162
MSc. Dustin Ezequiel Amador Jiménez
Consumo de sustancias psicoactivas
Una sustancia o droga es, aquella que puede modicar una o más funciones del organismo que la ingiere.
De forma especíca, una sustancia psicoactiva tiene la capacidad de altera el estado de ánimo, la percepción
y nivel de conciencia, el razonamiento, el funcionamiento cerebral y la conducta maniesta (Caballo,
Salazar & Carrobles, 2014). Al ingerir la sustancia, esta pasa rápidamente desde el torrente sanguíneo
hasta el cerebro, afectando la afectividad, cognición y conducta. Estos cambios suelen ser percibidos como
placenteros o reforzantes, por lo que muchas personas continúan tomando la sustancia a pesar de las
consecuencias negativas (Caballo, Salazar & Carrobles, 2014). Con base en su efecto en el Sistema Nervioso,
las sustancias pueden ser depresoras (alcohol, sedantes, cannabis, opiáceos, inhalantes), estimulantes
(cocaína, tabaco, anfetaminas, drogas de síntesis) y alucinógenas (peyote, mescalina, hongos, dietilamina
del ácido lisérgico (LSD).
El consumo de una sustancia se entiende como la ingestión de la droga que no produce consecuencias
negativas en el individuo, es el más habitual cuando se produce de forma esporádica. Sin embargo, cuando
se da un consumo continuado a pesar de las consecuencias negativas derivadas de este comportamiento,
se conoce como abuso de la sustancia (Becoña et al. 2011; Caballo, Salazar & Carrobles, 2014). La Asociación
Americana de Psiquiatría (APA, 2014) indica que todas las sustancias o conductas adictivas producen
una activación directa del sistema de recompensa cerebral, lo que se traduce en que las actividades
cotidianas pueden ser descuidadas en favor de la conducta de consumo, lo que es característico de los
trastornos relacionados con sustancias. Por otro lado, la Oganización Mundial de la Salud (OMS, 1992)
en la CIE-10, entiende la dependencia de sustancias como el conjunto de manifestaciones siológicas,
comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de una droga, adquiere la máxima prioridad para
el individuo. La dependencia se caracteriza por el deseo, a menudo fuerte y a veces insuperable, de ingerir
sustancias psicoactivas (OMS, 1992; ONUDD, 2017). La base de estos síntomas y conductas es la alteración
de las trayectorias neuronales en las áreas del cerebro que regulan la motivación y el estado de ánimo,
experiencia de placer y bienestar, memoria y aprendizaje, y la habilidad para suprimir impulsos indeseables
(ONUDD, 2017).
El consumo de sustancias es un proceso complejo, en una fase previa o de predisposición, una fase de
conocimiento, una fase de experimentación e inicio al consumo de sustancias, la fase de consolidación,
pasando del consumo al abuso y a la dependencia, la fase de abandono o mantenimiento y la fase de recaída
(Caballo, Salazar & Carrobles, 2014). Existen toda una serie de factores de riesgo constitucionales (inuencias
genéticas), familiares (malos tratos en la infancia, conicto familiar), emocionales e interpersonales
(inmadurez emocional, incompetencia social), intelectuales (baja inteligencia, fracaso escolar), ecológicos
(vecindario desorganizado y delincuencia), que, junto a acontecimientos estresantes (como la situación de
pandemia), incrementan la probabilidad de tener problemas con el consumo de sustancias (Becoña et al.,
2011).
Consumo de sustancias psicoactivas
El estar expuesto a situaciones traumáticas y estresantes como la cuarentena prolongada, puede activar el
deseo de consumo de las sustancias (ONUDD, 2017), por lo tanto, el impacto psicológico y el estrés debido
a la pandemia pueden considerarse un contribuyente signicativo al aumento en el riesgo por consumo
de sustancias en la población general (McKay & Asmundson, 2020; Spagnolo, Montemitro & Leggio, 2020).