determinan las funciones de las
Municipalidades, estableciéndoles que les correspondía cuidar de la moral, educación primaria y
Policía entre otras; por tanto, las municipalidades tenían el deber de velar por el bienestar de los
habitantes, en materia económica, social y cultural; este último elemento reejado en el fomento
de la educación y los valores morales, alentados por el orden a cargo de la Policía. (Romero
Arrechavala, 2009: 101)
El 24 de julio de 1846, la Villa de Managua era elevada al rango de ciudad con la denominación
de Santiago de Managua. Sin embargo, el cambio de villa a ciudad no hace diferente a Managua.
Para ese año, no había un solo médico, ni botica o farmacia y no se conocía el nombre de
las enfermedades; cada quien se curaba solo siguiendo los consejos de los viejos o de algún
curandero, los managuas conservaban casi las mismas costumbres de sus antepasados de la
Colonia y la población mayoritariamente se dedicaba a los ocios propios del campo o bien a
labores artesanales. (Romero Arrechavala, et al, 2009: 116-117).
No obstante, a raíz de estos cambios socio-políticos y económicos, poco a poco Managua fue
perlándose como una importante ciudad, acogiendo a muchos extranjeros deseosos de residir e
invertir en estas tierras, y convirtiéndose en la residencia de lo
que una vez fue la burocracia colonial tanto granadina como
leonesa quienes habían perdido sus bienes y llegaron huyendo
por las persecuciones después de la Independencia, estos
cambios requerían contar ahora en la ciudad con personas que
supieran al menos, leer y escribir.
En 1875, durante la presidencia de Pedro Joaquín Chamorro
Alfaro, se inicia el tendido del cable entre las ciudades y pueblos
de la región del Pacíco de Nicaragua y en 1876 se da inicio la
construcción del tendido de rieles ferroviarios. Asimismo, bajo
este gobierno se decretó el carácter gratuito y obligatorio de
la educación primaria, y durante su administración el número
de escuelas primarias aumentó de 97 a 166. Las escuelas eran
lugares de socialización de los niños y recintos de promoción
de los símbolos y valores nacionales. Los maestros eran
percibidos como representantes del Estado encargados de
preparar ciudadanos útiles a la patria. (Kinloch, 2008: 201)
Mujeres y niños matriculados en una hacienda cafetalera (siglo XIX).
86
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
A partir de la década de 1880, se intensica la vida cultural en las principales ciudades del país,
inaugurándose en 1882 la Biblioteca Nacional con un fondo de cincuenta mil libros cuya selección
fue conada al intelectual español Emilio Castelar. Las instituciones y movimientos culturales,
promovidos por el Estado, contribuyeron a desarrollar la idea de que los nicaragüenses constituían
una comunidad con características propias, forjada a través de siglos de historia compartida.
(Kinloch, 2008: 203)
La élite coincidía en torno a la idea que era necesario fortalecer las instituciones estatales para
garantizar el orden social y fomentar el desarrollo de la agro exportación. Este consenso permitió
una relativa estabilidad política entre 1858 y 1893, período conocido como los “Treinta Años
Conservadores”.
La paz y el aumento de los ingresos scales generados por el auge de las exportaciones, permitieron
al Estado nicaragüense establecer un sistema de educación pública (al cual nalmente se integró
el Maestro Gabriel) y crear algunas instituciones culturales con el n de difundir los principios
republicanos y fomentar un sentido de identidad cultural (Kinloch, 2008:190), lo cual recibiría un
mayor impulso durante el régimen liberal de Zelaya, quizá motivado por la formación que le dio el
Apóstol de la Educación, por lo cual extendió la educación primaria a n de civilizar a las masas y
promulgar una Ley Fundamental de Instrucción Pública.
El monumento al Maestro Gabriel, su entorno, su legado en la memoria de los
managuas
El historiador Gratus Halftermeyer, nos brinda una versión del monumento en homenaje al Maestro
Gabriel: “… su muerte causó hondo dolor en el corazón de Managua. La familia colocó un bello
mausoleo signicativo sobre su tumba, en el cementerio San Pedro, mausoleo que años más tarde
fue destruido por el terremoto del 31; pero el municipio lo reconstruyó y colocó en el parque de
San Antonio; allí todos los años, en el día del Maestro, van los niños de las escuelas a depositar
ores como tributo de gratitud al Maestro excelso, que dejó huellas de luz en las conciencias…”
(Halftermeyer, 2005: 33)
Este monumento, por su parte, nos relata el historiador Roberto
Sánchez, fue promovido por el señor Luis. E. López, diputado ante
el Congreso y Alcalde de Managua para el año 1885. López fue
discípulo del Maestro Gabriel (Sánchez, 2004:79). El monumento
fue construido en Italia pero en visita de campo al Cementerio San
Pedro, notamos que dicho mausoleo no fue rmado por el taller al
cual fue encargado.
En el terremoto del 23 de diciembre de 1972, la Iglesia de San
Antonio que contenía la capilla de la imagen de la Sangre de
Cristo se derrumbó, el parque (conocido como el Jardín de los
Poetas) quedó en abandono, a merced de los vándalos quienes lo
destruyeron, después quedó encerrado dentro del Parque de Ferias.
Para el año 2002, la Alcaldía de Managua inicia la restauración del
monumento, comenzando con la gura del Maestro y el niño. La
escultura se desmontó pieza por pieza para ser trasladada a los
talleres de marmolería de la empresa Pascualini.
Foto de Francisco Martínez Báez
87
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
En el año 2005, el monumento es trasladado nuevamente al Cementerio San Pedro (había sido
declarado Patrimonio Histórico de la Nación en el año 2003) y colocado a la entrada del camposanto
sobre una base de concreto y hierro. El monumento tiene unos 7 pies de alto por 2.15 metros
de ancho aproximadamente, por tratarse de un conjunto monumental compuesto de diferentes
elementos las medidas de largo varían ligeramente de un lado y otro.
Las representaciones escultóricas del Maestro Gabriel y el niño fueron cuestionadas por el historiador
Roberto Sánchez (q.e.p.d.) en 2005, considerando que:
“el conjunto escultórico, si bien es hermoso y de gran
calidad artística, tiene varios errores históricos, ya que el
Maestro Gabriel nunca impartió clases de saco, sino en
camisa, y los niños no eran tan elegantes como aparecen
en el monumento”. (Memorial, 2017: 17)
La iconografía del mausoleo muestra elementos propios
del arte funerario del siglo XIX, la técnica inuye en la
iconografía (el relieve por ejemplo, se presta mejor a la
narración y al uso de determinados efectos espaciales
y expresivos) no es raro encontrar en las tumbas una
combinación de elementos de bulto y relieves. Por otra
parte, la concepción escenográca de los monumentos
permitió a veces la presentación de escenas en bulto
entero, que uno pensaría más propios de la representación
bidimensional” (UNAM, 1987: 186).
Encontramos en este tipo de monumentos, objetos relacionados con alegorías losócas o
escatológicas, muy comunes en estas esculturas funerarias, siendo uno de los temas vertebrales
del pensamiento iconográco sepulcral la condición mortal del hombre.
Como ejemplo de esto (ver ilustración anterior) tenemos la representación de la clepsidra o reloj de
arena alado, en otros monumentos de camposantos otra gura utilizada son el mundo alado o la
guadaña al igual que la antorcha o tea invertida, atributo especíco del Genio de la Muerte, al cual
muchas veces sustituye en nuestras necrópolis, conforme al principio de que “la parte vale por el
todo”. (UNAM, 1987: 205)
Foto de Francisco Martínez Báez
88
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
Otros motivos iconográcos que encontramos en este conjunto escultórico, son las referencias a
la profesión, actividades o liación social del difunto (lo cual cuestiona Sánchez Ramírez); estos
motivos se esculpían con un sentido de identicación y conmemoración retrospectiva, generalmente
se hacen a través de objetos o instrumentos pertinentes colocados de forma más o menos aislada
o como “trofeos”. El personaje al cual le dedican el monumento fue un educador, un maestro,
por lo cual el autor del conjunto escultórico utiliza guras vinculadas con este ocio dentro de
una composición: Un globo terráqueo, libros (gruesos ejemplares, desordenados y amontonados
debajo del asiento lo cual signica acumulación de conocimientos), pergaminos, un tintero, etc.:
Asimismo, otros motivos funerarios que encontramos en este monumento, fundamental en la
iconografía de los camposantos son los Vegetales. Festones, ores y guirnaldas representan la
ofrenda por excelencia que deudos y allegados llevan a sus difuntos en señal de respetuoso
homenaje.
La guirnalda o corona vegetal se asociaba con la idea del triunfo, lo cual, en un contexto funerario,
viene a expresar el triunfo de la vida virtuosa sobre la muerte, sea en el sentido de inmortalidad en
la memoria humana o del triunfo en un sentido espiritual, que fue el que escogió el cristianismo al
adoptar el motivo de la guirnalda en su iconografía. Bien señala el autor de Cementerio San Pedro.
La Resurrección del recuerdo: “Creo que las personas no mueren cuando fallecen y desaparecen
físicamente, sino cuando las olvidamos, las borramos de nuestra memoria, del recuerdo y los
sentimientos”. (Sánchez, 2004: 7)
Una comparable multivalencia signicante tiene el motivo de la or. Los familiares colocan sobre los
sepulcros ores que, trasladadas a la piedra, pasan a ser una especie de ofrenda permanente. La
or, simbólicamente, es antiguo signo de las dichas que el alma experimenta en el jardín paradisíaco.
(UNAM, 1987: 199)
Foto de Francisco Martínez Báez
89
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
Cada or en sí misma tiene su simbolismo por lo que, y no es objeto de este estudio, valdría la pena
ampliar en algún momento sobre el particular, asociado con el arte funerario.
Otro símbolo funerario de primer orden es la palmera y mejor aún su hoja (detrás del globo terráqueo
y sobre los libros), asociada desde los tiempos clásicos a la idea de victoria y por su resistencia,
llegó a ser símbolo de Cristo y de los mártires que prevalecen y triunfan sobre el pecado y la muerte.
De ahí su adecuación al contexto funerario, sea religioso o secular, como cuando se esculpen
sobre los monumentos de los héroes muertos por la Patria, mártires modernos sucedáneos de los
antiguos santos, como diría el escritor nicaragüense Jorge Eduardo Arellano, reriéndose en unos
de sus libros al Maestro Gabriel y a otros notables: Verdaderos héroes sin fusil.
Luego de analizar los elementos accesorios
integrados en el conjunto escultórico, ahora
se presentan los principales, que por estar
de últimos no signica que sean los menos
importantes. Al tratarse el monumento objeto
de estudio, de una obra escultórica dedicada a
honrar la memoria de un ciudadano ilustre, por lo
regular estas contienen una egie del personaje
conmemorativo.
Las representaciones antropomórcas en el arte tumbal podrían catalogarse en siete grandes
clases, según los especialistas en la materia:
1. Retratos.
2. Representación de dolientes.
3. Representación de almas.
4. Figuras angélicas.
5. Figuras sacras.
6. Figuras alegóricas.
7. Elementos anatómicos fragmentarios.
6
En este monumento se encuentra representado el retrato sepulcral, en la gura del Maestro
Gabriel, formando grupo con la gura del niño con lo cual se capta y plasma la actitud y ocio
del homenajeado, caso excepcional en las representaciones funerarias ya que, usualmente
las actividades desarrolladas en vida por el difunto se hacían más bien de forma metafórica o
emblemática.
90
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
El personaje usa traje moderno (decimonónico) y no un atuendo intemporal. En este tipo de
esculturas lo que interesaba subrayar era la idea de la permanencia del personaje en la memoria
histórica de la colectividad. (UNAM, 1987: 188)
La otra representación que se puede distinguir en este grupo escultórico es la llamada Doliente,
es muy común en la iconografía funeraria la utilización de la gura femenina. La doliente, una
representación de la Madre Patria, quizás, que lamenta la pérdida del humilde Educador, aparece
como “gura de ángulo” en el monumento leyendo la inscripción:
El Maestro Gabriel Morales + 10 agosto 1888.
El escultor modernizó el traje de la doliente, con lo cual adquirió un sentido más inmediato el
propósito que subyace en estas imágenes: Asegurar la presencia permanente del deudo junto a la
tumba. La doliente, petricada, con actitud reexiva, de pie, se convierte en perenne acompañante
del difunto como muestra de cariño y respeto hacia su memoria, lo cual adquiere un sentido cívico
al tratarse del mausoleo de un personaje ilustre.
6
Esta clasificación la plantea el historiador mexicano Fausto Ramírez en su ensayo: “Tipología de la escultura tumbal en México. 1860-1920” (UNAM, 1987: 183), siendo
realmente una subclasificación , ya que dicho autor agrupa los motivos de la iconografía funeraria en cuatro grandes grupos: 1. Figuras antropomórficas. 2. Animales. 3.
Vegetales. 4. Objetos. En este caso, las siete categorías son una sub clasificación dentro de Figuras antropomórficas.
91
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
Conclusiones
La gura del Maestro Gabriel es indudablemente, un personaje de convergencia social y
política en Nicaragua, durante décadas ha logrado sobrevivir su legado en la memoria
colectiva de los managuas, afortunadamente valorizado por su grandiosa contribución
educativa y apostólica; nos atreveríamos a decir que, Rubén Darío trascendió y se
universalizó con su obra y el Maestro Gabriel se inmortalizó en Nicaragua. Su imagen está
estrechamente ligada a la sociedad y las costumbres, y, de hecho, no se ha olvidado porque en
su honor han bautizado una zona residencial de la capital, como la “Colonia Maestro Gabriel”
y el colegio del mismo nombre. Para evocarlo, no basta con buscar sus placas
conmemorativas de las casas donde vivió o murió el Maestro, tampoco basta con leer una
historia, porque la misma persiste en la memoria colectiva. Pierre Nora decía que “los
lugares de memoria son, ante todo, restos. La forma extrema bajo la cual subsiste una
conciencia conmemorativa en una historia que la solicita, porque la ignora” (Nora, 1992, p. 24).
Los monumentos erigidos en espacios públicos. Como nos recuerda el historiador francés
Jacques Le Goff, el origen etimológico de la palabra monumento está vinculado a la
memoria, se trata de recordar, de iluminar, de instruir para perpetuar la memoria, por lo
general se construyen para conmemorar, algo así como un sepulcro sagrado y simbólico para
la colectividad. Ciertamente, “…los monumentos son entonces lugares sustitutos para el
duelo y los ritos que son imprescindibles para continuar reinscribiendo la memoria” (Torre,
2006, p. 19). Sino fuese así, seguramente los grandes personajes quedarían invisibilizados y
borrados de la memoria colectiva, salvo que estén conectados en algún lugar de gran peso
histórico o simbólico.
Los monumentos no están ajenos a conictos con ciertas realidades sociopolíticas. Así como,
en “la construcción social de la memoria —a partir de las relaciones intersubjetivas, las 15
prácticas sociales, el poder, la cultura y la historicidad— y su nexo con el espacio, así como
las dimensiones sensorial, simbólica y política de dicha relación” (Pineda, 2017, p. 9)
La memoria está escrita en el espacio, y la manera tangible para su recordación es el
monumento. “Cuando un monumento se coloca en el mismo lugar del evento que
conmemora, la conexión entre sitio y signicado es directa y el mismo sitio es el verdadero
monumento” (Torre, 2006, p. 18) esa conexión que existe entre el espacio y la memoria está
íntimamente relacionada con la historia de la ciudad. “En efecto, la sociedad y sus miembros
son memoria, son lo que han aprehendido por medio de sus historias personales, recreadas en
un continuum de lo vivido” (Salamanca, 2015, p. 1).
La Managua decimonónica aun persistía la sumisión y rechazo al pasado indígena, es
probable, (es nuestra hipótesis) que hubo una etapa de crisis de identidad en el imaginario
social colectivo -en el marco de la historia de las ideas- aun persistía la colonialidad, la
subalternabilidad hacia la metrópolis de la llamada Madre Patria como algo superior, y el
juego de alternar memoria y olvido, presencia y ausencia, personal y colectiva, es decir, que
“la historia monumentaria de Managua también reeja la poca cultura monumental
nicaragüense, derivada probablemente de una actitud nacional de desprecio a la arqueología y
a la cultura nativa” (Traña, 2000, p. 134).
92
MSc. Francisco Martínez Báez
artículos
La escultura monumental está sujeta a los cambios sociales y políticos, los que las convierten
en lugares vulnerabilizados. “Nos referimos a que no son en sí, esencialmente vulnerables,
sino que, a través de políticas especícas, son vulnerabilizados; consecuencia de la decisión
de la clase dominante y de la llamada neoliberalización urbana, de abandonarlos” (Hughes,
2015, p. 3). La memoria colectiva, que toca esencialmente la cuestión del principio de
cohesión social, asume un papel único en el contexto heterogéneo de Managua
contemporánea, de las conmemoraciones, así como la evocación de viejos recuerdos que
animan la identidad y el sentido de pertenencia citadina, por eso recordamos al Maestro
Gabriel. La historia de personas excepcionales sus triunfos sus fracasos amarguras siempre
llevan su sello en sí, su persistencia de darse a los demás sin rendirse, fue esa actitud y
vocación misionera del Maestro Morales. Bertolt Brecht decía: “Hay hombres que luchan un
día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos
años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.
En denitiva, “Gabriel Morales fue maestro, porque nació para serlo como nació Morazán
para ser guerrero, y José Dolores Estrada para ser patriota, y Rubén Dado para ser poeta”
(Desiderio, 1965) . 1965)
93
Los sitios de la memoria en Managua Monumento al Maestro Gabriel
Revista Humanismo y Cambio Social. Número 15. Año 7. Enero - Junio 2020
g 81-93
Referencias bibliográficas
Alcaldía de Managua. Memorial. Revista Informativa del Panteón Nacional San Pedro. Año 1, número 1,
noviembre de 2017. 48 págs.
Aguirre Sacasa, Francisco. Un Atlas Histórico de Nicaragua. Managua, Fundación Vida, 2002. 220 págs.
Asamblea Nacional. Digesto Jurídico Nicaragüense. http://digesto.asamblea.gob.ni/consultas/coleccion/
Consultado septiembre 2019.
Gatti, Giuseppe. (S/F). Apropiación subjetiva del espacio urbano. La proyección de Montevideo en la literatura
de Hugo Burel. Tesis doctoral, Universidad de Salamanca, España. 544 págs.
Halftermeyer, Gratus. (2005). HISTORIA DE MANAGUA. Managua, Imprenta Hermoso & Vigil, S.A.,
reimpresión.
Kinloch, Frances. Historia de Nicaragua. Managua, IHNCA-UCA, 2008. 3ra edición.
Nora, Pierre. La aventura de Les lieux de mémoire. Revista Ayer, número 32, España. 1998 (pdf)
Romero Arrechavala, Jilma. Managua y su historia. Un enfoque regional. Managua, Grupo Editorial Acento,
S.A. 2009. 349 págs.
Sánchez Ramírez, Roberto. (2004). CEMENTERIO SAN PEDRO. La resurrección del recuerdo. Managua,
IMPRIMATUR Artes Grácas. Primera Edición.
UNAM. (1987). ARTE FUNERARIO. Coloquio internacional de historia del arte. Vol. 1 y 2. México, D.F.
Dirección General de Publicaciones-UNAM. Primera Edición.