Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Estudios Interdisciplinarios
Los estudios del subalterno discuten tres asuntos
fundamentales, el primero es el significado actual
de los estudios subalternos y sus rumbos diversos,
-en este sentido muchos trabajos incluyen agendas
para el futuro; el segundo es la relación entre es-
tudios Latinoamericanos y Surasiáticos subalter-
nos; el tercero es el de las relaciones entre estado,
cultura y subalternidad. El grupo de trabajo sobre
los estudios subalternos también reconoce la im-
portancia que tiene la búsqueda del entendimiento
entre lo local y lo global, el estado y la sociedad,
y multiculturalismo y la heterogeneidad. Puntos
que resultan esenciales en contextos pluriétnicos
y multiculturales de América Latina (Rodríguez,
2001, pág. 6).
Para el grupo de Estudio de Lo Subalterno, la noción de
“memorias subalternizadas” pretende recoger el carácter
de acción de hacer memoria, remite a las relaciones
de poder (y, por lo tanto de resistencia) e incorpora el
carácter dialógico de las construcciones sobre el pasado
(Díaz, María José y col., 2013, Vol. 22, 2).
Entonces, ¿de qué hablamos cuando pensamos en las epis-
temologías de-colonial, postcolonial, y de lo subalterno?,
sobretodo pensamos en personas, sociedades, culturas,
identidades. Es así que las Ciencias Sociales tienen mayor
responsabilidad a partir compromiso ético se encuentra en
crear unas epistemologías que pongan a la luz la palabra
de las sociedades silenciadas, ya sea por la conquista, la
colonia, la dependencia centro-periferia, la contradicción
trabajo-capital y cualesquiera otras formas de dominación.
Es así que pensamos en los espacios, los tiempos, las nar-
rativas de las vidas a partir de hechos compartidos se ma-
terializan a través de la construcción de los referentes en
la memoria colectiva.
La memoria colectiva incluye el reconocimiento de la
existencia de sociedades pre-existentes a la llegada col-
onizadora –entendida más ampliamente como la domi-
nación impositiva de nuevas prácticas y reglas sociales de
unas culturas sobre otras-, y a pesar de ello, la sociedad
pre-existente continua su tradición oral, trasladando de
generación en generación los valores, creencias y prácti-
cas propias que le dan sentido a sus vidas.
En este particular, Pierre Nora afirma: “la razón funda-
mental de un lugar de memoria (material, simbólico, fun-
cional) es parar el tiempo, bloquear el trabajo del olvido,
fijar un estado de cosas, inmortalizar la muerte, material-
izar lo inmaterial para encerrar el máximo de sentidos en
un mínimo de signos” (Nora, 2008, pág. 34).
Es claro señalar que la memoria colectiva, ya sea
tangible o no tangible, se dibuja en el ámbito del
conflicto social, puesto que se trata del valor que se
hereda de generación en generación, sobre el cual
pesan nostalgias, apropiaciones, desprendimientos
y reconfiguraciones personales y colectivas (Alva-
rez Arzate M. , 1992).
Jelin, destaca que hay tener presente al sujeto que re-
memora y olvida, los contenidos de lo recordado y olvi-
dado, y cómo y cuándo se recuerda y se olvida. Así lo
argumenta Jelin:
El pasado que se rememora y se olvida es activado
en un presente y en función de expectativas futuras.
Tanto en términos de la propia dinámica individu-
al como de la interacción social más cercana y de
los procesos más generales o macrosociales, pare-
cería que hay momentos o coyunturas de activación
de ciertas memorias, y otros de silencios o aún de
olvidos. Hay también otras claves de activación de
las memorias, ya sean de carácter expresivo o per-
formativo, y donde los rituales y 1o mítico ocupan
un lugar privilegiado (Jelin E. , 2001, pág. 18).
Ricoeur habla de “memoria declarativa”, puesto que la
memoria siempre alude a algo: “Decir que nos acordamos
de algo, es declarar que hemos visto, escuchado, sabido o
aprehendido algo, y esta memoria declarativa se expresa
en el lenguaje de todos, insertándose, al mismo tiempo,
en la memoria colectiva” (Ricoeur P. (., 2002, pág. 27).
Para un análisis contemporáneo, es preciso poner el
acento en la construcción social de significados, ya que
cada uno de ellos es reflejo de la posición que tienen,
tanto la sociedad como los individuos, con respecto los
acontecimientos que les dan su origen. Adicionalmente,
la construcción de significados es susceptible de ser
transmitida en forma oral, en sentido vertical, entre una
y otra generación, y en sentido horizontal, entre pares
y/o personas que comparten una misma experiencia.
De acuerdo con Vásquez, se reafirma el carácter in-
tersubjetivo de la memoria, de allí la importancia