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Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Etnografía, escritura y experiencia
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración interdisciplinar,
metodologías, tensiones y perspectivas
Critical reflection on collective memory: interdisciplinary integration, methodologies, tensions
and perspectives summary
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo presentar una reflexión crítica sobre la memoria colectiva en sus múltiples di-
mensiones, tanto de integración interdisciplinar, de metodologías, así como de sus tensiones y perspectivas. Reconoce
que la memoria como cualidad humana. Es producto de la reflexividad que se requiere como parte del acercamiento
y distanciamiento en el proceso de producción de conocimientos. La base teórica sobre los estudios de la Memoria
se encuentra sustentada en el pensamiento de Walter Benjamin, Maurice Halbwachs, Pierre Nora, Walter Mignolo y
Elizabeth Jelin. Así mismo, el enfoque metodológico se apoya en la Teoría Basada en Datos, el muestreo teórico, el uso
de técnicas cualitativas y el aseguramiento del rigor científico con apoyo de criterios de calidad inspirados en Glaser y
Strauss, Yin, Lincoln y Guba. El análisis de los datos, conduce a la creación de constructos analíticos interdisciplinares
que permiten relacionar la teoría con la práctica, aplicables para la creación de estrategias coherentes que contribuyan
con la dignificación de la población que vive, por experiencia propia, cada uno de los procesos sociales, económicos
y políticos que dan pie a sus propias memorias, análisis y reflexiones. Finalmente, se argumenta y concluye sobre las
perspectivas de los usos de la memoria en el presente y futuro próximo, en contexto donde los procesos sociales han
generado cambios significativos en la vida cotidiana y estratégica de la población.
Palabras clave: Memoria colectiva, Silencio, Olvido, Teoría Basada en Datos
Abstract
The present article aims to present a critical reflection on collective memory in its multiple dimensions, from inter-
disciplinary integration, to methodologies, as well as their tensions and perspectives. It recognizes that memory as a
human quality is the product of the reflexivity that is required as part of the approach and distancing in the process of
knowledge production. The theoretical basis on the studies of the memory is based on the thought of Walter Benjamin,
Maurice Halbwachs, Pierre Nora, Walter Mignolo and Elizabeth Jelin. Likewise, the methodological approach is based
on Grounded Theory, theoretical sampling, the use of qualitative techniques and the assurance of science and with the
support of quality criteria inspired by Glaser and Strauss, Yin, Lincoln and Guba. The analysis of the data, leads to the
creation of interdisciplinary analytical constructs that allows to relate the theory with practice, applied for the creation
of coherent strategies that contribute to the dignification of the population that lives, by own experience, each one of
the social processes, economic and political processes that give rise to their own memories, analysis and reflections.
Finally, it is argued and concluded about the perspectives of the uses of memory in the present and near future, in
a context where social processes have generated significant changes in the daily and strategic life of the population.
Keywords: Collective memory, Silence, Forgetfulness, Grounded Theory
María Dolores Alvarez Arzate
Docente-Investigadora
Departamento de Antropología
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua
http://orcid.org/0000-0002-6836-1318?lang=en
Correo: arzate.antropologa@gmail.com
Recibido: 15-11-2017
Aceptado: 30-12-2017
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Estudios Interdisciplinarios
Introducción
Los estudios sobre memoria colectiva han tomado im-
portancia en la medida en que la continuidad de las
experiencias vividas como fuente de aprendizajes y de
identidad, individual y colectiva, se convierte en el pun-
to de inflexión de su energía vital para diseñar el futuro.
El artículo argumenta el valor de la integración inter-
disciplinar, la pertinencia en el uso de metodologías,
las tensiones de las memorias entre lo que se recuerda,
se olvida y se guarda en silencio, así mismo las per-
spectivas de los usos prácticos, cotidianos y de alcance
estratégico en la vida social contemporánea y futura.
El punto de partida se define a partir de la consideración
de la memoria como cualidad humana, la cual tiene gran
relevancia en el presente, dado que es una de las fuentes
más prodigas de saberes, experiencias y conocimientos,
aplicables a la transmisión oral, escrita y visual, de lo
vivido y lo pensando. Y sobre todo porque, la memoria
posee un fuerte poder movilizador, individual y colecti-
vo, posicionado su papel en la esfera política.
El artículo presenta una vista de la epistemología sobre
la memoria como categoría científica, hace énfasis en
la integración interdisciplinar de las ciencias, muestra
la diversidad de metodologías que surgen a partir de
la Teoría Basada en Datos, continúa con la exposición
acerca de las tensiones de la memoria con énfasis en
la diversidad de perspectivas analíticas y relacionales
que influyen en el criterio que portan los sujetos con
respecto a los acontecimientos y su utilización en el
diseño del futuro individual y colectivo.
Integración interdisciplinar
Desde la Escuela de Frankfurt, el acercamiento más
destacado sobre el tema del recuerdo y la memoria, lo
desarrolla Walter Benjamin, quien reflexiona sobre la
temporalidad de los recuerdos, la amplitud de detalles
que evoca la memoria, el entrecruzamiento de las his-
torias/memorias y de alguna forma la arbitrariedad con
la cual cada persona utiliza sus recuerdos. El legado de
Benjamin se encuentra en sus Escritos autobiográficos
(Benjamin W. , 1972), en El Narrador (Benjamin W. ,
1936), Una imagen de Proust. (Benjamin, 1998)
El pensador francés Maurice Halbwachs profundiza la
teorización, la cual fue publicada como obra póstuma
con el título Memoria Colectiva. Afirma Halbwachs:
La memoria colectiva se distingue de la historia al
menos en dos aspectos. Es una corriente de pen-
samiento continuo, de una continuidad que no
tiene nada de artificial, ya que del pasado sólo re-
tiene lo que aún queda vivo de él o es capaz de
vivir en la conciencia del grupo que la mantiene.
Por definición, no va más allá de los límites de este
grupo. Cuando un periodo deja de interesar al per-
iodo siguiente, no es un mismo grupo el que olvi-
da una parte de su pasado: en realidad, hay dos
grupos que se suceden. (Halbwachs, 1949/2004,
pág. 81)
Halbwachs reconoce el carácter dinámico de la me-
moria y pone el acento en la importancia de la con-
tinuidad de su transmisión, la cual puede ser sincróni-
ca, es decir, se transmite entre un grupo y otros en un
mismo lapso temporal, y puede ser diacrónica, lo que
significa que la transmisión sucede en una línea del
tiempo, entre un antes, un ahora y un después.
La Ceremonia (1991). Técnica: Pastel óleo sobre cartulina negra.
Autor: Bayardo Gámez Montenegro.
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
La memoria de una sociedad se extiende hasta don-
de puede, es decir, hasta donde alcanza la memoria
de los grupos que la componen. El motivo por el
que se olvida gran cantidad de hechos y figuras an-
tiguas no es por mala voluntad, antipatía, repulsa o
indiferencia. Es porque los grupos que conservaban
su recuerdo han desaparecido. Si la duración de
la vida humana se duplicase o triplicase, el ámb-
ito de la memoria colectiva, medida en unidades
de tiempo, sería mucho más amplia”. (Halbwachs,
1949/2004, pág. 84)
De esta manera, Halbwachs posiciona en el concepto
de memoria más allá de lo individual y lo hace tras-
cender hacia el razonamiento de la existencia de una
construcción social colectiva integrada en sí misma por
el lenguaje, la cohesión social y la necesidad humana
de generarse a sí misma una identidad de grupo.
En la vida cotidiana, el que recuerda, trae al presente
eventos importantes y acontecimientos insignificantes
ya sean de orden individual o colectivo, simplemente
recuerda. Tampoco, el que recuerda, hace gran reflex-
ión sobre la memoria voluntaria como vinculación a un
recuerdo orientado por la consciencia. La memoria in-
voluntaria, es decir cuando no se despierta de manera
consciente tiene la capacidad de hacer surgir el recuer-
do en forma espontánea.
De tal manera que, lo que se recuerda en primera per-
sona lo hace sobre la base de su experiencia, en tan-
to que la transmisión colectiva de la experiencia será
conocimiento y aprendizaje colectivo.
Ambas características de la memoria
se atraen y se repelen entre sí, en una
relación dialéctica constante.
Continua Halbwachs explicando cuatro
características a tomar en cuenta para
el estudio científico de la memoria:
la relación intrínseca entre memoria
colectiva y memoria individual, las par-
ticularidades de la memoria colectiva
con respecto a la memoria histórica, la
relación entre la memoria colectiva y el tiempo y la vigen-
cia de incorporar la relación entre la memoria colectiva
y el espacio.
Sobre memoria colectiva y memoria individual, Hal-
bwachs asevera que las personas, aunque vivimos ex-
periencias singulares, las vivimos, valga la redundancia,
en un contexto del cual no nos desprendemos. Cito:
Si nuestra impresión puede basarse, no sólo en
nuestro recuerdo, sino también en los de los demás,
nuestra confianza en la exactitud de nuestro recu-
erdo será mayor, como si reiniciase una misma ex-
periencia no sólo la misma persona sino varias…,
pero nuestros recuerdos siguen siendo colectivos, y
son los demás quienes nos los recuerdan, a pesar
de que se trata de hechos en los que hemos estado
implicados nosotros solos, y objetos que hemos visto
nosotros solos. Esto se debe a que en realidad nunca
estamos solos”. (Halbwachs, 1949/2004, pág. 26)
Con relación a la memoria colectiva y memoria históri-
ca, Halbwachs argumenta que mientras la una reposa
en la oralidad viva plena de tradiciones y la otra es-
quematiza lo vivido en periodos tal como si fuese una
tabla de acontecimientos:
“Cabría distinguir dos memorias, que podemos
denominar, por ejemplo, una memoria interior o
interna y otra exterior, o bien una memoria person-
al y otra memoria social. Podríamos decir aún con
más precisión: memoria autobiográfica y memoria
histórica. La primera se apoyaría en la segunda, ya
que al fin y al cabo la historia de nuestra vida for-
ma parte de la historia en general. Pero la segun-
da sería, naturalmente, mucho más amplia que la
primera. Por otra parte, sólo nos
representaría el pasado de forma
resumida y esquemática, mien-
tras que la memoria de nuestra
vida nos ofrecería una repre-
sentación mucho más continua y
densa…, la memoria colectiva se
distingue de la historia al menos
en dos aspectos. Es una corriente
de pensamiento continuo, de una
continuidad que no tiene nada de
artificial, ya que del pasado sólo
retiene lo que aún queda vivo de él o es capaz de
vivir en la conciencia del grupo que la mantiene.
Por definición, no va más allá de los límites de este
grupo. Cuando un periodo deja de interesar al per-
...lo que se recuerda en pri-
mera persona lo hace sobre
la base de su experiencia,
en tanto que la transmisión
colectiva de la experien-
cia será conocimiento y
aprendizaje colectivo.
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Estudios Interdisciplinarios
iodo siguiente, no es un mismo grupo el que olvida
una parte de su pasado: en realidad, hay dos gru-
pos que se suceden. La historia divide la sucesión
de los siglos en periodos, del mismo modo que la
materia de una tragedia se reparte en varios actos
(Halbwachs, 1949/2004, pág. 55 y 81)
Respecto a la memoria colectiva y el tiempo, Hal-
bwachs considera que el tiempo es una representac-
ión colectiva que se construye a partir de los grandes
hechos de la astronomía y la física terrestre, que todos
podemos reconocer con claridad, día y noche, invier-
no y verano, y así sucesivamente. Lo que es realmente
diferente, ya sea de manera individual o grupal, es la
percepción del tiempo. Cito:
Al viejo, que guarda en su recuerdo su época de
niño, los días le parecen ahora a la vez más lentos
y más cortos. Esto significa que tan pronto tiene
la impresión de que el tiempo pasa más despacio,
porque los momentos, tal como los vive, le parecen
más largos, como cree que pasa más rápido, porque
los momentos, tal como se los cuentan a su alrede-
dor, tal como los mide la aguja del reloj, se suceden
con tal rapidez que le superan: no tiene tiempo
para llenar un día con todo lo que puede llenarlo
un niño: el espacio de un día le parece demasiado
corto porque su duración interior queda ralentiza-
da. (Halbwachs, 1949/2004, pág. 93)
Respecto a la memoria colectiva y el espacio, Hal-
bwachs otorga valor al entorno material que rodea las
vidas individuales y colectivas, las cuales integran as-
pectos físico-ambientales y el universo de objetos que
produce la sociedad, cuya presencia, uso y valor le
otorga un significado.
En el presente, una persona común difícilmente puede
imaginar espacios y objetos que han sido sustituidos
por modificaciones en el espacio o por la producción
de nuevos objetos, ejemplos: río y represa, bosque pri-
mario y plantaciones, casas y edificios, candil y bujía,
magneto y celular, y así sucesivamente.
Un enfoque muy interesante planea la lingüística cuan-
do explica que los códigos del lenguaje se organizan a
partir de la necesidad de expresar una realidad, y di-
chos códigos pueden caer en desuso cuando dichos ob-
jetos, sujetos, contextos y realidades sociales desapa-
recen del entorno de los hablantes y al mismo tiempo
aparecen nuevos códigos cuando uno, varios o todos
los elementos se modifican.
Entonces, considerar el significado social y cultural el
espacio es fundamental para interpretar la memoria
colectiva. Cito:
El espacio es una realidad que dura: nues-
tras impresiones se expulsan una a otra, nada
permanece en nuestra mente, y no compren-
deríamos que pudiéramos recuperar el pasado
si no lo conservase el medio social que nos ro-
dea. Es en el espacio, en nuestro espacio -el que
nosotros ocupamos, por el que volvemos a pasar
a menudo, al que tenemos acceso siempre, y
que en todo caso nuestra imaginación o nues-
tro pensamiento puede reconstruir en cualquier
momento-, donde debemos centrar nuestra at-
ención; en él debemos fijar nuestro pensamien-
to, para que reaparezca una u otra categoría de
recuerdos. (Halbwachs, 1949/2004, pág. 144)
También existen otras categorías del espacio y del
lugar tales como el ámbito jurídico, económico, so-
cial, cultural, religioso. En su sentido dialéctico tam-
bién la consideración de Augé, sobre Los No Lugares,
espacios del anonimato, en el cual afirma que: “si un
lugar puede definirse como lugar de identidad, rela-
cional e histórico, un espacio que no puede definirse ni
como espacio de identidad ni como relacional ni como
histórico, definirá un no lugar”. (Augé, 1996, pág. 43)
Por su parte, Reguillo, en sus argumentos sobre los
Identidades culturales y espacio público. Un mapa de los
silencios, estudia las identidades culturales y los usos
del espacio público en sociedades urbanas mexicanas,
y dedica especial atención a la negación y discrimi-
nación a través de la cual, la sociedad oficial, desar-
rolla prácticas excluyentes con respecto a las edades,
sexualidad, y pobreza (Reguillo, 2000).
Quedan así planteados dos elementos centrales des-
de las ciencias sociales que no se perciben de manera
evidente, pero constituyen el otro lado del análisis, el
posicionamiento desde “el otro antropológico”, es de-
cir no solo desde la perspectiva del investigador sino,
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y sobre todo, desde la perspectiva de los investigados
que viven en lo cotidiano los no lugares como espacios
de anonimato y los silencios de las voces subalternas.
La memoria colectiva como categoría de análisis cuen-
ta con herramientas para poner en valor la sabiduría
y conocimientos de la población, permite sistematizar
experiencias vividas, aprender de los aciertos y errores,
reconstruir procesos a partir de la oralidad y facilitar
el discernimiento de perspectivas para la toma de deci-
siones de las colectividades.
Metodologías
En los estudios de las Ciencias Sociales Latinoamer-
icanas se ha desarrollado un gran trabajo teórico y
metodológico sobre cómo aprehender las memorias,
entre las cuales se incluyen el registro de la oralidad,
los archivos, las fotografías, los objetos.
En ésta materia se destaca el aporte de Elizabeth Je-
lin, quien ha llevado el liderazgo en numerosas inves-
tigaciones académicas sobre la memoria, que parten
de la pregunta ¿De qué hablamos cuando hablamos
de memorias?, Jelin (2001) afirma que las respuestas
están sustentadas en tres aspectos: primero, cuando
las experiencias son traumáticas los procesos psíquicos
que no permiten que la memoria recupere lo vivido;
segundo, los procesos socioculturales compartidos es-
tán influenciados por la mediación de mecanismos de
transmisión y apropiación simbólica; y tercero, las me-
morias son simultáneamente individuales y sociales,
ya que en la medida en que las palabras y la comuni-
dad de discurso son colectivas, la experiencia también
lo es. (Jelin E. , 2001, págs. 36-37).
La «experiencia» es vivida subjetivamente y es cul-
turalmente compartida y compartible. Es la agen-
cia humana la que activa el pasado, corporeizado
en los contenidos culturales (discursos en un sen-
tido amplio). La memoria, entonces, se produce en
tanto hay sujetos que comparten una cultura, en
tanto hay agentes sociales que intentan «material-
izar» estos sentidos del pasado en diversos produc-
tos culturales que son concebidos como, o que se
convierten en, vehículos de la memoria, tales como
libros, museos, monumentos, películas o libros de
historia (Jelin E. , 2001, pág. 37).
Jelín pone de manifiesto la importancia de la nar-
ración en sus tres componentes esenciales: la persona
que narra, el contenido de lo narrado y la persona que
escucha. De tal manera que, solamente la narración
que es escuchada entonces será parte de las memorias
colectivas. Ella afirma:
En principio, hay dos posibilidades de tra-
bajar con esta categoría: como herramienta
teórico-metodológica, a partir de conceptualiza-
ciones desde distintas disciplinas y áreas de traba-
jo, y otra, como categoría social a la que se refieren
(u omiten) los actores sociales, su uso (abuso, aus-
encia) social y político, y las conceptualizaciones y
creencias del sentido común (Jelin E. , 2001, pág.
17).
En concordancia con lo anterior, la metodologías para
estudiar las memorias, necesita considerar lo eviden-
te-manifiesto y lo no evidente-oculto. Así lo argumenta:
El recuerdo personalizado que no se expresa de
manera abierta, en público. Ese sería el caso de las
tragedias, como las matanzas. Tales eventos, para
otros autores, al no narrarse de manera abierta lle-
van al olvido social, porque, al no comunicarse, no
continúan en los relatos posteriores. No obstante, en
ocasiones, las narraciones no son suficientes si no
hay quién escuche: “la necesidad de contar puede
caer en el silencio, en la imposibilidad de hacerlo,
por la inexistencia de oídos abiertos dispuestos a es-
cuchar. Y entonces, hay que callar, silenciar, guardar
o intentar olvidar (Jelin E. , 2001, pág. 82).
Así mismo, Catela da Silva afirma que “el archivo es
el espacio que resguarda la producción, organización
y conservación de objetos (en la mayoría de los casos
papeles manuscritos o impresos) que dejan constancias,
documentan, ilustran, las acciones de individuos, famil-
ias, organizaciones y dependencias del Estado” (da Silva
Catela, Ludmila, 2002, pág. 198).
Desde la perspectiva de la fotografía como estudio y
documentación de la imagen, Giordano desarrolla inves-
tigación con diversas metodologías descritas en su libro
Fotografía, testimonio oral y memoria. En la que afirma
que el registro fotográfico adquiere su valor más profun-
do cuando incorpora metodologías para la devolución
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Estudios Interdisciplinarios
de la imagen a los sujetos retratados logrando que cada
protagonista reflexione sobre el momento durante el cual
fue tomada la imagen y la lectura de significados en la
actualidad. (Giordano, 2012, págs. 316-317)
Tal y como discute Norbert Elias en cuanto a los proble-
mas del involucramiento y el distanciamiento en la rel-
ación entre el investigador y los investigados, describe
en su libro Compromiso y distanciamiento. Ensayos de
sociología del conocimiento, la fotografía como evidencia
de lo acontecido, también es objeto de una profunda dis-
cusión ética (Elias, 1990).
Sobre el silenciamiento de conflictos pasados, los cuales
salen a flote ante la evidencia fotográfica, Jelin explica:
Las preguntas sobre la fotografía y
el paso del tiempo -para acercarse y
para distanciarse, para identificarse
y extrañarse, para recordar y para
olvidar- se reiteran y siguen abier-
tas. Lo que produce la entrevista
con fotografías es algo así como
una ambigüedad situada, es decir, a
partir del encuadre dado por el es-
cenario, la foto se convierte en un
estímulo abierto que da pie a recu-
erdos, elaboraciones del presente y
expectativas de futuro que no están
en la foto misma, sino en la subje-
tividad que se construye y expresa
en el acto de mirar colectivamente.
Las fotos, con su ambigüedad y
apertura de sentidos múltiples,
pueden estimular áreas de memoria
latentes u otras que se refieren a ex-
periencias vividas, conflictivas, do-
lorosas, muchas veces sin resolver.
¿Se va a hablar de esto o se va a mantener una es-
pecie de pacto de silencio? Silenciamiento de con-
flictos pasados y presentes, narrativas y discursos
situados que omiten ciertos datos y resaltan otros
o, incluso, palabras dichas en un momento, pero
que luego, por la trama de relaciones sociales invo-
lucrada, hay que desdecir u ocultar. En estos esce-
narios de recepción e interpretación de imágenes,
quizás más que en otras situaciones de interacción
social, el sentido y la interpretación están abiertos
a la multiplicidad de experiencias vividas, a las me-
morias (que siempre afloran en relación con la sit-
uación presente) y a los escenarios y lazos sociales
presentes en el momento del encuentro” (Jelin E.
, La fotografía en la investigación social: algunas
reflexiones personales, 2012, pág. 66).
Los estudios sobre la memoria colectiva con un enfoque
centrado en la naturaleza humana y su complejidad han
avanzado tanto en la profundidad como en la calidad de
sus resultados, en América Latina, encontramos hoy nu-
merosas las vertientes de investigación que sigue la huel-
la de los precursores, con la bondad de éstos actualizan
sus enfoques de acuerdo a las realidades y contextos es-
paciales y temporales de la sociedad.
La memoria colectiva se encuentra construida en un hori-
zonte empírico que se proyecta en el pensamiento en for-
ma de imágenes acústicas (significantes) y de imágenes
mentales (significados). La asociación abstracta de am-
bas se sintetiza en los artefactos de la memoria, pudien-
do ser objetos materiales, representaciones subjetivas,
signos, símbolos e índices que tienen significado social.
Los artefactos de la memoria hacen referencia a aquel-
los objetos/hechos tangibles que evocan un momento o
Comunicaciones pétreas (1991). Técnica: Pastel óleo sobre cartulina negra.
Autor: Bayardo Gámez Montenegro.
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
proceso del pasado vivido y constituyen por sí mismos su
propia evidencia. En tanto, los registros de la memoria
son intangibles, se guardan a manera de imágenes men-
tales y se rememoran en el presente como evidencia de lo
acontecido en el pasado.
Tensiones y perspectivas
Dada la pluralidad de las sociedades y las colectividades,
las preguntas de Yakovlev aportan a una reflexión críti-
ca sobre la verdad: “¿Quién ha decretado cómo hay que
pensar? ¿Quién ha establecido el orden del mundo?
¿Quién ha dicho que los hombres y las cosas deban ser
idénticos y que debamos todos actuar y reflexionar del
mismo modo?” (Yakovlev, 1991, pág. 6).
En este sentido, Wallerstein en el libro Abrir las Ciencias
Sociales, plantea que los analistas de sistema-mundo se
ven a sí mismos como participantes de una protesta fun-
damental contra los modos en los que hemos pensado
que conocíamos el mundo. “Pero también creemos que
la emergencia de este modo de análisis es un reflejo, una
expresión, de la protesta concreta contra las profundas
desigualdades del sistema-mundo que ocupan el centro
político de nuestro tiempo. (Wallerstein I. , 2006)
Wallerstein coincide y reafirma la necesidad de ampliar
las epistemologías desde visiones no eurocéntricas y/o
cualquier otra que pretenda ser el centro hegemónico y,
naturalmente, reconocer el carácter plural del mundo.
Este es argumento que comparte los diferentes enfoques
De-coloniales, Postcoloniales y de los grupos de estudio
de Lo Subalterno. En palabras de Wallerstein:
Ante la necesidad de estudiar cualquier problema
local, nacional o regional en el contexto de la glo-
balización, y de las redes internacionales y transna-
cionales cada vez más significativas en la evolución
contemporánea, se añade un creciente movimien-
to intelectual que busca plantear los problemas
mundiales y regionales desde distintas perspecti-
vas geográficas y culturales, en posiciones que no
serán “eurocentristas” y que tampoco invoquen las
especificidades de cada cultura y civilización para
ignorar el carácter universal y plural del mundo
(Wallerstein I. , 2006, pág. vii).
Por su parte, Mignolo plantea que el enfoque de-colonial
es producto de las imposiciones y resistencias de las so-
ciedades colonizadas, y lo sintetiza así:
El pensamiento de-colonial emergió de la fundación
misma de la modernidad/colonialidad como contra-
partida. Y eso ocurrió en las Américas, en el pensam-
iento indígena y en el pensamiento afro-caribeño.
Continuó luego en Asia y África, no relacionados
con el pensamiento de-colonial en las Américas,
pero sí como contrapartida a la re-organización de
la modernidad/colonialidad con el imperio británi-
co y el colonialismo francés. Un tercer momento de
reformulaciones ocurrió en las intersecciones de los
movimientos de descolonización en Asia y África
concurrentes con la Guerra Fría y el liderazgo ascen-
dente de Estados Unidos. Desde el fin de la Guerra
fría entre estados Unidos y Unión Soviética, el pen-
samiento de-colonial comienza a trazar su propia
genealogía (Mignolo W. , 2008, pág. 250).
Con respecto a la teorización post colonial, Mignolo
reconoce la capacidad de las llamadas minorías para es-
tablecer sus epistemologías propias y su capacidad para
llevarlas al terreno de la práctica social y cultural:
La fuerza de la teorización postcolonial (tanto
como otras prácticas teóricas en el campo de las
“minorías”) reside en su capacidad tanto para
transformar el terreno epistemológico como tam-
bién el social y cultural. Además ayuda a redefinir y
a reestablecer la función de las Humanidades en un
mundo transnacional, en el cual ellas son al mismo
tiempo el resultado de las varias herencias coloni-
ales e Imperiales (Mignolo, Herencias coloniales y
teorías postcoloniales, 1996, pág. 136).
Los estudios sobre Lo Subalterno tuvieron su origen en
un grupo de científicos sociales originarios del sur de Asia
que dedicaron sus trabajos al estudio de las sociedades
que fueron colonizadas por europeos y en donde surgen
intelectuales que toman distancia y desarrollan episte-
mologías desde los pueblos des-colonizados y asumen
perspectivas de poscoloniales y post imperiales a nivel
mundial. El primer grupo de este tipo fue fundado por
Ranajit Guha, en la década de 1970-1980.
Inspirados en las ideas y conceptos de los científicos
asiáticos, se funda en los Estados Unidos el Grupo de
Estudios Latinoamericanos del Subalterno, 1992-1993,
dicho por Ileana Rodríguez:
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Estudios Interdisciplinarios
Los estudios del subalterno discuten tres asuntos
fundamentales, el primero es el significado actual
de los estudios subalternos y sus rumbos diversos,
-en este sentido muchos trabajos incluyen agendas
para el futuro; el segundo es la relación entre es-
tudios Latinoamericanos y Surasiáticos subalter-
nos; el tercero es el de las relaciones entre estado,
cultura y subalternidad. El grupo de trabajo sobre
los estudios subalternos también reconoce la im-
portancia que tiene la búsqueda del entendimiento
entre lo local y lo global, el estado y la sociedad,
y multiculturalismo y la heterogeneidad. Puntos
que resultan esenciales en contextos pluriétnicos
y multiculturales de América Latina (Rodríguez,
2001, pág. 6).
Para el grupo de Estudio de Lo Subalterno, la noción de
“memorias subalternizadas” pretende recoger el carácter
de acción de hacer memoria, remite a las relaciones
de poder (y, por lo tanto de resistencia) e incorpora el
carácter dialógico de las construcciones sobre el pasado
(Díaz, María José y col., 2013, Vol. 22, 2).
Entonces, ¿de qué hablamos cuando pensamos en las epis-
temologías de-colonial, postcolonial, y de lo subalterno?,
sobretodo pensamos en personas, sociedades, culturas,
identidades. Es así que las Ciencias Sociales tienen mayor
responsabilidad a partir compromiso ético se encuentra en
crear unas epistemologías que pongan a la luz la palabra
de las sociedades silenciadas, ya sea por la conquista, la
colonia, la dependencia centro-periferia, la contradicción
trabajo-capital y cualesquiera otras formas de dominación.
Es así que pensamos en los espacios, los tiempos, las nar-
rativas de las vidas a partir de hechos compartidos se ma-
terializan a través de la construcción de los referentes en
la memoria colectiva.
La memoria colectiva incluye el reconocimiento de la
existencia de sociedades pre-existentes a la llegada col-
onizadora –entendida más ampliamente como la domi-
nación impositiva de nuevas prácticas y reglas sociales de
unas culturas sobre otras-, y a pesar de ello, la sociedad
pre-existente continua su tradición oral, trasladando de
generación en generación los valores, creencias y prácti-
cas propias que le dan sentido a sus vidas.
En este particular, Pierre Nora afirma: “la razón funda-
mental de un lugar de memoria (material, simbólico, fun-
cional) es parar el tiempo, bloquear el trabajo del olvido,
fijar un estado de cosas, inmortalizar la muerte, material-
izar lo inmaterial para encerrar el máximo de sentidos en
un mínimo de signos” (Nora, 2008, pág. 34).
Es claro señalar que la memoria colectiva, ya sea
tangible o no tangible, se dibuja en el ámbito del
conflicto social, puesto que se trata del valor que se
hereda de generación en generación, sobre el cual
pesan nostalgias, apropiaciones, desprendimientos
y reconfiguraciones personales y colectivas (Alva-
rez Arzate M. , 1992).
Jelin, destaca que hay tener presente al sujeto que re-
memora y olvida, los contenidos de lo recordado y olvi-
dado, y cómo y cuándo se recuerda y se olvida. Así lo
argumenta Jelin:
El pasado que se rememora y se olvida es activado
en un presente y en función de expectativas futuras.
Tanto en términos de la propia dinámica individu-
al como de la interacción social más cercana y de
los procesos más generales o macrosociales, pare-
cería que hay momentos o coyunturas de activación
de ciertas memorias, y otros de silencios o aún de
olvidos. Hay también otras claves de activación de
las memorias, ya sean de carácter expresivo o per-
formativo, y donde los rituales y 1o mítico ocupan
un lugar privilegiado (Jelin E. , 2001, pág. 18).
Ricoeur habla de “memoria declarativa”, puesto que la
memoria siempre alude a algo: “Decir que nos acordamos
de algo, es declarar que hemos visto, escuchado, sabido o
aprehendido algo, y esta memoria declarativa se expresa
en el lenguaje de todos, insertándose, al mismo tiempo,
en la memoria colectiva” (Ricoeur P. (., 2002, pág. 27).
Para un análisis contemporáneo, es preciso poner el
acento en la construcción social de significados, ya que
cada uno de ellos es reflejo de la posición que tienen,
tanto la sociedad como los individuos, con respecto los
acontecimientos que les dan su origen. Adicionalmente,
la construcción de significados es susceptible de ser
transmitida en forma oral, en sentido vertical, entre una
y otra generación, y en sentido horizontal, entre pares
y/o personas que comparten una misma experiencia.
De acuerdo con Vásquez, se reafirma el carácter in-
tersubjetivo de la memoria, de allí la importancia
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
de realizar el trabajo de interpretación de las me-
morias entendidas como una conexión a la acción
social. Vásquez considera que:
Hacer memoria significa ubicar la construcción del
pasado en la superficie de las prácticas sociales. Es de-
cir, prescindir de la concepción de la memoria como
una propiedad exclusiva y privativa de cada ser huma-
no y considerarla como un nexo relacional. Dicho con
otras palabras, reemplazar el estudio de qué ocurre en
la mente de las personas y focalizar la atención sobre
qué hacemos cuando recordamos. Esto supone admitir
el carácter intersubjetivo de la memoria y asumir que
las explicaciones que construimos sobre el pasado son
producciones contextuales, múltiples versiones creadas
en circunstancias comunicativas concretas, donde el
diálogo, la negociación, el debate son componentes
fundamentales, lo que implica considerar la memoria
como acción social (Vásquez, 2001, pág. 163).
Es preciso anotar que existen memorias esenciales
para la humanidad tales como la sabiduría, el conoci-
miento, las experiencias y el valor creativo, estos son
los lugares de la memoria, en oposición al olvido y el
silencio que constituyen los que podemos llamar como
No Lugares de la Memoria.
La producción de memoria colectiva, su trascend-
encia y significados, es valorado por Mendoza con el
siguiente argumento:
Estas producciones culturales son las que permiten
el recuerdo: se recuerda por medio de construc-
ciones sociales, y el lenguaje, dentro de la colectivi-
dad, es uno de ellos. Uno de los procesos mediante
los cuales se mantiene la memoria colectiva es la co-
municación. Por ella es permisible que el significado
de acontecimientos pasados permanezca, y es que
no se transmite el hecho en sí, ni la hazaña, sino el
significado de ciertos eventos, lo que para un grupo,
colectividad o sociedad está representando. La me-
moria colectiva es múltiple, por eso se habla más
de memorias colectivas que de memoria colectiva,
puesto que las interpretaciones sobre determinados
acontecimientos dependerán de los grupos o colec-
tividades que hayan vivenciado o significado tales
sucesos. No hay una sola versión que domine, lo que
existen son visiones sobre un mismo evento, y esto
es lo que se comunica” (Mendoza J. , 2005, pág. 8).
En colectividades donde la narrativa es su fuente de
transmisión por excelencia, donde el acontecimiento se
narra en forma de testimonio y eventualmente se con-
vertirá en mito y posiblemente leyenda, es esta narrativa
fluida, adjetivada, abundante, el significado de lo narra-
do es vital para el entendimiento de lo propio. Mendoza
lo describe:
Eso es lo que una colectividad le comunica a otra
al narrar sus experiencias. De ahí que resulten tan
atractivas las narraciones sobre ciertos episodios de
un país o sociedad al momento de expresarse en
la literatura y el cine que abordan eventos sociales
del pasado sin la pretensión de imponer su punto
de vista, porque al permitir captar el sentido de lo
que se está comunicando parece que se está iteran-
do lo que ya sucedió. La comunicación logra que el
pasado esté en el presente o, más exactamente, que
eventos significativos del pasado tengan significado
en el presente (Mendoza J. , 2005, pág. 9).
Desde la perspectiva de Ramírez y Aguilar, la memoria no
es sin más la recuperación del pasado, es su compleja re-
construcción elaborada desde el presente, a partir de pro-
cesos de selección y omisión. Conmemoraciones, ritual-
izaciones, ciclos festivos, son todos ellos procedimientos
sociales para marcar el tiempo al remitirlo a otro tiempo,
a un pasado, y de allí tener la seguridad seguir siendo los
mismos, reconocernos como semejantes a una historia y
una continuidad que proporciona valores a los cuales ad-
scribirse (Ramírez & Aguilar, 2006, pág. 10).
La memoria colectiva es vital y su lucha fundamental es
no perecer, independientemente de los formatos, desde el
arte rupestre hasta la comunicación posmoderna (medi-
os electrónicos), todas las formas son válidas, de allí que
la colectividad desarrolle creatividad para que la trans-
misión de significados sea real y las narrativas sean su
principal herramienta de continuidad.
Hasta ahora se ha expuesto sobre lo que sí se recuerda,
como parte de la memoria, sin embargo, es indispensable
asumir que existen dos caras de la misma moneda, por
un lado la memoria y por otro, el silencio y el olvido.
Reguillo estudia el silencio, en su trabajo sobre las iden-
tidades culturales y los usos del espacio público en so-
ciedades urbanas mexicanas y desarrolla sus argumentos
sobre los mapas del silencio. Primero, dedica especial at-
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Estudios Interdisciplinarios
ención a la negación y discriminación a través de la cual,
la sociedad “oficial”, desarrolla prácticas excluyentes con
respecto a las edades, sexualidad, y pobreza. Segundo,
argumenta que las doxas son las herramientas de las que
se vale el discurso oficial para legitimar la discriminación.
Reguillo afirma:
Las doxas proveen un repertorio de “verdades” que
orientan la interacción social. La doxa representa
también una manera de acallar visiones diferentes,
de colocar un “centro”, una voz legítima, un valor no
cuestionable. Pero lo que me interesa resaltar de este
viejo mecanismo social que hoy adquiere una impor-
tancia clave en el contexto de la comunicación inter-
cultural mediática, es su capacidad para convertirse
en coartada y discurso (auto) justificatorio tanto para
la exclusión como para el enclaustramiento de las
identidades (Reguillo, 2000, pág. 77).
Es decir, uno de los criterios a tener en cuenta en el
análisis, es la evaluación sobre la influencia de las dox-
as en las narrativas de memoria colectiva, para obtener
de ellas la autenticidad desde la vista de las memori-
as-silenciadas y memorias-olvidadas, aunque pudiera
pensarse que ésta última sea un contra sentido.
Por tanto, se trata de precisar el análisis de la
posición del sujeto colectivo en cuanto a lo que
olvida y lo que no se desea recordar y por tanto
olvida. Más profundo es incursionar en el terreno
de lo que se guarda en silencio, es un silencio-do-
lor, silencio-vergüenza, silencio-impotencia, silen-
cio-miedo. Aquí se encuentra la esencia de las nar-
rativas del silencio.
Todorov reflexiona sobre el volumen infinito de in-
formación que recibimos y la obligada necesidad de
discriminar lo que se recuerda como “necesario” y
lo que se olvida como “no necesario” y lo expone de
la siguiente forma:
No se trata de que el olvido sea preferible a la me-
moria o al revés. La memoria está hecha de la con-
servación y la eliminación del pasado. El olvido es
una parte integrante de la memoria. Recibimos una
cantidad de información infinita, a través de los sen-
tidos, del lenguaje, de todos los sistemas de signos,
y hacemos una selección inmediata. Escogemos lo
que tiene cierta importancia y lo organizamos de
una manera determinada. Hay una selección y una
jerarquización; hacemos una construcción mental.
Olvidamos por necesidad, si no sería imposible: un
internet, un Funes el memorioso. Sin olvido no hay
memoria. La memoria es el pasado filtrado y recon-
struido (Todorov, 2015, pág. 5).
Todorov afirma que en las memorias existen dos
papeles protagónicos, los héroes y las víctimas, y
alerta sobre los peligros que esto implica:
Hay que partir de la memoria literal. Luego es mejor
trasladarla, generalizarla, para combatir la injusticia
y no limitarnos a defender nuestra propia memoria,
nuestro pueblo o nuestra personalidad. Conviene de-
sconfiar de los usos de la memoria que nos van bien,
personal o colectivamente, porque en realidad todo
pueblo, como todo individuo, tiene en su historia pá-
ginas negras y páginas gloriosas y no hay que redu-
cir el pasado a un solo elemento. Pero hay una gran
tentación de atribuirse un papel positivo en el pasa-
do. Hay dos grandes papeles favorecedores: por un
lado está el héroe; por otro, la víctima. Últimamente
el papel de la víctima ha cobrado mucha relevancia, lo
que resulta paradójico. Nadie quiere ser víctima, pero
se quiere pertenecer simbólicamente al grupo de las
víctimas, porque eso te abre una especie de línea de
crédito infinita, inagotable (Todorov, 2015, pág. 8).
Así mismo, Todorov sostiene que la memoria tiene
una potencia que la historia nunca alcanza, y afir-
ma que ambas se necesitan mutuamente:
Se contextualiza el acontecimiento y se elabora un re-
lato colectivo y no uno fundado por la memoria indi-
vidual. La memoria tiene una potencia que la historia
nunca alcanza porque la primera se funda sobre una
vivencia interior, mientras que la segunda busca obje-
tivar en la medida de lo posible y no descansa en el re-
lato del individuo sino en el acopio de datos históricos
y cifras que permiten probar que la situación era así,
pero no dicen cómo la vivía la gente. Necesitamos las
dos (Todorov, 2015, pág. 10).
El silencio y el olvido son dos argumentos transcen-
dentales para el ejercicio de la memoria colecti-
va con especial énfasis en las sociedades que han
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
atravesado grandes conflictos y en donde la polar-
ización social, económica y política no permite la
libertad de reconocer las memorias desde todas las
perspectivas.
Aquí radica la relevancia de recuperar la legitimidad
de la memoria colectiva como parte del compromiso
ético de las ciencias sociales con relación a la dig-
nificación de las personas y el resarcimiento de los
daños causados durante los conflictos. Quedando
claro que, en el devenir de los tiempos, los roles de
dominación-opresión también se modifican y loa antes
oprimidos podrán ser los opresores en el futuro.
Esta relación dialéctica de unidad y lucha de contrari-
os abre la posibilidad de analizar la relación memoria
colectiva-olvido y memoria colectiva-silencio con rel-
ación a la memoria oficial. Es por ello que es necesario
realizar una lectura política de las narrativas de la me-
moria. Reyes, Muñoz y Vázquez explican:
Una lectura política de la memoria implica: (a) at-
ender a cómo las memorias se configuran en un cam-
po de conflictos, (b) fijar la mirada en los referentes
que se instalan y visibilizan, (c) dar cuenta del marco
que se configura en términos de formas de hacer y
de relacionarse, (d) leer las
estrategias y las tácticas que
van produciendo particulares
escenarios y (e) realzar las
decisiones y deliberaciones
que se producen y despren-
den al recordar. En pocas
palabras, conlleva atender a
la operación por medio de la
cual la memoria se configura
como dispositivo político en
tanto productor/reproductor
de relaciones sociales, generando, transformando y/o
cerrando nuevos espacios de significados y vínculos
(María José Reyes y col., 2013, pág. 164).
Afirmar que lo no recordado es por antonomasia algo
que no existió es una falta a la verdad y además es un
error metodológico al cual se aferran los diseñadores
de los discursos de la memoria oficial. Argumenta
Mendoza que “el olvido social se sostiene con otros
procederes como el silencio, la imposición y la censu-
ra, y producen vacíos y novedades, con los cuales car-
acterizan a la sociedad” (Mendoza J. , 2005, pág. 1).
Por tanto, es preciso decodificar el olvido, tal y como
lo expone Mendoza:
El olvido se fabrica de distinta manera, con distintos
materiales y procederes, y con un actor adicional: el
poder que, empíricamente cobra la forma de grupo
dominante, y por cuya sola presencia se modifican los
procesos y las prácticas de dominio que determinarán
en buena medida qué es lo que hay que olvidar y qué
es lo que debe mantenerse en la memoria (Mendoza
J. , 2005, pág. 9).
Usar el olvido, afirma Todorov citando a Nietzsche, es
útil para los vencedores ya ello les permite no record-
arle a los vencidos su derrota. Así lo explica Mendoza:
Es necesario el olvido, escribió Friedrich Nietzsche.
Lo mismo ha manifestado el semiótico e historiador
búlgaro Tzvetan Todorov: es necesario olvidar, y lo ha
dicho, al igual que Nietzsche, para que se recuerde
que debe olvidarse. Es un planteamiento interesante
que tiene un antecedente en una imposición realiza-
da en los tiempos de la Grecia Clásica, consistente en
no recordarle a los vencidos, después de una
guerra, su derrota (Mendoza J. , 2005).
No todos los olvidos ni todos los silencios
tienen un origen involuntario, también se
olvida por voluntad de olvidar o de silen-
ciar. Es decir, porque los portadores dejan
de pensar en aquello que desean silenciar
hasta que se convierte en olvido, porque se
guarda silencio, porque el tiempo borra las
huellas, porque desaparecen físicamente
los portadores sin dejar registro explícito
de las narrativas porque el olvido ayuda a los protago-
nistas a sobreponerse y seguir adelante.
Se puede afirmar que existen dos formas elementales
de olvido-silencio, el voluntario y el forzado. El prime-
ro es decidido por los protagonistas y el segundo es im-
puesto por el poder dominante, ya sea personal, social,
o parte de una política de Estado. En ambos casos se
empobrece la riqueza de experiencias de las colectiv-
idades más sin embargo, el silencio puede tomar una
No todos los olvidos ni
todos los silencios tienen
un origen involuntario,
también se olvida por
voluntad de olvidar o de
silenciar.
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Estudios Interdisciplinarios
dirección distinta al olvido cuando lo vivido retorna
hacia el campo de la memoria y son utilizadas como
recurso defensivo.
El olvido y el silencio, interactúan como unidad y lu-
cha de contrarios con respecto a las memorias, a su
vez el silencio se debate entre el silencio-dolor, silen-
cio-vergüenza, silencio-impotencia, silencio-miedo.
No obstante, un detalle alojado en las evidencias que
brindan los artefactos de la memoria puede ser la clave
para comprender lo vivido por los protagonistas. Así lo
fue con la piedra Rosetta (inscrita en el año 196 a. C.),
las piedras tsunami en Japón y lo sigue siendo con las
“vírgulas” de los códices mayas prehispánicos.
Retomando a Chomsky en su argumento sobre la
gramática generativa (Chomsky, 1965), es importante
la analogía entre el sentido del lenguaje y la memoria,
ya el lenguaje utiliza reglas sintácticas, palabras y recur-
sos para expresar ideas, las palabras por sí solas que se
dejan de usar se pierden y en la medida que la sociedad
crea nuevos objetos, acciones, relaciones, entonces se
crean nuevas palabras que representen su respectivo
significado. De manera similar se comporta la memoria
con respecto al olvido, lo que se deja de transmitir pasa
al olvido y desaparece de las narrativas colectivas.
Monsiváis, expresando su posición sobre el olvido, afir-
ma que para olvidar no hay que hablar, es decir hay
que dejar de transmitirlo:
Si en la memoria colectiva opera como marco mayor
y como instrumento de construcción el lenguaje, en
el olvido social se despliega el silencio, no se pone en
juego el lenguaje. El presupuesto parece ser: si algo se
quiere mandar al olvido de ello no hay que hablar, no
hay que nombrarlo, no se emite razón ni argumento
para con los acontecimientos del pasado que se quier-
en olvidar (Monsiváis, 2004, pág. 12).
Ahondando en los aspectos más profundos del silencio
y el olvido, Monsiváis afirma que la impunidad utiliza
el olvido como herramienta de poder.
La programación del olvido y la inexistencia notici-
osa de los actos de represión (matanzas, asesinatos
selectivos, encarcelamientos, ‘desapariciones’, ceses,
campañas de difamación, allanamiento de locales,
etcétera). Este manejo de la memoria colectiva es la
garantía esencial de la impunidad: lo que no se sabe
o no se recuerda no ocurrió, no tuvo lugar en el im-
aginario colectivo. Tales eventos, los indeseables, de
los que no se desea hablar, son enclaustrados en lo
oscuro del silencio, de lo innombrable: ni una palabra
al respecto de ciertos periodos oscuros y su sentido
(Monsiváis, 2004, pág. 15).
Afirma Mendoza, que el olvido sumado al silencio empo-
brece a la colectividad y reduce las posibilidades de de-
sarrollo:
Los productos del olvido se manifiestan después de
que se recurrió a ciertas prácticas y que traen como
consecuencia que se mire el presente de determina-
da manera, a saber, como el pensamiento dominante
quiere que se conciba el pasado, su pasado. Los diver-
sos acontecimientos y significados del pasado que una
sociedad ha experimentado se ven truncados una vez
que los procesos y las prácticas del olvido se han pues-
to en marcha. La riqueza de lo experimentado por una
colectividad se ha empobrecido porque sus vivencias
se han silenciado, omitido, informatizado, censurado,
o se les ha aplicado el terror del fuego. Los resultados
de estos procesos y prácticas cobran variadas formas
(Mendoza J. , 2005, pág. 16).
La memoria se construye a partir de una gran diversidad
de expresiones, entre las que se reconoce la existencia de
una memoria colectiva como construcción social compar-
tida, en tanto, la memoria oficial que es producto de una
política desde el poder hacia la sociedad, dicha política
define lo que se aprueba como legítimo y como verdad,
muy similar a las doxas descritas por Reguillo.
Con relación al concepto de memoria oficial, Reyes An-
dreani considera que:
La instalación de la memoria oficial conllevará una lu-
cha contra todo recuerdo que la cuestione, interrogue,
desarme y deslegitime, pues lo que está en juego no
es sólo una visión nostálgica por lo vivido, sino, y más
radicalmente, el marco bajo el cual se establece cómo
estamos viviendo y cómo queremos vivir. De este
modo, las acciones de invención y/o apropiación del
pasado implican la instauración de una política (Reyes
Andriani, 2015, pág. 343).
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Reflexión crítica sobre la memoria colectiva: integración...María Dolores Alvarez Arzate
Al observar la memoria como fenómeno social, es decir
desde el origen de los tiempos, se puede afirmar que la
relación entre vencedores y vencidos es dinámica, los
ahora vencedores podrán ser mañana los vencidos y
viceversa, y además está influida por los cambios estruc-
turales de la sociedad tales como el surgimiento y de-
saparición de clases sociales. De la Gaza lo expresa así:
Hacer memoria desde los vencidos es entendido como
acto político pues, “es el vencedor el que cuenta la his-
toria, y su poder se legitima por este relato. De los
vencidos no queda rastro, y su historia no tiene poder
político a menos que la memoria la introduzca en el
presente, iluminándolo (de la Gaza, 2002, pág. 75).
Las narrativas desde la memoria colectiva también son
utilizadas por la memoria oficial en función de reafir-
mar el poder; esta memoria oficial toma como base los
mismos acontecimientos y símbolos cambiándoles su sig-
nificado de manera intencional. Mendoza lo explica de la
siguiente forma:
Los enunciados aquí no son los únicos procesos que
contribuyen a la forja del olvido, pues se encuentran
también la denegación, consistente en negarle la más
mínima verosimilitud a las narrativas de distintos gru-
pos que no detentan posiciones de poder. La rapidez,
es decir, la velocidad con que los acontecimientos se
presentan, la fugacidad que imposibilita percibirlos,
significarlos y que así se inscriban en la memoria.
Igualmente, se enuncia el cambio en los marcos so-
ciales: lo mismo derruir sitios y edificios que abando-
nar los lugares donde se alberga la memoria; también
se modifican los marcos endosándole un nuevo senti-
do a una antigua fecha que se conmemoraba o el in-
tento de cambiar la fecha de conmemoración de algún
evento (Mendoza J. , 2005, pág. 14).
Conclusiones
La memoria colectiva es altamente identitaria, en cambio
la memora oficial impone la legitimación del discurso en-
tre el pasado y el presente. En ciertos periodos históricos,
ambas memorias concuerdan, dado que la representación
colectiva es coincidente con el grupo político que ostenta
el poder. Sin embargo, hay periodos en que la correlación
entre el poder político y la memoria colectiva es diferente
y en consecuencia se da lectura al pasado con distintos
significados e implicaciones, incluso opuestos.
La memoria conjugada con las identidades entonces tiene
funciones específicas, se recuerda los esquemas de so-
brevivencia como identidades defensivas, y se recuerda
los sueños y las aspiraciones como identidades proyecto,
como referente del pasado para vivir el presente.
Ahora bien, se debe esclarecer que no todo proceso es lin-
eal y con desplazamiento estable en el tiempo, también
hay giros, retrocesos, saltos, estancamientos, cambios de
paradigmas, conversiones ideológicas, entonces los datos
guardados en la memoria tienen una lectura a la luz del
presente adjetivado por el camino recorrido por las perso-
nas y las sociedades.
Los usos de la memoria existen en la medida en que sat-
isfacen una necesidad social y cumplen una función de
identidad colectiva y sus interlocutores son portadores de
las voces que interpretan el pasado en conexión con el
presente.
Desde todas las ciencias sociales y sus conexiones inter,
intra y transdisciplinarias, los estudios sobre la memo-
ria revisten gran importancia porque en ella se alojan
los argumentos objetivos y subjetivos para la creación
y desarrollo de lazos sociales y la puesta en marcha de
sentimientos movilizativos en torno a ideas compar-
tidas, sobre todo cuando éstas se aglutinan alrededor
de las identidades colectivas.
Sobre las perspectivas de los usos de la memoria en el
presente y futuro próximo, en contexto donde los pro-
cesos sociales han generado cambios significativos en
la vida cotidiana y estratégica de la población.
Se confirma la importancia de poner el acento en la
construcción social de significados transmitidos me-
diante la memoria colectiva, en sentido vertical, en
sentido horizontal, y en formatos que puedan llegar a
generaciones posteriores a mediano y largo plazo.
Es necesario advertir los riesgos en el análisis cuan-
do se presentan sublimaciones del pasado, cuando las
memorias eternizan un vivir “en” el pasado, cuando
las memorias culpabilizar al pasado de la realidad pre-
sente sin obtener lecciones aprendidas de las experien-
cias y cuando las colectividades niegan la creatividad
de responder a la adversidad del pasado con nuevas
herramientas del presente.
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Yakovlev, A. (1991). Lo que queremos hacer con la Un-
ión Soviética. Barcelona: Alianza Editorial.
María Dolores Alvarez Arzate
María Dolores Alvarez Arzate (1959). Licenciada en Ciencias Sociales por la UNAN-Managua (1992). Máster en Antro-
pología Etnología por la UNAN-Managua (1999). Doctorado en Ciencias Sociales con mención en Gerencia por la
Universidad del Zulia, República Bolivariana de Venezuela (2016). Docente titular de la Facultad de Humanidades
y Ciencias Jurídicas de la UNAN-Managua, en la que es miembro del equipo fundador del Departamento de Antro-
pología y de la carrera de Antropología Social (1993), así mismo, coordinó la primera y segunda cohorte de la Maestría
en Antropología y Liderazgo Social. Es coordinadora de Posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas.
Investiga en temas de Antropología Política, Antropología Urbana, Culturas Indígenas y Afro-descendientes y Memoria
Colectiva y Cultural.