Raíces
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Interculturalidad y los senderos de la paz...Elvira Maritza Andino
Revista Nicaragüense de Antropología Año 3 No.5 | 2019 Enero - Junio
La cultura de paz como proceso
Es importante reconocer que desde este ángulo existe
un espacio que admite visualizar el desplazamiento
del pasado negativo y dar paso, a la realización de la
propuesta verdadera y que se reconozca el camino,
para construir el esfuerzo por la cultura de la paz.
Se entiende que el proceso para construir la paz y
la realización de la justicia en los diversos niveles
de la relación humana debe estar mediada por
principios de entendimientos interculturales. La
interculturalidad permite tener un ámbito más
dinámico para hacer asomar, afrontar y resolver
los conflictos de forma no violenta, y el objetivo
es conseguir la armonía de las personas consigo
mismas, con la naturaleza y con el resto de personas.
De aquí la importancia de examinar el camino de la
elaboración de la igualdad y equidad intercultural
que el estudiante y el docente tiene que conquistar
para contribuir a una cultura de paz en la universidad
desde las aulas de clases. Construir conjuntamente
y dialógicamente disertaciones de paz en el aula,
puede permitir que esto se traslade hasta los hogares,
como resonancia de transformación y acción.
Desde una concepción propositiva emprendedora
que facilite las pautas para su aplicación. Bajo el
enfoque socio crítico, este, sostiene que se requiere
un cambio profundo de valores socioculturales muy
enraizados y a menudo no explícitos. Por eso es
necesario reconocer que se debe desarrollar un largo
proceso en permanente construcción. La universidad
cuenta con los fines, los medios, el curriculum, los
contenidos y la estructuras para crear los senderos
de la paz, reconociendo la interculturalidad.
Prácticas de valores, para la cultura de paz en
la universidad es importante reconocer que la
aportación para el análisis de la educación en las
universidades para la paz permite resolución de
procesos conflictivos, desde el reconocimiento y
respeto de todos los involucrados.
Desde la posición socio crítica propone tres niveles;
el primero sobre la educación en valores enfatizando
en la paz y los derechos humanos el segundo el
político, expone sobre las relaciones de dominación y
poder que promueve las condiciones que favorezcan
la justicia social. Y el tercero es el, pedagógico que
origina una pedagogía de la paz que se desarrolla en
el aula de clase.
Es importante ratificar que el concepto de paz
tiene un gran vínculo con la educación en todas
sus dimensiones (Rojas, 2006) educar para la paz
significa el desarrollo de las capacidades de diálogo,
sin odio, rebasa a la institución y vincula la paz con
la vida. Reconociendo la formación de valores como
un horizonte de sentido como el punto de referencia
fundamental para ser aplicado al mundo emocional
del ser humano, que conlleva a resultados de las
relaciones necesarias para la convivencia digna, con
actitud propositiva para la vida.
La nueva educación por la paz debe reinventarse,
extinguir cualquier forma antigua de generación
de violencia incluso aquella de autoridad
desproporcional del docente. El argumento sobre
el estudio constante de la cultura de paz, es válido
porque crea la necesidad de estar al corriente de
su importancia, comprender las bases conceptuales
y teóricas, estudiarlas sistemáticamente, estar al
tanto de los adelantos de las nuevas prácticas a nivel
mundial y local.
La persona en primer lugar, insiste Rojas, y ratifica
que la persona es el principio para aplicar una cultura
de paz consecuente, con la vida, así mismo se insiste
en la necesidad del hecho comunicativo, el trato
interpersonal, las relaciones de poder y finalmente el
compromiso con el ser humano. (2006, pp 127,128).
Cuando se habla de técnicas y estrategias de
resolución de conflictos siempre se diferencia entre
las preventivas que tratan de evitar que surjan
conflictos y las de resolución que tratan de resolver
el problema. Es lo que Goleman (1997) en García
(1998) llama “la escolarización de las emociones’’.
Esto obliga a que tanto profesores como discípulos
focalicen su atención en el entramado mismo de la
vida emocional.
Consiste en convertir las tensiones, conflictos y los
problemas cotidianos en el tema de trabajo de cada
día, pero no para abundar a su ampliación sino a su
resolución o comprensión razonable. De este modo
los problemas reales; faltar a la palabra, la ofensa, el
rechazo, la envidia, los celos, la violencia económica,
pueden terminar en disgustos rupturas familiares,
que es la máxima que se debe evitar. Por tanto, se
analiza y reflexiona e intenta dárseles solución a los
problemas.
En esta propuesta de la cultura de paz, se parte
de la necesidad de una alfabetización emocional.
Considerando que la vida emocional y social