Raíces
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La historia oral como método y ...Walter Jerónimo Calderón Ramírez
Revista Nicaragüense de Antropología Año 4 No.7 | 2020 Enero - Junio
Desarrollo
Frente a las críticas del positivismo con respecto a la subjetividad de
la historia oral, es preciso tomar en cuenta a Toulmin (Citado por Baro-
na, 1994) quien considera que la ciencia no puede ser considerada como
un mero conjunto de hechos empíricos aislados, que esperan ser descubi-
ertos por el hombre, sino que es ciencia también la forma como el hom-
bre percibe e interpreta esos hechos a través de una explicación racional
e integradora. En este sentido, lo más importante es determinar en cada
caso la relación entre la teoría y los hechos, el modo como los datos empíri-
cos dan validez o hacen variar los contenidos de una teoría científica.
En este contexto, se acepta que con la introducción de la física cuántica de
Einstein y el principio de incertidumbre de Heisenberg, se afirma que el su-
jeto del proceso del conocimiento infiere sobre el objeto de estudio, y que las
verdades que podemos conocer científicamente son aproximativas, condicio-
nadas por el observador y las circunstancias, es decir, por aspectos internos,
-subjetivos, de la propia comunidad de especialistas-, y externos, -de la socie-
dad y la política-. Hablamos, pues, de una ciencia con sujeto, no solamente con
objeto, porque no es científico separar objeto y sujeto en el proceso de cono-
cimiento. La historia, en este marco, se configura como una ciencia con con-
ciencia, porque, en definitiva, se trata de no contraponer la objetividad con la
subjetividad, sino de compaginarlas en una relación dialéctica (Agulló, 2010).
El reconocimiento tardío de la historia oral como método válido y legítimo
para el estudio de la historia, se debe a la existencia de un sector académico
que ve con recelos provenientes del positivismo, los usos de la historia oral,
pues para ellos el pasado constituye una realidad objetiva y objetivable. De
tal manera que el trabajo del historiador, desde el enfoque positivista fue vis-
to como una reconstrucción fiel de los hechos del pasado de acuerdo a los ac-
ontecimientos. Por tanto se establecían restricciones para que el historiador
interpretara o evaluara los acontecimientos del pasado o incluso establecer
comparaciones o relaciones con el presente o el futuro (Barona, 1994, pág. 49).
Justamente las nuevas corrientes historiográficas aceptan que el conocimien-
to histórico no puede ser construido en base a la objetividad. A comienzos
del S. XX historiadores como Carl Becker y Charles Beard, enfatizaron sobre
la relatividad del conocimiento histórico localizado en un contexto temporal
concreto y sujeto al cambio al mismo tiempo (Aurell & Burke, 2013, págs. 241-
242). En este contexto es que poco a poco la historia oral va ganando terreno
y especialmente a mediados del S. XX, utilizada primeramente como una téc-
nica de la corriente llamada “historia social” y que emerge, sin pretensiones
de sustituir otro tipo de fuentes, ni tampoco comenzar una nueva discusión
teórica. Con el uso de la historia oral se generaron cambios en cuanto a la
orientación democratizante del género histórico, especialmente para dar voz
a los actores sociales en un primer plano del relato científico, con lo cual se
restó protagonismo a los autores del texto historiográfico (Hernández, 2004).
El reconocimiento tardío
de la historia oral como
método válido y legíti-
mo para el estudio de
la historia, se debe a la
existencia de un sector
académico que ve con
recelos provenientes del
positivismo.