Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Pueblos, Culturas e Identidad
Más allá de lo étnico: procesos identitarios entre reivindicación y prácticas
tradicionales
Beyond the ethnic: identity processes between vindication and traditional practices
Resumen
El escrito presenta reflexiones sobre la autoconciencia étnica: identidad de los pueblos originarios, referi-
do a las regiones Pacífico y Centro-Norte de Nicaragua. La hipótesis que se ubica en la antropología
nicaragüense tiene como base, que las poblaciones originarias fueron casi exterminadas por la conquista
española, sin embargo los elementos de identidad se reconfiguraron como es observable a partir de las
manifestaciones actuales. La exposición en el texto, refiere al análisis de la autoconciencia más allá de la
superficie de la modernidad, y la negación a la identidad originaria. Desde la antropología se impulsa al
reconocimiento de la identidad original en los pueblos actuales, manifestados en sus prácticas culturales,
y estructuras sociales.
En el artículo se analiza el significado de la autoconciencia étnica en los pueblos originarios, desde la
semilla de sus prácticas arraigadas en su inconsciente colectivo. Partir del origen ancestral, para compren-
der desde la lógica de identidad, la conciencia étnica, vinculada a las prácticas culturales actuales. Por
último se dedican líneas de reflexión sobre las prácticas sociales y culturales, manifestadas en tradiciones
y costumbres como formas de conservación de la identidad de las poblaciones.
Palabras claves: Auto conciencia étnica, etnia, pueblos originarios, origen ancestral, identidad cultural.
Abstract
This paper presents reflections on ethnic self-consciousness: identity of indigenous peoples, referred to
the Pacific and Central-North regions of Nicaragua. The theory that is located in Nicaraguan anthropolo-
gy is based on the fact that the original populations were almost exterminated by the Spanish conquest,
however the elements of identity were reconfigured as is observable from the current manifestations. The
exposition in the text refers to the analysis of self-consciousness beyond the surface of modernity, and the
denial of the original identity. Anthropology drives to the recognition of the original identity in the current
people, manifested in their cultural practices, and social structures.
This article analyzes the meaning of ethnic self-consciousness in native people, from the seeds of their practice
rooted in their collective unconscious. Starting from their ancestral origins, to understand from the logic of
identity, the ethnic conscience, linked to current cultural practices. Finally, there are lines of reflection on social
and cultural practices, manifested in traditions and customs as ways of preserving the identity of populations.
Keywords: Ethnic self-awareness, ethnicity, native peoples, ancestral origin, cultural identity
Elvira Maritza Andino
Directora Departamento de Antropología
Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas
UNAN-Managua. Nicaragua.
https://orcid.org/0000-0002-5560-5141
Correo: maritzaapicado@hotmail.com
Recibido: 10-11-2017
Aceptado: 20-11-2017
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Más allá de lo étnico: procesos identitarios...Elvira Maritza Andino
Componentes culturales en la identidad de los
pueblos originarios
Para analizar el significado de la autoconciencia étnica
en los pueblos originarios de las regiones Pacífico y Cen-
tro-Norte de Nicaragua, es ineludible tomar
en cuenta los valiosos componentes cultur-
ales que precisan la existencia y el reconoci-
miento de las familias originarias a partir del
origen ancestral, según Grimson, “un punto
de partida necesario es diferenciar las categoría
de pertenencia por una parte, y las tramas de
prácticas y significados por la otra” (Grimson,
2011, pág. 139).
La categoría de pertenencia se analiza más
allá del apego a un territorio, también con-
struye identidad que se articula a las prác-
ticas y costumbres esenciales, que dan sig-
nificado al mundo de las personas. Grimson
(2011), aporta que los pueblos originarios,
construyen identidad en un sentido comple-
jo de tramas o bien esferas de prácticas con
significantes sustanciales.
En Nicaragua, más allá de la auto identifi-
cación con un pueblo originario, existen un
sin número de prácticas cotidianas que se
comprenden a partir de elementos ancestral-
es. Por un lado existen quienes se identifican
con un pueblo indígena, es decir, tienen un sentido de
pertenencia, y también un número considerable de
personas que ponen en prácticas saberes de conexión
ancestral sin reconocerse en sí mismos indígenas.
Así como, otros elementos que se manifiestan y los identi-
fican como; tradiciones, costumbres, las formas de organ-
ización, la vida comunitaria, la transmisión de generación
en generación de los valores espirituales resguardados en
las prácticas tradicionales de las poblaciones.
Por supuesto existen otros elementos observables entre
lo que podemos mencionar, como significantes de un
pueblo originario. Por ejemplo, la tenencia de la tierra
es una referencia importante, así como el conocimien-
to tradicional en las formas de producción, los valores
de la educación en las familias, como es el cuido del
legado de los padres a los hijos. El conocimiento sobre
los recursos naturales, las prácticas en relación con la
medicina natural para solucionar situaciones de salud
en las comunidades. Todo ello ha significado formas de
conservación de los pueblos originarios.
La ilustración anterior da muestra de la distribución
espacial de los actuales pueblos que se adscriben a una
descendencia originaria. Es importante destacar que
los procesos históricos de la zona del Pacifico no fue
similar que la del Caribe. Danilo Salamanca sugiere
que “entonces observar, que la línea divisoria que atra-
viesa el territorio de la actual Nicaragua, de cuyas conse-
cuencias políticas se internan en la historia y en la vida
actual de este (…) es en realidad parte de una frontera
ancestral que se prolonga hacia el Norte y hacia el Sur
y separa a Mesoamérica en su conjunto de las culturas
indígenas de la zona intermedia y del Sur del continente
(Salamanca, 2012).
Por tanto, indica Salamanca (2012), hablamos que
los procesos del territorio han sido vividos por la po-
blación de forma diferente. Así en el Pacífico, la colo-
nia española casi extermino a los pueblos originarios,
Mapa de los pueblos indígenas, uso y manejo de los recursos.
Fuente: Pueblos originarios y afrodescendientes de Nicaragua: etnografía, eco-
sistemas naturales y áreas protegidas (UICN, URACCAN, & APRODIN, 2016)
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en la Costa Caribe, los ingleses junto a sus aliados,
encontraron la forma de explotar y negociar con los
pueblos autóctonos aprovechando sus recursos y fuer-
za, pero permitiéndoles vivir bajo sus particularidades
culturales.
No obstante, en el Pacífico, estos pueblos tuvieron que
someterse al dominio, cultural, lingüístico, político y
eso altero el orden original de la población. Aunque
como se ha expresado existe una lucha por encon-
trar esa reivindicación cultural. Generando el actual
reconocimiento de los pueblos del Pacífico, Centro y
Norte, como se aprecia en la ilustración.
¡Nosotros si Existimos! Somos más de 333,000
hombres y mujeres Chorotegas, Cacaoperas/
Matagalpas, Xiu/Sutiabas y Nahoas. En nuestras
mentes y corazones arde el espíritu de nuestros
ancestros: de Diriangén, Nicarao, Sasle, Adiact,
Agateyte, Yaguare, Nacacheri, Tenderí y Mosunse.
Conservamos el sendero de nuestras abuelas y
abuelos que nos enseñaron que somos parte de
toda la creación que es la fuente de la vida. Apren-
dimos que cuidar nuestra madre tierra debe ser
una vivencia diaria–igual como cuidarnos nosotros
mismos. (APRODIN, 2012)
La lucha por el reconocimiento de los pueblos originar-
ios, es una tarea incesante.
Reafirmados posterior-
mente en el Convenio 169
de la OIT (1989) entrada en
vigor el 5 de septiembre de
1991. La Declaración de la
ONU sobre derechos de los
pueblos indígenas adopta-
do por la Asamblea General
de la ONU en 2007. En el
convenio 169 de la OIT, se
enfatiza que la conciencia
de su identidad indígena o
tribal deberá considerarse
un criterio fundamental
para determinar los grupos
a los que se aplican las
disposiciones del presente
Convenio.
Este marco legal internacional que respalda a los pueb-
los que se auto determinan originarios, ha tenido un
Cuadro de distribución de los pueblos y sus características.
Fuente: Pueblos originarios y afrodescendientes de Nicaragua: etnografía, ecosistemas naturales y
áreas protegidas (UICN, URACCAN, & APRODIN, 2016)
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impacto considerado sustancial en los país que lo han
adoptado y ratificado. Sin embargo, la realidad local
en algunos países del mundo es distinta, no existe un
reconocimiento y respaldo como tal, muy por el con-
trario ha existido una extirpación.
La autoconciencia está ligada a un territorio, lengua,
costumbre común, tradiciones y vinculación con un
pueblo originario. En el Arto. 2. Del convenio 169 de
la OIT dicta que “Los gobiernos deberán asumir la re-
sponsabilidad de desarrollar, con la participación de los
pueblos interesados, una acción coordinada y sistemática
con miras a proteger los derechos de esos pueblos y a
garantizar el respeto de su integridad.” (Organización
Internacional del Trabajo (OIT), 1989)
Parte de estos esfuerzos de reconocer el convenio lo ha
hecho Nicaragua. Sus trabajos se reflejan en los gru-
pos autodenominados originarios o indígenas. En el
trabajo que se realizó sobre los pueblos indígenas del
Pacifico, Centro y Norte de Nicaragua, se destaca un
cuadro de datos importante de los grupos actualmente
en reconocimiento.
Se reconoce el vínculo ancestral de los actuales pueb-
los con su ascendencia ancestral u original. En tiem-
pos precolombinos los pueblos Chorotega, Nicarao y
los Maribios o Sutiava eran pueblos que habitaban en
un corredor rupestre que se extendía desde el actual
Golfo de Nicoya hasta el Golfo de Fonseca, junto a la
costa de los Lagos y al pie de los volcanes, debido a
la abundancia del agua y de suelos abonados por la
ceniza volcánica.
Los Chontal–Matagalpa habitaron en el Centro y Norte
de Nicaragua constituyendo un mismo grupo. Se les
vincula a grupos provenientes del norte y sur del con-
tinente. Los Chontales que poblaban el istmo de Rivas
fueron desplazados por los Chorotegas en el siglo XI.
(UICN, URACCAN, & APRODIN, 2016)
Cultura material y espiritual de origen
ancestral
Los pueblos en la actualidad en Nicaragua están con-
stituidos bajo un entramado de prácticas culturales
con arraigo ancestral, lo que conecta un pueblo a un
pasado histórico o un linaje cultural. Posterior a la
Revolución Sandinista, en 1979, existió un proceso de
integración nacional, que dio lugar por primera vez
de reconocer a los pueblos originarios o tribales, entre
esos hallazgos se encuentra la Declaratoria de la Ley
28 de Autonomía en el Caribe.
Por tanto, se ha empleado desde entonces la necesidad
de dar el lugar a los pueblos con conexión cultural an-
cestral y se ha establecidos mecanismo políticos para
la construcción de la patria de todos, que está condi-
cionada al reconocimiento de los pueblos originarios
a partir de sus tradiciones y costumbres a partir de su
cultura espiritual y material.
Lo espiritual y material que se vuelven aspectos esen-
ciales en la cultura de un pueblo para su auto recono-
cimiento. O bien para determinar características que
le den lugar como pueblo de descendencia ancestral.
Ante esto, es necesario analizar la reflexión de lo ma-
terial y espiritual a partir de la propuesta de Jesús
Guanche (1983). El antropólogo cubano indica que la
cultura espiritual es:
la expresión de los valores creados por las diver-
sas formas de la conciencia social, y por las demás
formas de organización y comunicación humana.
Estos valores o bienes culturales son la política, el
derecho, la moral, la ciencia, el arte la religión, y la
filosofía, así como las organizaciones sociales, fa-
miliares e interpersonales. (Guanche, 1983)
Por supuesto, la realidad nacional nos indica que los
pueblos mantienen un arraigo cultural a su sistema de
creencias, que como podemos inferir, es quizás una de
las áreas más evidente de esta conexión de la cultu-
ra espiritual ancestral. Sin embargo, también existe
apego a la cultura espiritual a través de los elementos
simbólicos de los conectores lingüísticos populares, o
bien a como las personas le llaman cotidianamente a
los utensilios domésticos, por ejemplo los comales, o
nombre de plantas como el jocote, entre otros.
Existen elementos de la cultura ancestral que se conecta
directamente con esta población actual, que aunque existe
quizás un rechazo a ese vínculo, en las prácticas usual-
mente se percibe esa estrecha conexión. Además a los
saberes se vinculan elementos que se crean o recrean de
la cultura y que son observables, es decir, son tangibles.
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Por lo que se vuelve necesario la definición que realiza
el mismo autor a la cultura material, sugiriendo que es
“el conjunto de valores tangibles que ha creado la socie-
dad en su desarrollo y evolución histórica. Entre la cultu-
ra material se destacan; la alimentación, la vivienda, el
vestir, el transporte, instrumentos de trabajo, del medio
natural y las ocupaciones económicas” (Guanche, 1983).
La primera supone: la expresión de los valores intelectu-
ales, tales como la ciencia, el derecho, la moral, la políti-
ca, entre otros y la segunda es el conjunto de valores
tangibles, producidas por el ser humano en su colectivo.
Por consiguiente analizar la cultura de los pueblos para
su auto identificación o reconocimiento, conjuga am-
bos aspectos de la cultura, ya sea espiritual o material.
Además implica darle sentido a la vida social de las
personas en sus espacios, en sus mundos.
Por ende lo material y espiritual que son realidades
categóricas en Nicaragua se asocia al inconsciente
colectivo del historiador Aldo Díaz Lacayo (2007),
quien enfatiza en el análisis de la cultura actual rel-
acionada con las formas de manifestación originaria.
Argumenta que “los pueblos entran a la historia cuando
logran superar su prehistoria”. (Lacayo, 2007)
Es entonces el reconocimiento y las prácticas de las
manifestaciones culturales actuales, las que marcan
el camino hacia la identidad de los pueblos originar-
ios, de acuerdo a investigaciones realizadas en grado
y posgrado en el marco de la línea de investigación de
Patrimonio Cultural, se ha evidenciado que las familias
tienen apego a prácticas que enmarcan su reconoci-
miento al arraigo ancestral. (Departamento de Antro-
pología , 2017)
El origen ancestral se asocia con la autoconciencia ét-
nica y las reflexiones del origen hereditario permitien-
do exteriorizar el aprendizaje del etnos en palabra de
Jesús Guanche, es “la condición de la existencia histórica
de la comunidad, nos permite detectar las formas primari-
as del etnos o etnogénesis.” (1983)
La autonciencia étnica es otra condición que responde
a otro proceso histórico social de evolución. Los et-
nos más antiguos son las tribus, que se caracterizan
desde el punto de vista general, para el estudio de
la comunidad primitiva en cuanto a la génesis de la
autoconciencia étnica.”(íbidem:27)
La modalidad distingue también a una comunidad ét-
nica de otra. Por este término entendemos las condi-
ciones comunes de los individuos pertenecientes a
determinados etnos para percibir y asimilar distintos
fenómenos naturales y sociales, así como las reac-
ciones conductuales ante una u otra circunstancias
personal, familiar o social.
En la formación de la modalidad psíquica de las perso-
nas que constituyen los etnos, desempeñan cierto papel
los tipos prevalecientes de temperamento, que revelan
su relación con los caracteres antropológicos y propor-
cionan combinaciones diferentes en las distintas comu-
nidades étnicas. La modalidad psíquica de éstos está
condicionada por la características de la vida material,
la educación, la concepción del mundo es decir, por la
cultura de cada pueblo. (Guanche, 1983, pág. 31)
Lo anterior se conecta a una realidad concreta en cada
pueblo, la misma podrá ser percibida en la concien-
cia, y quizás algunas otras manifestaciones tendrán un
manejo quizás más sutil dentro de la cultura. Por sutil,
indicamos que no es notablemente detectada o percibi-
da por la población, por tanto esta en un nivel de etnos
inconsciente. Esa inconsciencia en el campo cultural,
conecta con la autoconciencia étnica. La autoconcien-
cia étnica se origina bajo la influencia de la comuni-
dad de lengua, de territorio, de hábitos y costumbres
comunes, tradiciones culturales y la noción de cierta
comunidad de origen.
En Nicaragua una reinterpretación, el inconsciente
colectivo de Aldo Díaz Lacayo encamina a dotar al nic-
aragüense de una explicación de su identidad, la que
permanentemente se metamorfosea y escapa por los
intersticios de los escasos escritos que abordan el tema.
De manera, que esta reinterpretación no es otra cosa
que un escalón más en la construcción, vía la reflexión,
de la identidad nicaragüense. ¿Y por qué no, del cen-
troamericano y latinoamericano?
El esfuerzo va encaminado, nada más y nada menos,
que a explicar por qué el nicaragüense es como es,
porque pareciera que nunca logra la unificación entre
las ideas y las acciones, entre teoría y praxis. Esto tam-
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bién es lo que intenta hacer Pablo Antonio Cuadra, sólo
que con una visión bifurcada. Es decir, el nicaragüense
mestizo, descendiente más de indio que de español, es
taimado, mentiroso, picado, vivo, etcétera, mientras que
los menos indios y más españoles, lo contrario. De allí la
visión dual que expresa PAC. Es decir, el nica parece ser
permanentemente dos al mismo tiempo. Existen varios
antecedentes en esta dirección. (Lacayo, 2007)
En Nicaragua, se reflejan expresiones culturales que
bien podría semejarse a la dinámica del Güegüense y su
burla a los españoles. El nicaragüense trae consigo una
identidad étnica que se manifiesta en sus prácticas como
en la astucia del mismo personaje del Güegüense, pero
además existe esa negación quizás un poco solapada.
Por su lado Bonfil Batalla indicaba el origen ancestral
de los pueblos actuales se encuentra en sus prácticas
culturales, las cuales han sido negadas por siglos, pos
coloniales (Batalla, 1990). Lo que llama como cultura
negada Bonfil Batalla, su propuesta es una invitación,
no a iniciar una confrontación ciega con todo lo pro-
ducido por Occidente, ni a acrecentar y radicalizar el
conflicto entre indios y no indios, tampoco a retornar
al pasado, sino a explicitar lo que, a través de la resist-
encia, la innovación y la apropiación, queda en cada
mexicano del México profundo, o lo que para nosotros
sería el nicaragüense profundo. (Ruiz, 2013)
Tradiciones, costumbres y formas de
conservación
En la antropología nicaragüense, y particularmente en
la experiencia de investigación desarrollada en la car-
rera de Antropología Social de la UNAN-Managua, se
localizan investigaciones de grado y posgrado que apor-
tan al análisis antropológico, desde distintas énfasis;
económico, social, lingüísticas, sistemas de creencias,
educativo, entre otros. En ellas se evidencia, las man-
ifestaciones culturales de los pueblos: una identidad
sumergida en las complejas redes de la negación cul-
tural. Detectándose la necesidad por re-encontrase con
su pasado reciente y con sus linajes culturales étnicos.
Sin embargo, queda la pregunta abierta ¿Qué hemos
encontrados sobre los elementos originarios en las fa-
milias y que significado le damos a sus expresiones a
partir de sus costumbres y tradiciones?
Ciertamente como investigadores debemos encontrar
esos espacios de reflexión, en el que seamos promo-
tores de ese reconocimiento de los pueblos desde sus
propias practicas ancestrales. En investigaciones de
posgrados se han evidenciado algunos hallazgos en-
contrados en la observación en El Viejo, Chinandega,
que demuestran la existencia de prácticas que se en-
cuentran en nivel no superficial de la cultura de las
personas (Andino, 1999). Los pueblos originarios del
Pacífico, Centro y Norte del país representan su etnos
con una conexión cultural individual y colectiva. Existe
presencia de tradiciones que se expresan en la cultura
espiritual a través de la música, que logran subsistir
ante la modernidad, conectan con sus raíces ancestral-
es, muestra una mezcla de espiritualismo y cultura ma-
terial, que trasciende lo cotidiano.
Los ancestros míticos son, por lo general los pueblos in-
dígenas precolombinos: ese “sujeto colectivo” del cual
dicen ser descendiente los miembros de las actuales co-
munidades indígenas latinoamericanas, aun cuando ellos
no sean capaces de retrasar empíricamente los lazos de
filiación que les unen presuntamente a él. Los indígenas,
en cambio, sí son capaces de retrasar los eslabones gene-
alógicos que les unen a sus ancestros empíricos, identif-
icando en cada genealogía pasada el o los parientes que
les unen a ellos. (Idiáquez, 1998, págs. 234, 235)
Para los grupos originarios del Pacífico, Centro y Norte, la
familia es la primera base de reconocimiento de legitim-
idad ancestral. A través de sus ancestros se auto recono-
cen y reproducen los saberes transmitidos por medio de
la relación directa entre los parientes generacionales, que
se desarrollan en prácticas culturales concretas.
Ante lo anterior, resulta necesario indicar que existen
pueblos que entran en conocimiento de su propio etnos,
y otros que son motivados en su devenir histórico. Esta
experiencia, que no es exclusiva de Nicaragua, se logra
apreciar en otros espacios y contextos de Latinoamérica.
Se retoma la experiencia de Isabel Rauber (1992), una in-
vestigadora de origen argentino, que recoge testimonios
de lideresas indígenas y refleja los procesos de conciencia
étnicas que son motivadas, por las prácticas sociales de
las informantes. Relata lo siguiente:
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Mi abuelo era trabajador de haciendas y vivía en la
comunidad. Siempre estamos vinculados, íbamos
muy seguido. Pero mi etapa de infancia más bien
crece en la ciudad, donde los otros niños siempre
me marginan. Mi papá era albañil y me estaba cri-
ando con otra ropa, me había empezado a poner
ropa de mestiza de la ciudad influenciado por la
señora que ahí comisionaba. Mi abuelo es el que se
opone cuando yo tenía dos o tres años, por la ex-
periencia de unos vecinos que tenían una hija muy
bonita que se había puesto la ropa mestiza y lue-
go frente al público negaba siempre a sus padres,
porque no quería que nadie supiera nada. Decía
que esos no eran sus padres y que ella no era su
hija. Le dio vergüenza ser india. A su propio padre
lo tenía como peón de la casa.
Mi abuelo quería me vistieran como india. Él decía
que si me crecen como india, por lo menos ante el
público no me avergonzaría de decir: es mi abue-
lo o, es mi padre… si mi papá decidía crecerme
como mestiza, le dijo que el primer golpe lo iba
a recibir él mismo, porque es posible que después
ya no lo reconozca en público…que si negábamos
a los padres igual a este viejo… Le dijo a mi papá
que tomará la decisión: si crecía como mestiza él
nunca regresaría a la casa. Fue un golpe tremendo
para mis padres, pero inmediatamente después de
la conversación, a la tarde, me pusieron mi ropa de
india. (Rauber, 1992, pág. 32)
Los elementos descritos en los testimonios de las dirigen-
tes indígenas y expresadas fielmente por Rauber, dejan
claro que los elementos que identifican a un individuo
están más allá de la superficie, más allá del tipo de ves-
timenta. Existe una negociación interna, un rechazo o
aceptación que se refleja o exterioriza.
En Nicaragua estos casos no son aislados. Existe una ne-
gociación interna desde hace 500 años, en las que a las
personas se le ha enseñado como deben vestirse y negar
su cultura, aunque en sus prácticas, costumbre y com-
posición, siguen manifestándolas. De acuerdo a las reali-
dades campesinas de Nicaragua, y el caso de los pueblos
del Pacífico Centro, y Norte de Nicaragua caso concre-
to de la comunidad indígena de la Virgen de Hato, de
El Viejo, Chinandega, las familias se encuentran en una
composición estructural de características indígenas, es-
tos grupos se identifican y reconocen por sus apellidos.
Cuando se charla con ellos hacen referencia quienes
fueron sus antepasados, quienes fueron los primeros po-
bladores, o bien, los que coincidieron con ellos cuando se
establecieron en su lugar (Andino, 1999).
La autoconciencia étnica, pervive en las prácticas y las
acciones cotidianas de las población del Hato, aunque tie-
nen un sincretismo religioso es visible la manifestación y
arraigo ancestral los cuales son de descendencia Chorote-
ga, cuyas tierras se encuentran custodiadas por una di-
rectiva indígena que respalda su sentido de pertenencia
por títulos de propiedad comunal.
Las costumbres y actividades culturales se conservan
como evidencia del apego ancestral, teniendo una iden-
tidad cultural que se interioriza en diferentes niveles de
acuerdo al auto conciencia étnica.
Reflexiones conclusivas
La antropología nicaragüense tiene la responsabilidad de
reconstruir desde las manifestaciones actuales en busca
del encuentro con los pueblos originarios, continuar con
una lectura retrospectiva con base a los componentes cul-
turales que incursionan en la identidad, tomando de ref-
erencia los testimonios y las diferentes manifestaciones
en búsqueda del trasfondo étnico que se presenta a través
de la cultura espiritual y material de las poblaciones.
La auto identificación como pueblos originarios, se ev-
idencia en prácticas cotidianas que se comprenden a
partir de elementos ancestrales, articulan el sentido de
pertenencia, en relación a las prácticas y saberes ances-
trales, así como las tradiciones, costumbres, las formas de
organización, la vida comunitaria, la transmisión de gen-
eración en generación de los valores espirituales resguar-
dados en las prácticas tradicionales de las poblaciones,
vinculando con la cultura material y espiritual.
La reflexión queda enunciada sobre la búsqueda de los el-
ementos originarios que manifiestan las familias, tomando
de referencia las manifestaciones de las expresiones que se
manifiestan en las costumbres y tradiciones de la población.
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Dra. Elvira Maritza Andino
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.UNAN-Managua. Facultad de Humanidades y Ciencias Jurídicas Departa-
mento de Antropología, Nicaragua
Alumna Ayudante en la Escuela de Ciencias Sociales de la UNAN, Managua (1984). Encargada de Cátedra de Ciencias
Sociales en la Escuela Militar Carlos Fonseca Amador, Isla de la Juventud, Cuba (1985-1987). Licenciada en Ciencias de la
Educación con mención en Ciencias Sociales, UNAN-Managua (1987). Docente titular de la Facultad de Humanidades y
Ciencias Jurídicas de la UNAN-Managua. Fundadora del Departamento de Antropología (1991) y de la carrera de Antro-
pología Social (1994). Estudios de especialización en Metodología de la Investigación Cientíca, UNAN-Managua (1992).
Máster en Antropología-Etnología, UNAN-Managua (1999). Doctorado en Ciencias Sociales con mención en Gerencia, por
la Universidad del Zulia República Bolivariana de Venezuela (2011-2016). Actualmente es Directora del Departamento de
Antropología, UNAN- Managua (segundo periodo: 2016-2020). Su tesis doctoral, bajo el tema Identidad estratégica para
el desarrollo comunitario, en poblaciones rurales transfronterizas, ha sido inspirada en la experiencia de trabajo de campo
de más de dos décadas con poblaciones rurales. En el ámbito del desarrollo comunitario, a partir de los años noventa, ha
venido acompañando a más de 30 investigaciones estudiantiles y ha realizado varios estudios en el área de Occidente de
Nicaragua, comprometida por sus orígenes con el Cacique Agateyte, de El Viejo, Chinandega. Mujer con liderazgo estudi-
antil, institucional, familiar. Creadora del Museo Familiar Vladimir Andino In Memoriam(2016). Actualmente Directora
del Departamento de Antropología