Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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El instante de la luz y su relato
L
os conocimientos científicos y saberes tradicionales
son percibidos en distintas esferas académicas y
teóricas hasta como elementos contrarios. En al-
gunos casos los conocimientos científicos son vistos como
“lo fiable” y nos ha limitado el panorama del pluralismo
de sistemas de conocimientos desde otras estructuras
cognitivas. Por otro extremo y sobretodo en las ciencias
sociales se ha construido una idea entorno a los saberes
tradicionales, sin incluso percibir aspectos negativos de
los mismos cayendo siempre en la atracción por lo ex-
ótico. Sin embargo, tanto los conocimientos científicos
como los saberes tradicionales, comparten algo esencial:
ambos están construidos para entender el entorno natu-
ral y posibilitar el acceso y apropiación sobre él.
Concretamente explicaremos parte de las experiencias
vividas en una zona del municipio de El Realejo, al oc-
cidente de Nicaragua, donde las principales actividades
económicas están relacionadas a la pesca, la extracción
de conchas y punches en el bosque manglar de la zona.
Los bosques manglares son biotopos compuestos por
árboles halófitos en zonas intermareales que a través
de sus características naturales propician el desarrollo
de muchas especies animales y la captación de carbono
azul. Estos ecosistemas brindan grandes beneficios bi-
ológicos y socio-culturales a las poblaciones cercanas a
estos espacios.
Especialmente retomaremos el caso de los concheros,
estos trabajan de manera individual, sin embargo para
alquilar un bote y realizar los viajes hasta las zonas de
extracción se organizan en grupos promedio de 20 per-
sonas. Cada uno viaja equipado con material de pro-
tección que compran a costureras del mismo municipio,
quienes han adaptado indumentaria especialmente para
este tipo de trabajo: guantaletas (cubre manos y ante-
brazos), dedales, máscaras, asimismo un tipo de bolso
tejido llamado “matata” que facilita el lavado de las con-
chas en el estero.
Los concheros además de desarrollar todo un sistema
de protección, han generado conocimientos entorno a
la localización de las conchas. Según estos las conchas
se encuentran más cercanas a las raíces de mangle rojo
(Rhizophora mangle) en los terrenos más fangosos, asi-
mismo los conocimientos sobre la luna y el hidroperíodo
han sido de vital importancia para los concheros.
Los concheros extraen principalmente dos especies de
conchas: Anadara Similis y Anadara tuberculosa. Según
la población, la primera es macho y la segunda es hem-
bra, sin embargo biológicamente ambas son especies
distintas y dioicas. La problemática en el contexto es
que al creer que una especie es hembra y otra es macho
entonces se explota más una especie, en este caso Ana-
dara Similis, ya que como método de conservación las
personas consideran que extraer el macho más que la
hembra contribuye a la reproducción de la misma y con
ella la preservación de este bivalvo.
En puntos contradictorios y relevantes como este, es
necesario acercar a estas prácticas los conocimientos des-
de la ciencia, haciendo énfasis en la adaptabilidad que
deben tener estos conocimientos con la cultura local y
finalmente sistematizar esto hacia evitar la explotación
excesiva de una sola especie. En el municipio, el gobierno
local, en conjunto con biólogos y técnicos de MARENA
(Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales), ha real-
izado reuniones donde los concheros y comerciantes par-
ticipan y reciben información sobre las medidas de pro-
tección que deben cumplir para asegurar la preservación
de las especies y la fuente de su trabajo. Estos son prim-
eros espacios que propician la participación ciudadana,
convirtiéndolos en protagonistas de futuros cambios en
la extracción de conchas.
Actualmente resulta casi imposible imaginar un lugar
en donde lo local y lo global no interactúen, entonces
sería necesario aprovechar las experiencias de lo local y
sus saberes tradicionales y la capacidad de divulgación
de lo científico, con el fin de lograr potencializar las ac-
tividades que realizamos y contribuir a la conservación
de la Tierra y la calidad de vida.
Superar la disyuntiva entre los saberes tradicionales y
los conocimientos científicos es el principal reto para
lograr nuevos caminos hacia propuestas que no discrim-
inen ni idealicen alguna de estas visiones, y plantearse
que los conocimientos deberían ser aquellos que per-
mitan realizar los proyectos y adaptarlos a todas o casi
todas las posibilidades, incluyendo las preocupaciones
de conservación del ambiente y sustentabilidad. En este
sentido, el papel antropológico resulta vital para com-
prometernos con el auténtico reto que es el reconoci-
miento, respeto y colaboración de estas visiones.