Raíces
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Los emprendimientos familiares: una aproximación desde...Norling Sabel Solís Narváez
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Pueblos, Culturas e Identidad
Retos y transformaciones: liderazgo comunitario y gobernanza
territorial indigena en el alto Wangki Bocay
Challenges and transformations: Community leadership and indigenous territorial governance in alto Wangki Bocay
Resumen
Los pueblos indígenas miskitu y mayangna de la Región del Alto Wangki Bocay, ubicada en la zona norte
de Nicaragua en los municipios de Jinotega, San José de Bocay y Waspam, zona núcleo de la Reserva de
la Biosfera de Bosawas, se encuentran en un proceso de transformación del liderazgo y gobernanza. En
el presente artículo se analizan los hechos de la historia reciente de la región que han tenido un efecto
directo sobre la gobernanza y liderazgo comunitario y territorial, desde la reubicación de estos pueblos
fuera de su territorio durante los años de guerra en los ochenta y su posterior retorno, la formación de
Asociaciones Territoriales hasta la creación de los Gobiernos Territoriales Indígenas. Se explora como
repercute la evolución de dichas formas de liderazgo y gobernanza en la manera de encarar los nuevos
desafíos y retos que afronta esta región en la actualidad.
La reflexión se basa en los testimonios de líderes y lideresas de la región a todos los niveles de gobierno, y
por la observación a través del trabajo directo con las diversas estructuras de gobierno en la región, desde
ámbitos comunitarios hasta los gobiernos territoriales indígenas entre los años 2011 al 2016.
Palabras claves: Gobernanza, liderazgo, pueblos indígenas, buen vivir, Alto Wangki Bocay
Abstract
The Miskitu and Mayangna indigenous peoples of the Alto Wangki Bocay region, located in the northern part
of Nicaragua, in the municipalities of Jinotega, San José de Bocay and Waspam, a core area of the Bosawas
Biosphere Reserve, are in a process of leadership and governance transformation. This article analyzes the
events in the recent history of the region that have had a direct effect on community and territorial govern-
ance and leadership: from the relocation of these peoples from their territories during the war in the eighties
and subsequent return, the formation of Territorial Associations and the subsequent creation of the Territorial
Indigenous Governments. The article explores how the evolution of these forms of leadership and governance
has impacted on the way the region faces the new challenges with which they deal.
This reflection is based on interviews with leaders of the region, at all levels of government, and by direct
observation through work with the various government structures in the region, from the community
level to indigenous territorial governments, between 2011 and 2016.
Key words: Governance, leadership, indigenous peoples, buen vivir, Alto Wangki Bocay
Tomás Pardo
Consultor en temas de seguridad
humana, gobernabilidad y fortalecimiento
institucional
orcid.org/0000-0003-0266-8605
tpr330@gmail.com
Timothy Michael Hansell
Nobel International University
orcid.org/0000-0001-6805-8979
hansell.t.m@gmail.com
Recibido: 29-04-2017
Aceptado: 07-11-2017
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Retos y transformaciones: Liderazgo Comunitario...Timothy Hansell y Tomás Pardo
Introducción
La zona de Régimen Especial Alto Wangki Bocay (Wangki
Wihta Bukawas) es una de las siete regiones indígenas
del norte de Nicaragua. Se ubica en el área núcleo de la
Reserva de la Biosfera de Bosawas y está compuesta a su
vez por tres territorios, dos de etnia miskitu, Kipla Sait
Tasbaika y Miskitu Indian Tasbaika Kum, y uno de etnia
mayangna, Mayangna Sauni Bu. Suman un total de 65
comunidades, accesibles a través del Rio Coco o del Rio
Bocay, con una población aproximada de 24,000 habit-
antes (GTI-AWB, 2008). Los retos que enfrenta la región
indígena Alto Wangki Bocay (AWB) son similares a los
que enfrentan poblaciones indígenas en otros países de
América Latina: la demarcación, titulación y defensa de
sus tierras, la gestión de los recursos naturales, la gobern-
abilidad y la autodeterminación de estos pueblos.
La gobernanza indígena, de manera general, es la in-
teracción de costumbres, tradiciones, normas, procesos,
estructuras sociales y formas de liderazgo a través de
los cuales los pueblos indígenas se auto gobiernan (Jean
Foyer, 2010). Determina como se ejercen las responsa-
bilidades en la toma de decisiones y como la comuni-
dad participa en las mismas. Hace referencia a la forma
en que los pueblos indígenas determinen, de manera
autónoma, y basada en sus formas de organización, los
asuntos que afecten a su vida económica, social y cultur-
al, a sus derechos, territorios y recursos naturales (Foro
Permanente, 2014).
El buen vivir indígena es una plataforma de pensami-
ento naciente de diversos pueblos indígenas de Améri-
ca del Sur que reúne concepciones que plantean una
alternativa a la concepción de “desarrollo” que se uti-
liza en sociedades occidentales. La armonía con la nat-
uraleza, la espiritualidad, el equilibrio y la relación en-
tre personas, familia y comunidad son las palabras que
guían de manera común las definiciones de buen vivir
en los pueblos indígenas. Se busca una vida plena y se
define un eje temporal “presente” donde se instaura
este equilibrio. Se busca el bien común y no solamente
el crecimiento económico al que impugna el desarrol-
lo occidental. Entre las cosmovisiones occidentales
e indígenas, existen incompatibilidades de criterios y
valores en la forma de entender la vida, el bienestar
y la relación con el medio en que se vive. El pueblo
miskitu tiene un concepto similar, Yamni Iwaya, que
incorpora el equilibrio con la naturaleza, gobernanza
efectiva, soberanía alimentaria, bienestar material, ar-
monía comunal, salud y educación (Garcia, 2014). A
medida que los pueblos indígenas tienen mayor rel-
ación y asunción de patrones externos, estos pueden
generar una transformación de los valores propios si
no se dispone de una identidad cultural o idiosincrasia
fuertemente definida. Se van perdiendo los sistemas
de propiedad colectiva y el apoyo mutuo (pana pana
en miskitu, biri biri en mayangna), se instauran mod-
elos productivos para la creación de excedentes para
comercialización y se inicia la acumulación de capi-
tal, definiéndose clases sociales que tradicionalmente
no existían. La gobernanza territorial indígena busca
la manera de que se puedan asumir los cambios que
llegan del entorno, pero sin perder los valores que te
reconocen como pueblo.
Se plantean dos ámbitos de la gobernanza indígena en
la búsqueda del buen vivir, o “Yamni Iwaia”, del Alto
Wangki Bocay, el liderazgo comunitario y las estructuras
de gobernanza a nivel territorial. El primero, en el que
se maneja cualquier situación que afecta a las personas
y familias en una comunidad, las relaciones personales
entre ellos, con su entorno natural y en lo relacionado a
lo espiritual y sagrado para mantener un equilibrio inter-
no en la comunidad y una armonía con el medio natural
en el que se sustenta y del que forma parte. El segundo,
a nivel más amplio, y con la comunidad como núcleo, se
encarga de atender asuntos con implicancias externas y
ajenas al territorio, como la defensa y regulación de tier-
ras ante invasiones, promoción de la autodeterminación,
representación territorial, incluyendo la relación, dialogo
e intermediación con otros organismos e instituciones
del Estado, así como la promoción de la autonomía o la
gestión de recursos naturales.
En el presente artículo se analizan los hechos de la his-
toria reciente de la región que, desde la perspectiva de
diversos líderes y lideresas entrevistados en los tres
territorios, han tenido un efecto directo sobre el lid-
erazgo comunitario y la gobernanza territorial, desde
la reubicación de estos pueblos fuera de su territorio
durante los años de guerra en los ochenta y su posteri-
or retorno, la formación de Asociaciones Territoriales,
hasta la creación de los actuales Gobiernos Territori-
ales Indígenas. Se explora cómo repercute la evolución
de dichas formas de liderazgo y gobernanza en la man-
era de encarar los nuevos desafíos y retos que afronta
esta región en la actualidad.
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Pueblos, Culturas e Identidad
Método
La reflexión en este artículo se basa en los testimonios
de líderes y lideresas miskitu y mayangna de las co-
munidades de San Andrés de Bocay, Raití, Siskayari
y Amak, y de los Gobiernos Territoriales Indígenas de
Kipla Sait Tasbaika, Miskitu Indian Tasbaika Kum y
Mayangna Sauni Bu recolectados. Se realizaron en-
trevistas semi estructuradas, entre diciembre 2015 y
a lo largo del año 2016, a líderes y lideresas seleccio-
nados por su reconocida posición en su comunidad o
territorio, sobre la forma de entender los cambios del
liderazgo en el tiempo y los retos que estos conllevan.
Adicionalmente, se complementa esta reflexión con la
observación participante realizada a través del traba-
jo directo en el territorio con las diversas estructuras
de gobierno en la región, desde ámbitos comunitarios
hasta territoriales entre los años 2011 al 2016. Du-
rante este tiempo, se convivió en las comunidades, par-
ticipando en reuniones y observando procesos de toma
de decisión, así como la vida cotidiana de la población.
También se realizaron conversaciones informales con
miembros de las comunidades en general que permi-
tieron enriquecer y explorar los temas del estudio de
una manera no estructurada.
Contexto previo al año 1981 en el AWB
De acuerdo con los líderes y lideresas entrevistados,
hasta el año 1981, las comunidades del AWB apenas
tenían contacto con el resto del país. Se vivía de cul-
tivos de subsistencia, de la minería artesanal de oro
en el río y de la extracción de hule que se vendía a
intermediarios de empresas extranjeras. Era habitual
el trueque de grano por herramientas como machet-
es y sierras en comunidades cabecera como Waspam.
Las comunidades se organizaban de manera autónoma
como núcleos independientes y no existía ninguna fig-
ura de representación a nivel territorial. El liderazgo
comunitario se basaba en las figuras del consejo de an-
cianos y de los líderes religiosos. El pastor de la iglesia
morava era una figura que ejercía liderazgo e influen-
cia en la comunidad. Además, había personas en las
comunidades que por sus cualidades y aptitudes eran
respetadas como líderes no necesariamente elegidos
por asamblea, sino que reconocidos por el resto de la
comunidad como líder natural.
Los que tenían espíritu de liderazgo son los que
defienden la causa, el derecho de los pueblos in-
dígenas. Ellos se constituyen en un servidor del
pueblo, y no como un líder totalitario, un líder ma-
nipulador, nada de eso, sino un líder democrático,
un líder horizontal que vela por los intereses colec-
tivos de un pueblo. Ese es la persona que tiene
espíritu de liderazgo y esto se ha tomado en cuenta
en las elecciones en ese tiempo. (Entrevista con
líder comunitario, San Andrés de Bocay, 2015)
De esta forma, construyen en el imaginario el líder ide-
al que promovía el Asla Laka, o ley de la unidad, un-
iendo a la comunidad sobre cualquier interés personal
(Garcia, 2015). También resulta en las críticas a los lí-
deres que, a su parecer, no velan por el bienestar de to-
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Retos y transformaciones: Liderazgo Comunitario...Timothy Hansell y Tomás Pardo
dos los miembros de la comunidad. Se habla de líderes
en masculino dado que históricamente, y continuando
hasta la actualidad de una manera cada vez menos
absoluta, los puestos de liderazgo en las comunidades
eran representados casi exclusivamente por hombres.
Los ancianos en la comunidad eran considerados y
escuchados por su conocimiento y experiencia en la
vida siendo los que tomaban de manera conjunta las
principales decisiones que afectasen a la comunidad.
Se organizaban asambleas comunitarias cuando algu-
na cuestión requería de discusión pública y consenso
entre la población. En las comunidades más grandes
también se elegía mediante asamblea comunitaria la
figura de wihta que ejercía de juez ante conflictos en-
tre la población. Las penas que se aplicaban en aquel
entonces se referían a trabajos comunitarios para el
bien común, como limpiar caminos o arreglar casas.
Cada comunidad tenía un consejo de ancianos. En
ese consejo dirigían los viejos de la comunidad, que
no todos, sino aquellos que tenían buena historia,
los viejos sabios, esos son los que formaban conse-
jo de ancianos, de ahí ellos convocaban asambleas
comunitarias. (Entrevista con líder comunitario,
Raití, 2015)
Según recuerdan los comunitarios de mayor edad, en
aquellos años en las comunidades no existían apenas
hechos delincuenciales, al ser comunidades pequeñas
y con poco contacto con otros territorios no indígenas.
Las comunidades vivían en una mayor armonía interna
sin demasiados elementos externos de distorsión. En
caso de que sucediera un hecho grave en la comuni-
dad que los líderes no pudieran solventar, se recurría
al “juez de mesta”, personal de la Guardia de Somoza
destinada en la región hasta el año 1979, cuando el
Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) derrocó
la dictadura somocista.
En aquella época no llegaban a los territorios servicios
públicos estatales como educación o salud. En cuanto a
medicina tradicional, contaban con saberes ancestrales,
conocían bien el uso de las plantas que los rodeaban y la
forma de aplicarlas. Las comunidades operaban de man-
era autónoma al respecto con la figura de sukias, spiris y
diversos tipos de curanderos y curanderas quienes form-
aban parte del liderazgo de la comunidad.
Yo creo que el rol de los líderes es el centro de la
comunidad. Los líderes comunitarios son autori-
dades que trabajan para el bienestar de la comu-
nidad. Ahí es donde el comunitario acude para
plantear sus demandas. Es la primera puerta que
tocan para resolver sus problemas. Siempre ellos
han actuado como la gente que guía, que está a la
punta del camino para que el pueblo de una u otra
manera pueda seguir. Si no hay guía, la cosa se
vuelve mala. (Entrevista con líder comunitario, San
Andrés de Bocay, 2015)
Los líderes tenían la responsabilidad de asegurar el
bienestar general de la comunidad. No es la concep-
ción de un líder que manda, sino de un líder que escu-
cha las necesidades de la comunidad y les orienta en el
camino para restablecer el bien común.
Tras la victoria del FSLN en el año 1979, se organizó en
las comunidades lo que se llamaría Comité de Defensa
Sandinista que sería el órgano con mayor poder en las
comunidades y el que organizaría cualquier actividad
en las mismas. Este tipo de organización no duraría
demasiado, ya que entre diciembre de 1981 y enero
de 1982 se llevaría a cabo la operación de reubicación
obligatoria conocida como Navidad Roja.
Navidad Roja (diciembre 1981-enero 1982)
El gobierno sandinista enfrentaba ataques de los
contrarrevolucionarios durante los años 80 y la zona
nor-oriental del país se erigía como escenario principal
de los conflictos armados. El FSLN, con el fin de evi-
tar que estas comunidades pudieran servir de apoyo
logístico para los contrarrevolucionarios y no afectar a
poblaciones indígenas en los conflictos, decidió evac-
uar a más de 8,500 personas de las comunidades del
Rio Coco y Bocay y ubicarlos en asentamientos im-
provisados, garantizando condiciones para que las fa-
milias se incorporasen en la producción agrícola y pec-
uaria. Para el caso específico del Alto Wangki Bocay,
según miembros de las comunidades de San Andrés
de Bocay y Amak, se desplazó a la población a los de-
partamentos de Jinotega y Matagalpa principalmente.
Las comunidades de rio Coco abajo, serían ubicadas en
lo que fue conocido como Tasba Pri (Tierra Libre). La
operación de desalojo no fue anunciada públicamente
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para no alertar a las fuerzas contrarrevolucionarias,
por lo que la población de las comunidades fue avisa-
da con poca anticipación. En las comunidades, se cor-
taron los árboles frutales y se mató parte del ganado
para asegurar que los Contras no pudieran hacer uso
de estos. Uno de los hechos en el inicio del desplazam-
iento que afectó a la población, fue el trágico acciden-
te de un helicóptero por desperfectos mecánicos, que
transportaba a mujeres y niños desde la comunidad de
San Andrés a la Comunidad de Ayapal. Este incidente
se cobró la vida de 75 niños y niñas, juntos con ocho
mujeres adultas.
La Navidad Roja fue punto de mira mediático y se acusó
al Frente Sandinista de violar los derechos humanos de
la población miskita. Hubo serios desacuerdos y cruce
de acusaciones con el movimiento indígena de Costa
Atlántica en aquella época denominado MISURASATA.
Posteriormente la Organización de Estados America-
nos reconoció el esfuerzo del Gobierno en garantizar
condiciones para la población traslada.
“La Comisión reconoce los esfuerzos del Gobierno
de Nicaragua en suministrar servicios en materia
de sanidad, educación, y bienestar tanto en los
nuevos asentamientos como en las aldeas del norte
del Departamento de Zelaya habitadas por miski-
tos (aunque, hasta ahora, no ha podido superar los
relativos a suministrar una adecuada alimentac-
ión). Con todo, la Comisión considera que todavía
los mayores obstáculos que confronta la población
miskita se deben a su falta de participación en
las decisiones que las afectan, resultado a la vez
de la recíproca desconfianza que existe entre esa
población y el Gobierno, todo lo cual contribuye
a acentuar las tensiones y dificultades existentes.
(CIDH-OEA, 1983)
La población pasó ocho años fuera de sus comunidades
de origen. Este desplazamiento obligado por las cir-
cunstancias bélicas supuso un corte en la progresión
normal de un pueblo, tanto a nivel identitario como
de organización. Una generación que tuvo que rein-
ventarse a nivel social en un contexto cultural ajeno a
su realidad. En cuanto al liderazgo, se disolvieron las
formas tradicionales de consulta y decisión y se pasó
a una única figura de liderazgo. Para la población del
Alto Wangki Bocay, en cada hacienda cafetalera donde
fueron destinados, conocidas como Unidad de Produc-
ción Estatal (UPE), se eligió un único líder. Durante es-
tos años, se fueron perdiendo parte las características
idiosincrásicas de los pueblos miskitu y mayangna de
esta región, irrumpiendo una evolución normal y copi-
ando ciertos patrones mestizos, que serían reflejados
posteriormente a la vuelta en sus territorios.
Regreso a las comunidades de origen
en el 1990
Después del fin de la guerra en 1990, la reubicación de
la población indígena no fue organizada y no existió una
respuesta institucional por parte del gobierno de Violeta
Barrios de Chamorro. Fueron los propios comunitari-
os, guiados por los líderes y pastores religiosos los que
decidieron organizar por su cuenta el regreso. Otros
grupos de personas decidieron quedarse donde estaban
o ubicarse en comunidades distintas a las suyas yendo
a la zona de Puerto Cabezas y Waspam. Por tanto, este
desplazamiento provocó indirectamente una dispersión
de la población del Alto Wangki Bocay a otras zonas no
originarias de la parte de Costa Caribe.
“ [...] de Matagalpa y Jinotega se fueron a la Cos-
ta, Puerto Cabeza, y a Waslala, Siuna, se estableci-
eron en Sasha. Ahí pasaron determinado tiempo y
algunos bajaron hasta Waspam. Otros se estableci-
eron en Santa Rosa, entre Waspam y Puerto Cabeza.
Otras personas se regresaron a la Sexta Región
como la Dalia y Jinotega. Nosotros organizamos y
consultamos a la gente si quería trasladarse a la Cos-
ta Caribe, pero al principio se negaron, porque el
ambiente era muy diferente y después optaron en
juntarse por aquí por Mulukuku.” (Entrevista con
líder comunitario en San Andrés de Bocay, 2015)
Una vez en los territorios, se reinstauraron paulatina-
mente las formas tradicionales de liderazgo, aplica-
das únicamente a nivel comunitario. Volvieron a esta-
blecerse las asambleas comunitarias como instrumento
de participación y toma de decisiones. A comienzos
del año 1991, otras organizaciones como el Centro
Alexander Humboldt inició programas de apoyo en la
región con fondos de la cooperación danesa para el
Programa de Desarrollo Sostenible Comunitario. Esta
sería la principal organización no gubernamental que
apoyaría de manera continuada a las comunidades del
AWB a partir de la década de los noventa.
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Retos y transformaciones: Liderazgo Comunitario...Timothy Hansell y Tomás Pardo
Creación de Asociaciones Territoriales
(1996-2008)
El paso inicial para la creación de la primera asociación
territorial comenzó con la voluntad de un líder comuni-
tario de San Andrés de Bocay, quien reunió a 18 líderes
más para plantear la opción de formar una asociación
que velara por los intereses y derechos de los pueblos
indígenas del AWB. En 1993, se inician los trámites
para legalizar la asociación que ya estaría funcionando
en 1994. La Asociación para el Desarrollo y el Progre-
so de las Comunidades Indígenas Miskitas y Sumus de
Jinotega (ADEPSIMISUJIN) atendía a las comunidades
desde Walakitan hasta Ulwaskin en el Rio Coco y de
Peñas Blancas hasta Tunawalang en el Río Bocay. En
el territorio de Kipla Sait Tasbaika se conformaría otra
asociación posteriormente llamada KUNASPAWAS y en
Mayangna Sauni Bu se creó MAKALAHNA.
A medida que entraron proyectos de desarrollo como
los de Centro Humboldt o The Nature Conservancy
(TNC), se vio la necesidad de un órgano territorial
que pudiera aprobar decisiones en nombre de todas
las comunidades. Estas asociaciones se fundaron en
un inicio para trabajar en representación de las co-
munidades con organizaciones no gubernamentales y
atender asuntos que implicasen a todo el territorio. El
presidente de dicha asociación y el órgano directivo era
elegido por asamblea territorial en la que participaban
todos los líderes comunitarios. De cara a la votación de
presidentes de las asociaciones, cada líder comunitario
hacia una asamblea en su comunidad donde se decidía
a quien votar entre los candidatos a presidente. Este
líder comunitario era por tanto un portador del voto de
su comunidad en la asamblea territorial.
A partir de este momento es cuando se crean dos ámb-
itos de liderazgo y gobernanza, uno a nivel interno de
la comunidad y otro territorial orientado hacia afuera.
Al liderazgo comunitario se sumaban nuevas figuras,
como el coordinador comunitario, guardabosque,
maestro o maestra, y policía voluntario. En el ámbito
territorial, se orientaba a la defensa de la autodetermi-
nación y de intermediación con agentes externos con
implicación en el territorio, ya sean organizaciones no
gubernamentales o el mismo Gobierno Central.
En octubre de 1991 se declaró la Reserva Nacional
de Recursos Naturales BOSAWAS (Rio Bocay, Cerro
Saslaia y Rio Waspuk) y en 1997 la UNESCO la de-
claró Reserva de la Biosfera. El AWB se ubica en la
zona núcleo de la Reserva y por tanto en la zona con
mayores restricciones de cara a su protección. Este
hecho no consultado con las comunidades de la región
trajo en un primer momento cierto malestar entre los
pobladores. Con el nuevo título se designó áreas de
manejo y una limitación en el uso de sus recursos nat-
urales. Aunque es percibido por los líderes como posi-
tivo en cuanto a la protección del medio ambiental, es
otro ejemplo de afectaciones externas al territorio sin
que exista una consulta a los pueblos indígenas.
Un año más tarde, la última semana de octubre de
1998, llegó a Nicaragua el huracán Mitch, uno de los
fenómenos meteorológicos más violentos de la historia
reciente de Centroamérica. En dos semanas de fuertes
precipitaciones, se desbordaron los ríos Coco y Bocay,
arrasando las comunidades del AWB. Muchas comuni-
dades fueron destruidas en su totalidad y hubo un gran
número de pérdidas humanas. A partir del huracán,
muchos organismos de ayuda humanitaria intervinier-
on en la región ofreciendo alimentos y reconstrucción
de casas. Uno de los programas con mayor impacto al
respecto fue “Hijos del Río” de la OEA, que comenzó
en el año 1999. Bajo el marco de este programa se
construyeron más de 400 viviendas, puestos de salud
y escuelas, andenes en las cabeceras territoriales, y se
dotó con equipamiento para emergencias. Además,
se impartió una gran variedad de capacitaciones en
diversos temas como salud preventiva, educación
ambiental, promoción de la cultura local y la produc-
ción agrícola. Estos programas, de presupuesto con-
siderablemente alto y enfocados principalmente en la
construcción, además de un gran impacto en el corto
plazo, despertaron una nueva visión en los líderes que
demandan posteriormente a cualquier organismo unas
características similares de proyecto.
Zona de Régimen Especial y GTI
En el año 2008 se aprobó el Decreto Presidencial N°
19-2008 que reconocía al AWB como Zona de Régimen
Especial y bajo este decreto se constituyó un Gobierno
Territorial para la zona, compuesto por tres Gobiernos
Territoriales Indígenas (GTI). Se pasó de una fórmula
de asociaciones a otra forma institucional con una jun-
ta directiva formada por el presidente y siete miembros
representando diversos sectores. Dispondría ahora de
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Pueblos, Culturas e Identidad
un presupuesto estatal para gastos de movilización
y operativos, pero no una cartera de inversión para
proyectos. Con las asociaciones territoriales, existía
cierta independencia política, pero con la creación de
los GTI se establece una dependencia financiera a pre-
supuestos estatales, por tanto, cualquier decisión que
afecte de manera significativa al territorio pasa por el
visto bueno de Gobierno Central.
El GTI desempeña, entre otras, una importante labor
de representación del territorio hacia otras organiza-
ciones con actividad en la región o de cara a otras
instancias de gobierno. No existe por tanto una ca-
dena lógica entre las asambleas comunitaria, órgano
tradicional de decisión, el siguiente nivel superior que
serían las asambleas territoriales y las decisiones más
importantes que toma el GTI en relación con el futuro
de la región. El alto costo logístico que conllevan es-
tas asambleas territoriales provoca que sólo se puedan
realizar una vez cada dos años, cuando es necesario
elegir al nuevo presidente del GTI y junta directiva.
Las oficinas de GTI se ubican en la capital del país,
Managua, y en las cabeceras territoriales se dispone de
casa de gobierno que funcionan a modo de casa mul-
tiusos pero no como oficina permanente de gobierno
donde la población pueda ser atendida. Es importante
señalar que, por tradición, los liderazgos comunitari-
os nunca han funcionado a la manera occidental, con
unas oficinas administrativas con horario establecido.
Por lo que a medida que se buscan unas estructuras de
gobierno territorial fortalecido, bajo una lógica exter-
na, también se dista más de las formas tradicionales de
gobierno. Cualquier sociedad evoluciona y cambia da-
das las nuevas circunstancias de su entorno: en los ter-
ritorios ha pasado lo mismo, pero en muchas ocasiones
las demandas externas hacia la eficiencia o eficacia de
estos gobiernos se hacen con una mirada occidental.
Existe una brecha también entre los reclamos ex-
istentes desde las comunidades a los GTI y la capacidad
de respuesta de los mismos al no disponer de un pre-
supuesto propio suficiente para llevar a cabo proyectos
o iniciativas. Se han creado unas condiciones de diálo-
go entre el GTI y Gobierno Central que han facilitado
mayor acceso a las instituciones del Gobierno Central
y sus programas de Madre Tierra, salud, educación y
cultura. Como resultados hay avances reconocidos en
la región en términos de salud, educación, y servicios
de agua y telefonía. Sin embargo, se arriesga la instru-
mentación política vertical que maneja a los GTI de
acuerdo con los intereses centrales. A medida que las
comunidades abandonan un rol activo en la gobernabi-
lidad se crea una dependencia externa hacia los bienes
y servicios públicos que llegan de fuera.
Liderazgo comunitario en la actualidad
En la actualidad la estructura de gobernanza comuni-
taria se organiza en base a la tradición indígena y a cir-
cunstancias que han ido estableciendo nuevas figuras
de liderazgo, como es el caso de los guardabosques,
que mantienen carriles y monitorean el estado de los
límites territoriales ante invasiones de terceros. La res-
olución de conflictos o restauración de la armonía co-
munitaria cuando sucede algún hecho que la irrumpe,
no solamente pasa por una figura de liderazgo, sino
que en las comunidades se establece una red de acción
donde varios cargos de liderazgo interactúan o consen-
suan. Las principales figuras de liderazgo comunitario
en el AWB hoy en día son:
Asamblea comunal
Consejo de ancianos
Iglesia
Coordinador comunitario
Wihta (juez comunal)
Líderes y lideresas juveniles
Lideresas de mujeres
Brigadista de salud
Partera
Policía voluntario
Guardabosques
Maestros/as
Policía Voluntaria
Varias de estas figuras son de reciente creación y sus
funciones y responsabilidades no están totalmente defi-
nidas. Los policías nacionales y militares son figuras
con presencia en los territorios, en el caso del Ejército
desde el 1997 debido a que esta es una región trans-
fronteriza. Estas figuras aparecen como un elemento
externo que se incorpora de manera complementaria
a la justicia indígena. Aun así, no tienen voz en las de-
cisiones comunitarias, pero sí juegan un papel impor-
tante para la reinstauración del orden cuando algún
hecho grave sucede. Los wihtas fueron reconocidos en
el año 2014 por la Corte Suprema de Justicia de Nica-
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Retos y transformaciones: Liderazgo Comunitario...Timothy Hansell y Tomás Pardo
ragua. La Iglesia, donde se incluyen las principales ra-
mas cristianas con presencia en los territorios: morava,
católica y evangélica, tienen un peso importante a la
hora de marcar los códigos éticos y por tanto el pastor,
o delegado de la palabra, es también una persona re-
spetada y consultada. Los domingos la celebración de
cultos cristianos es también un espacio donde juntarse
y tratar cuestiones que afectan a la comunidad. En
relación con épocas pasadas, la asamblea comunitaria
ha ido perdiendo fuerza por la escasa participación de
la comunidad, ya que muchos de los comunitarios ya
no valoran positivamente a sus líderes.
Vos miras en la comunidad como era día domingo
que se llena el culto, así eran las asambleas. Ahora
la gente ya no llega. ‘¿Quién va hacer reunión?’ ‘Tal
fulano.’ Pues la gente dice, ‘no voy que eso es políti-
co.’ Han perdido confianza, entonces ahora tam-
bién misma comunidad tiene más problemas que
antes porque no llega a exponer sus necesidades
antes esa instancia la asamblea. (Entrevista con
líder comunitario. Raití. 2016)
La población de las comunidades también aumentó
con el paso de los años. En la comunidad de San An-
drés, por ejemplo, antes del año 1981 eran aproximad-
amente 18 familias mientras en la actualidad superan
las 300. El crecimiento de las comunidades ha provo-
cado que existan un mayor número de problemas entre
comunitarios y mayor complejidad para su resolución
por parte de las estructuras comunitarias.
En el caso de Kipla Sait Tasbaika, el único territorio del
AWB que tiene parte de su extensión bajo jurispruden-
cia de la Región Atlántico Norte, se siente una lucha
de poder entre partidos políticos y esta es una de las
problemáticas que complica el desempeño normal en
la armonía comunitaria ya que muchos de los líderes
deben definirse políticamente, lo que trae conflicto de
intereses entre sectores de la comunidad. En los otros
dos territorios, Mayangna Sauni Bu y Miskitu Indian
Tasbaika Kum, esta dicotomía política no existe y por
tanto tampoco las luchas políticas de poder.
Nuevos retos para el liderazgo
Transformación de valores
En la actualidad, los ancianos en las comunidades ven
con preocupación la pérdida de valores tradicionales li-
gados en la cultura indígena por unos valores externos
cada vez más aceptados en la comunidad. El desarrai-
go juvenil y la ruptura en el traspaso de conocimientos
para la vida en el territorio supone ir en detrimento de
una identidad propia. Las relaciones con territorios no
indígenas han aumentado, se intensifica el transporte
por río con mayor número de botes a motor, aumen-
taron las tecnologías de comunicación y en año 2015
se instalaron las primeras antenas de telefonía celular, y
un mayor número de jóvenes consiguieron salir a otras
partes de Nicaragua a estudiar. Estos cambios también
han ido cambiando los patrones culturales o los hábitos
de consumo. Asimilar los cambios y avances tecnológi-
cos que llegan de fuera sin sacrificar la idiosincrasia cul-
tural y cosmovisión indígena es uno de los principales
retos a los que hacen frente estas comunidades.
Jóvenes en el liderazgo
La juventud reclama su espacio en puestos de responsa-
bilidad comunitaria. Aunque sigue siendo un porcen-
taje muy bajo en relación con el total, varios jóvenes
de la región han tenido la posibilidad de formarse en
universidades nicaragüenses. Una vez de vuelta en sus
comunidades, gozan de respeto como técnicos cualifica-
dos y forman parte de una manera u otra del liderazgo
comunitario. Esto iría en dirección opuesta al liderazgo
tradicional donde el anciano tendría la voz más sabia
y experimentada. Este equilibrio entre las posiciones
jóvenes con una visión más amplia y el conocimiento de
los mayores puede ser enriquecedor, siempre que exista
una consideración y escucha mutua.
Mujeres y liderazgo
En cuanto al papel de la mujer en el liderazgo comuni-
tario, tienen participación activa en las asambleas co-
munitarias, pero se hace excepcional encontrar a una
mujer como wihta o coordinadora en las comunidades
del AWB. El liderazgo de las mujeres se hizo más vis-
ible después de la formación en 2004 de las Asocia-
ciones de mujeres (WIMPA-MITK, YAKMASBU-MSB,
IMASPKST-KST). Las asociaciones de mujeres que se
crearon en cada uno de los territorios han venido su-
pliendo esta carencia de representación. Estas organiza-
ciones han tomado un papel importante para poner en
valor la voz de las mujeres en ámbitos de decisión y de
incidencia política, los problemas que enfrentan y dar a
conocer entre las comunitarias los derechos que dispo-
nen. En cuanto al GTI, las mujeres tienen cargos en las
juntas directivas pero ninguna mujer ha sido hasta la fe-
Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Pueblos, Culturas e Identidad
cha presidenta de un GTI. A medida que varias mujeres
se han empoderado en posiciones políticas se hace más
asumible por los comunitarios la condición de lideresas
de mayor rango en el AWB.
Colonos
A pesar de los avances en materia legislativa para el
reconocimiento de los pueblos indígenas en Nicaragua y
el proceso de demarcación y titulación por la Comisión
Nacional para Demarcación y Titulación (CONADETI),
existe una situación preocupante por la ocupación ile-
gal de tierras por terceros, conocidos por los indígenas
como colonos. En los últimos años se ha multiplicado la
extensión ocupada por mestizos en territorios indígenas
ya titulados. Los modelos productivos de una familia
mestiza y otra indígena varían mucho y el impacto en
términos de degradación ambiental es mucho mayor en
el caso de las familias mestizas, que han hecho avanzar
la frontera agrícola en la zona de amortiguamiento de
la Reserva. Los conflictos entre ambos bandos se han
intensificado en muchas partes de la Costa Caribe Nica-
ragüense, desembocando en graves casos de violencia.
Autodeterminación
La autonomía indígena es la capacidad que tienen los
pueblos para autogobernarse y tiene como base el ter-
ritorio, un gobierno que pueda cumplir sus funciones y
este legitimado en base a su identidad cultural.
Si vos crees que la autonomía es meter una ley en la
Asamblea que te de división administrativa y pueda
haber un nombramiento de la tercera región. Yo no
sé si eso es lo que miras como autonomía, porque
decís, ya tengo mi ley, mis jurisdicción administrati-
va y política, ahora voy a poner instituciones, pero
no tengo recursos. Voy a recurrir a alguien, puede
ser ONG o presupuesto nacional, en el momento
que vas a pedir limosna pierdes la autonomía. En-
tonces es cuestión de criterios de autonomía. Yo creo
que la autonomía se logra cuando tienes capacidad
económica para guiar y hacer tus cosas por ti solo.
Mientras no tengas capacidad, no tenés autonomía.
(Entrevista con líder comunitario. Raiti. 2016)
El liderazgo y la gobernanza indígena a nivel comunitario
y territorial se transforman en un intento para lograr la
autodeterminación, mientras se cambian los valores en
las comunidades y se encuentra con el deseo de diversos
grupos de participar en la toma de decisiones. La deman-
da de las comunidades ante los autoridades territoriales
es que aseguren el buen vivir y mantengan la armonía de
las comunidades y su relación con la naturaleza. Las nue-
vas estructuras territoriales intenten encontrar la forma
de responder a las demandas de las comunidades y servir
de interlocutores con las instituciones y organizaciones
que intervengan en la región.
Conclusiones
Las comunidades del AWB han sufrido en su historia
capítulos de desarraigo cultural, como el desplazami-
ento entero de su población por casi una década a otras
regiones del país, un paréntesis en el progreso normal y
consolidación de las formas tradicionales de liderazgo. Su
llegada de vuelta en las comunidades durante los ‘90 se
vio acompañada de factores externos que demandaban la
existencia de figuras de gobernanza territorial. La respues-
ta humanitaria tras el huracán Mitch, la llegada de organ-
izaciones no gubernamentales e instituciones de gobierno
externas al territorio, llegaron al tiempo que se iniciaban
sus estructuras de gobernanza territorial, esto provocó que
la vez que se apoyaba el desarrollo comunitario se iba esta-
bleciendo una lógica asistencialista y de desarrollo guiado.
La reciente creación de los GTI hereda estas circunstancias
y enfrenta problemas internos de desconfianza por parte
de los comunitarios, que ven falta de representación lo-
cal en estos órganos. Los líderes comunales y gobiernos
territoriales enfrentan además un contexto cambiante con
mayor contacto con el resto del país, jóvenes y mujeres de-
mandando mayor participación en la toma de decisiones
y colonos en los territorios indígenas. No se ha logrado to-
davía un proceso de gobernanza territorial que logre incor-
porar efectivamente las asambleas comunitarias como in-
strumento tradicional de participación política para lograr
el buen vivir en el contexto nuevo e inconstante.
En Nicaragua se han hecho importantes esfuerzos por
parte de instituciones de gobierno durante los últimos 15
años en demarcación y titulación de tierras. El Gobierno
Central también ha promovido los primeros pasos de cara
a la autonomía de la región mediante el establecimiento
de leyes y marcos normativos que protegen los intereses
y promueven el autogobierno de la población indígena.
Una vez establecidos estos marcos legales, queda un lar-
go camino por recorrer. Se necesita mantener una volun-
tad férrea por parte de todas las instancias de gobierno,
territorial y central, para seguir acercándose a una au-
tonomía efectiva y culturalmente apropiada.
Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Retos y transformaciones: Liderazgo Comunitario...Timothy Hansell y Tomás Pardo
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Tomás Pardo es Licenciado en Economía con Maestría en Desarrollo Local y Gestión del Territorio. Ha trabajado durante
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Timothy M. Hansell
Timothy M. Hansell es Licenciado en Sociología con Maestría en Salud Pública. Ha trabajado con las comunidades de la Costa
Caribe Nicaragüense desde 1997 y trabajó con los tres territorios indígenas del Alto Wangki Bocay entre 2010 y 2016.