Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Más allá de lo étnico: procesos identitarios...Elvira Maritza Andino
bién es lo que intenta hacer Pablo Antonio Cuadra, sólo
que con una visión bifurcada. Es decir, el nicaragüense
mestizo, descendiente más de indio que de español, es
taimado, mentiroso, picado, vivo, etcétera, mientras que
los menos indios y más españoles, lo contrario. De allí la
visión dual que expresa PAC. Es decir, el nica parece ser
permanentemente dos al mismo tiempo. Existen varios
antecedentes en esta dirección. (Lacayo, 2007)
En Nicaragua, se reflejan expresiones culturales que
bien podría semejarse a la dinámica del Güegüense y su
burla a los españoles. El nicaragüense trae consigo una
identidad étnica que se manifiesta en sus prácticas como
en la astucia del mismo personaje del Güegüense, pero
además existe esa negación quizás un poco solapada.
Por su lado Bonfil Batalla indicaba el origen ancestral
de los pueblos actuales se encuentra en sus prácticas
culturales, las cuales han sido negadas por siglos, pos
coloniales (Batalla, 1990). Lo que llama como cultura
negada Bonfil Batalla, su propuesta es una invitación,
no a iniciar una confrontación ciega con todo lo pro-
ducido por Occidente, ni a acrecentar y radicalizar el
conflicto entre indios y no indios, tampoco a retornar
al pasado, sino a explicitar lo que, a través de la resist-
encia, la innovación y la apropiación, queda en cada
mexicano del México profundo, o lo que para nosotros
sería el nicaragüense profundo. (Ruiz, 2013)
Tradiciones, costumbres y formas de
conservación
En la antropología nicaragüense, y particularmente en
la experiencia de investigación desarrollada en la car-
rera de Antropología Social de la UNAN-Managua, se
localizan investigaciones de grado y posgrado que apor-
tan al análisis antropológico, desde distintas énfasis;
económico, social, lingüísticas, sistemas de creencias,
educativo, entre otros. En ellas se evidencia, las man-
ifestaciones culturales de los pueblos: una identidad
sumergida en las complejas redes de la negación cul-
tural. Detectándose la necesidad por re-encontrase con
su pasado reciente y con sus linajes culturales étnicos.
Sin embargo, queda la pregunta abierta ¿Qué hemos
encontrados sobre los elementos originarios en las fa-
milias y que significado le damos a sus expresiones a
partir de sus costumbres y tradiciones?
Ciertamente como investigadores debemos encontrar
esos espacios de reflexión, en el que seamos promo-
tores de ese reconocimiento de los pueblos desde sus
propias practicas ancestrales. En investigaciones de
posgrados se han evidenciado algunos hallazgos en-
contrados en la observación en El Viejo, Chinandega,
que demuestran la existencia de prácticas que se en-
cuentran en nivel no superficial de la cultura de las
personas (Andino, 1999). Los pueblos originarios del
Pacífico, Centro y Norte del país representan su etnos
con una conexión cultural individual y colectiva. Existe
presencia de tradiciones que se expresan en la cultura
espiritual a través de la música, que logran subsistir
ante la modernidad, conectan con sus raíces ancestral-
es, muestra una mezcla de espiritualismo y cultura ma-
terial, que trasciende lo cotidiano.
Los ancestros míticos son, por lo general los pueblos in-
dígenas precolombinos: ese “sujeto colectivo” del cual
dicen ser descendiente los miembros de las actuales co-
munidades indígenas latinoamericanas, aun cuando ellos
no sean capaces de retrasar empíricamente los lazos de
filiación que les unen presuntamente a él. Los indígenas,
en cambio, sí son capaces de retrasar los eslabones gene-
alógicos que les unen a sus ancestros empíricos, identif-
icando en cada genealogía pasada el o los parientes que
les unen a ellos. (Idiáquez, 1998, págs. 234, 235)
Para los grupos originarios del Pacífico, Centro y Norte, la
familia es la primera base de reconocimiento de legitim-
idad ancestral. A través de sus ancestros se auto recono-
cen y reproducen los saberes transmitidos por medio de
la relación directa entre los parientes generacionales, que
se desarrollan en prácticas culturales concretas.
Ante lo anterior, resulta necesario indicar que existen
pueblos que entran en conocimiento de su propio etnos,
y otros que son motivados en su devenir histórico. Esta
experiencia, que no es exclusiva de Nicaragua, se logra
apreciar en otros espacios y contextos de Latinoamérica.
Se retoma la experiencia de Isabel Rauber (1992), una in-
vestigadora de origen argentino, que recoge testimonios
de lideresas indígenas y refleja los procesos de conciencia
étnicas que son motivadas, por las prácticas sociales de
las informantes. Relata lo siguiente: