Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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El poder femenino en las sociedades precolombinas...Ramiro García y Sandra Espinoza
El poder femenino en las sociedades precolombinas de
Nicaragua. Una interpretación antropológica
The feminine power in the pre-Columbian societies of Nicaragua
and their anthropological interpretation
Resumen
El presente ensayo está sustentado en el análisis de los resultados de investigaciones antropológicas,
arqueológicas, etnohistóricas y de antropología física de carácter científico realizadas en Nicaragua sobre
los roles de las mujeres pre coloniales; que dejaron su testimonio en figurillas de arcilla, monéxicos de
piedra, tumbas de guerreras y en la etnografía histórica escrita por los cronistas de Indias basados en la
observación de la vida cotidiana de nuestras sociedades autóctonas. Estos resultados evidencian que las
mujeres además de bellas, maternales y responsables de las actividades en sus hogares, también fueron
líderes, consejeras, jefas, guerreras, caciques, sukias, entre otros roles que han sobrevivido en la memo-
ria colectiva hasta manifestarse en la sociedad actual, en la que las mujeres han venido recuperando los
derechos perdidos y avanzando hacia una Nicaragua más justa a nivel sociocultural.
Palabras claves: Mujeres Caciques, Monéxicos de Piedra, Tumbas de Guerreras, Jefas de Arcilla
Abstract
This article is based on the analysis of the results of anthropological, archaeological, ethnohistorical, and
physical anthropology research carried out in Nicaragua on roles of woman in the past, who left their sto-
ries in clay figurines, monexicos made from stone, tombs of warriors and in the the historical ethnography
written by the chroniclers of the indies based only on observations of their daily life of our autochthonous
societies. These results show that women were not only beautiful, maternal and responsible for activities
in their homes but they were also leaders, councilors, chiefs, warriors, caciques, sukias, among other roles
that have survived in their collective memory to manifest itself in current societies in which women have
been recovering their lost rights and moving towards a more fair Nicaragua on a sociocultural level.
Keywords: Female caciques, tombs of female warriors, monexicos, female heads of clay
Ramiro García Vásquez
Biólogo, especialista en Antropología física y
Arqueología, consultor, docente
Miembro Honorario de la Academia de
Geografía e Historia de Nicaragua
ID Orcid: http://orcid.org/0000-0003-2186-5452
mamutsrgv@yahoo.es
Sandra Espinoza Vallejos
Especialista en Turismo Cultural, consultora,
docente
Maestrante en Antropología y Liderazgo Social
ID Orcid: http://orcid.org/0000-0003-3239-7615
elidariana07@gmail.com
Recibido: 24-10-2017
Aceptado: 23-11-2017
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Rutas de la Antropología de antropología nicaragüense
Introducción
El presente ensayo tiene el fin de analizar las eviden-
cias antropológicas en las fuentes escritas, resultados
de investigaciones arqueológicas y etnológicas que dan
testimonio de la asignación de los roles de poder que
tenían algunas mujeres en las sociedades de nuestros
pueblos originarios y el legado en la memoria colecti-
va transmitido de generación en generación, lo que ha
formado las bases de la lucha de la mujer en nuestras
sociedades actuales.
Luchas representadas en la cotidianidad de la vida y en el es-
fuerzo para que les reconozcan el derecho a desempeñarse
no sólo en los roles propiamente del hogar y la familia, sino
también en otras esferas socioculturales, políticos y económ-
icos de nuestro país. Es un tópico importante para poder
comprender la estructura sociocultural de los grupos étnicos
originarios y analizar los elementos antropológicos del pasa-
do que aún se manifiestan en la actualidad, reconociéndolas
como parte de la herencia cultural transmitida y evidencia-
das en el liderazgo de la mujer.
Para sustentar las propuestas de este artículo, anal-
izamos las fuentes primarias recopiladas por los
Cronistas de Indias, más específicamente los que
recorrieron Nicaragua entre 1524-1550. Posterior-
mente se analizaron los resultados de investigaciones
arqueológicas que reportan evidencias etnológicas de
los roles de poder de las mujeres en las sociedades
originarias, además se reflexiona acerca del proceso
que llevó a la mujer a perder una serie de derechos
socioculturales por las influencias colonialistas.
Evidencias de mujeres caciques en las
fuentes escritas
Analizando las Crónicas de Indias, encontramos que al
comenzar la conquista de los españoles en lo que actual-
mente es el Pacífico y Centro de Nicaragua, existían al
menos cuatro grandes provincias pobladas por grupos
originarios llamados: Chorotegas, Nahuas, Maribios y
Chontales (Werner, 2009). Los Cronistas de Indias hici-
eron uso del método antropológico etnográfico, con téc-
nicas como la observación y la entrevista para recopilar
información, sin tener conocimiento técnico-científico,
sin embargo la tarea encomendada tenía el fin de de-
scribir los rasgos de las culturas nativas que encontraron
en América.
El padre Francisco de Bobadilla realiza en el año de
1528 una de las más celebres entrevistas al cacique
Nicaragua (Nicarao) y a sus señores principales en el
Calpón principal (Plaza Mayor) de su cacicazgo; esto
les permitió obtener datos etnográficos que se han
conservado hasta el presente. El padre Bobadilla pasó
varios días con los principales ancianos del pueblo de
Nicaragua, ubicado alrededor de lo que actualmente es
la ciudad de San Jorge – Rivas. Sus datos dejan muy
claro que en esta región el pueblo originario hablaba
nahua, una lengua relacionada con las lenguas Uto-Az-
tecas del Valle Central de México (Portilla, 1972).
El análisis se ha centrado en las evidencias escritas que
narran lo relacionado con el rol de las mujeres en las
sociedades de nuestros ancestros. Encontramos sufi-
cientes datos para reconocer la existencia de Mujeres
Caciques y Principales entre los Chorotegas, Maribios
en alta frecuencia y entre los Nahuas y Chontales en
menor índice; las fuentes escritas dejan incluso regis-
tro de los nombres de estas jefaturas femeninas.
En la obra maestra de Gonzalo Fernández de Oviedo
y Valdés hay referencias del papel de las mujeres en la
organización política de los Chorotegas (Oto-Mangue)
y de los Nicaragua (Nahua). Oviedo hizo dos comen-
tarios: dijo que las mujeres de Nicoya, probablemente
Chorotegas, eran las más hermosas en toda América
y mencionó la diferencia en el tratamiento que los
Chorotegas y los Nahuas daban a sus mujeres, cita:
Para inteligencia de lo que se tracta, es de saber que los
indios de la lengua de Chorotega son los señores antig-
uos é gente natural de aquellas partes, y estos es una
cruda gente, valerosos en su esfuerço, é muy mandados
é subjetos á la voluntad é querer de sus mugeres; é los
que Ilaman é son de la lengua de Nicaragua son muy
señores de sus mugeres é las mandan é tienen subjetas.
(Oviedo, 1976).
Los Chorotegas parecen haber sido el pueblo más
numeroso en el Pacifico del territorio entre los años
(800-1550 d. J.C). Sus migraciones procedían del sur
de México, pasando por toda Centroamérica y dejando
evidencias de sus emplazamientos en el Golfo Chorote-
ga que comparten El Salvador, Honduras y Nicaragua,
el Pacífico de Nicaragua y la Península de Nicoya. Su
lengua pertenecía al tronco lingüístico Oto-Mangue y
vivieron rodeados de sus vecinos Maribios y Nahuas.
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El poder femenino en las sociedades precolombinas...Ramiro García y Sandra Espinoza
Las investigaciones lingüísticas realizadas en México
identifican las lenguas Oto-Mangue, Chorotegas y Suti-
aba Tlapaneco en el centro y el sur de México, es decir
en los estados de México, Oaxaca, Guanajuato, Chiapas,
Puebla, Hidalgo, Querétaro y Guerrero; en tanto, los
Nahuas eran mucho más diseminados en el vasto terri-
torio Mesoamericano (Newson, 1987). Una fuente doc-
umental que hay que considerar para el análisis de los
cacicazgos femeninos en nuestras sociedades originari-
as son los documentos para la Historia de Nicaragua de
la Colección Somoza, donde se recopilan las Encomien-
das que repartieron los españoles en los primeros 25
años de la Colonia. Agregando una breve información
sobre lo que fueron las Encomiendas, explicamos que
provienen de El Requerimiento, que fue el instrumento
jurídico utilizado por la Corona de Castilla y Aragón,
para fundamentar la apropiación de las nuevas Islas y
Tierra Firme descubiertas en el Mar Océano.
El Requerimiento fue parte de un procedimiento legal
obligatorio, impuesto por los Reyes Fernando e Isabel,
que debía leerse a los pueblos originarios de Nicaragua,
dándoles la oportunidad de aceptar sus términos por
su propia voluntad, antes de someterlos a la guerra, es-
clavitud y exterminarlos sino aceptaban someterse a la
Iglesia Católica, a los Reyes y a la Santa Fe Católica. En
base a esta Ley crearon una jerarquía piramidal de pod-
er; en la cima estaba Dios, bajando estaba el Papa que
lo representaba en la tierra y después estaban los Reyes.
Al obligar a nuestros pueblos originarios a aceptar
el requerimiento quedaban sometidos a la autoridad
de Dios que era el dueño de todo, el Papa que era el
administrador de los bienes de Dios en la tierra y los
ponía en manos de los Reyes Católicos, en calidad de
donación para su administración. Finalmente se les
decía que al aceptar el Requerimiento, el Bautismo y
el Vasallaje, los Reyes los tratarían con amor y caridad,
permitiéndoles gozar de sus familias con derecho a la
procreación, a la sucesión y a la propiedad personal.
La imposición y el abuso que escondía el Requerimiento
es lo que llamaron: Encomiendas. Les explicaban que
siendo entonces vasallos de sus Majestades, ahora las
tierras que consideraban propias pasaban a ser propie-
dad del Rey, que a su vez las donaba a sus leales serv-
idores y ellos –autóctonos- antiguos dueños solamente
tenían derecho a trabajarlas para cumplir con los servi-
cios obligatorios a su Majestad.
Fue así como los cacicazgos con toda su gente, sus tier-
ras, animales y bienes se llamaron Encomiendas nu-
meradas y ciertos españoles llamados Encomenderos
fueron registrados como los nuevos propietarios en
juicios de propiedad llamados Tasaciones. Esto estuvo
vigente desde 1513 hasta 1531 (Gómez, 1956).
Revisando los Juicios de propiedad o Tasaciones en los
que se repartieron los cacicazgos Chorotegas, encon-
tramos que los títulos de las Encomiendas aparecen rep-
resentados por los nombres de los principales de cada
pueblo y observamos que al menos tres pueblos tenían
cacicazgos de mujeres, entre ellos: Nicoya, Diriá y Chira.
Nicoya fue conocido como uno de los cuatro pueblos
Chorotegas más poblados en la colonia temprana de
Nicaragua. En 1526, Pedrarias Dávila entonces Gober-
nador de la Provincia toma el poblado de Nicoya como
una de sus encomiendas. Francisco de Castañeda Alcal-
de Mayor de León de Imabite (León Viejo), escribió una
carta a la Corona en 1529, donde explica que el cacique
de Nicoya trataba bien a los españoles. Parece ser que el
cacique consideró mejor cooperar con los españoles en
vez de pelear con ellos.
Por consiguiente se puede deducir que su política de
colaboración fue exitosa, pues su pueblo sufrió menos
despoblación en los 25 años después de la conquista que
la mayoría de los demás poblados Chorotegas. La infor-
mación referida a las mujeres jefas la encontramos en
la transferencia de Encomiendas que ocurrió con fecha
del 8 de abril de 1541, donde se describe que para esta
Tasación estuvieron presentes los Caciques y principales
del pueblo de Nicoya, entre ellos: Nipopoyamot, Moto,
una mujer nombrada en español Ynesica y Namayo.
Ynesica fue sin duda una mujer jefa, cacique o princi-
pal de una de las plazas del gran emplazamiento de
Nicoya. El pueblo de Chira también de filiación étnica
Chorotega parece ser la isla de Chira localizada en el
golfo de Nicoya, mencionada por el Cronista Oviedo.
Este pueblo fue repartido en forma de Encomienda el
8 de abril de 1541 y la Tasación fue representada por
dos de sus jefes, un varón llamado Nogui y una mujer
Llamada Catalina en castellano que fue una Jefa de esta
población Chorotega.
El tercer pueblo repartido como Encomienda fue Diriá
(también mencionado como Deria, Delderia, y Deria).
Fue uno de los emplazamientos más grandes alrede-
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dor de la laguna de Apoyo, localizado probablemente
cerca o debajo del poblado actual del mismo nombre.
Las tasaciones indican que en 1548 su población era
de 1346 personas. Diría era una Encomienda que le
pertenecía a Pedro de los Ríos Teniente del Goberna-
dor Pedrarías Dávila (1527-1531), pero es posible que
la promulgación de las Nuevas Leyes de 1542, que les
ponía ciertas prohibiciones obligó al teniente a trans-
ferir sus encomiendas a nombre de su esposa, Isabel de
Bobadilla el 21 de octubre de 1542.
Los pueblos incluidos en la encomienda fueron Poçalte-
ga (Pozoltega), Potega (extinto), Ayatega (extinto), Ma-
hometonbo (extinto, localizado por Puerto Momotom-
bo), los Chontales, el cacicazgo de Petronylla (en las
islas del Golfo Chorotega), los pueblos de Diriá (ubicado
en el actual territorio de Diriá), Guatepet (en el actual
Granada) y Xalteva (Granada) y los pueblos e plaças
(plazas) de Coraça e Bavera (no ubicados).
En el acto estuvieron presentes dos jefes de Diriá, sus
nombres en castellano eran: Gonzalo y una mujer jefa
llamada Francisquilla. Analizando el repartimiento de
pueblos Chorotegas en las Encomiendas de Nicoya, Chi-
ra y Diriá encontramos cuatro mujeres caciques y pode-
mos saberlo porque omitieron sus nombres originarios y
las mencionan con sus nombres en castellano: Ynesica,
Catalina, Petronilla y Francisquilla, pero es posible que
hubieran más mujeres en las Tasaciones de Nandaime
que tenían 11 caciques presentes en el traspaso de la
Encomienda el cinco de septiembre, 1543, pero todos
los nombres fueron escritos en lengua Oto-Mangue lo
que hace difícil verificar si entre estos hubiesen nombres
de mujeres entre los caciques (Gómez, 1956).
Escudriñando las Encomiendas de los pueblos Maribi-
os de lengua Sutiaba, encontramos que al comenzar la
conquista en 1522, los Maribios tenían 135,000 perso-
nas y al menos 12 pueblos repartidos entre Maribios,
Sutiaba y Chinandega, que era un pueblo nahua. En la
transferencia del título de encomienda se hace mención
de una mujer cacique y principal en un pueblo Maribio
llamado Pangua que era pequeño y se desconoce su ubi-
cación, el traspaso de la encomienda ocurrió el 21 de ju-
nio de 1538 y este juicio estuvieron presentes el Cacique
Uzelo y la Cacique Malina. Agregan que en la tasación
de 1548 este pueblo contaba con 125 habitantes y en
1581 solo tenía 25 habitante (Gómez, 1956).
En el año 2002 se realizó un rescate arqueológico en el
Instituto Modesto Armijo, Barrio Sutiaba–León. El regis-
tro consistió en los vestigios arquitectónicos habitacion-
ales (piso de suelo embarro), un cocinero asociados con
utensilios, como una olla de barro que parece haber sido
usado en actividades domésticas ya que en su interior
tenía restos de alimentos y restos de fauna (comida).
En este mismo contexto habitacional, encontramos 14
figurillas de barro que representaban mujeres decora-
das con collares, aretes, atuendos en la cabeza, una de
ellas en estado de embarazo, otras mutiladas de las ex-
tremidades inferiores y superiores. Este hallazgo es muy
interesante ya que no reporta ninguna evidencia del rol
de los hombres, en cambio es un homenaje a las mu-
jeres de cultura Sutiaba Maribio y a sus roles biológicos
y sociales. Las fuentes escritas afirman que el trabajo de
la alfarería lo realizaban las mujeres, lo que hace posi-
ble que tuvieran jefas o principales femeninas como la
Cacique Malina, que se menciona en la Tasación de la
Encomienda del territorio Maribio y debido a esto rep-
resentaron diferentes aspectos de sus congéneres, como
su participación en el hogar, en el poder político y mil-
itar, en los rituales religiosos, en las fiestas o ceremo-
nias para las que se ataviaban con sus mejores collares,
aretes y vestimentas (García, 2002).
Figurilla de mujer embarazada registrada en contexto
arqueológico, sitio colegio Modesto Armijo. Sutiaba-León
(Foto: Ramiro García)
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El grupo Uto-Azteca nahua es el más documentado en
las Crónicas de Indias, primero por la entrevista del Pa-
dre Bobadilla al Cacique Nicaragua en San Jorge – Rivas
y después la entrevista que hace el Cronista Oviedo al
Cacique Agateyte en Tezoatega (hoy El Viejo). A pesar
de que Oviedo es reconocido como un investigador ex-
tensivo de Nicaragua en la época Colonial, existe infor-
mación que indica que el único lugar donde hizo sus
investigaciones y observaciones fue en el pueblo de
Tezoatega, donde el Cronista identificó una población
que hablaba la lengua nahua y dijo que era uno de los
pueblos más grandes de la Provincia, comparándolo con
Mistega, Nicoya y Nicaragua. (Portilla, 1972).
El Gobernador Pedrarias Dávila (1528-1531) afirma
que Tezoatega (El Viejo) era uno de los pueblos que
producía más utilidades y lo tomó como una de sus
Encomienda probablemente desde 1526, siendo aún
Gobernador de Panamá y lo reafirma en 1528 cuan-
do asume la gobernación de Nicaragua. Después de la
muerte de Pedrarias, en 1531, hereda la Encomienda de
Tezoatega a su viuda Doña Isabel de Bobadilla, quien se
benefició de este pueblo hasta su muerte en el año de
1539 o 1540; aunque nunca estuvo en Nicaragua. En
1535 Rodrigo de Contreras, yerno de Pedrarias Dávila e
Isabel de Bobadilla, es nombrado Gobernador de la Pro-
vincia de Nicaragua, en 1540 le asigna la Encomienda
del pueblo de Tezoatega a uno de sus hijos.
Al realizar el juicio de traspaso de la Encomienda estu-
vieron presentes los Caciques y Principales: Cazumate;
una mujer llamada Violante en castellano y Quiat.
Queda demostrado que en el cacicazgo de Tezoatega
de lengua nahua habían mujeres jefas dirigiendo en
el cargo de Principales y Caciques (Gómez, 1956). En
1528 Oviedo afirma que la población de Tezoatega tenía
24,000 habitantes, de los cuales 8,000 eran guerreros.
Territorialmente el gran emplazamiento tenía una plaza
mayor dibujada por Oviedo y muchas plazas menores;
entre la que menciona a Chinandega que en nahual era
Chinantecatl (pueblo de enramadas y bahareque) y que
fue ubicado a una legua de Tezoatega.
En 1548 con la primera tasación Tezoatega tenía una
población total de 287 personas y en 1581 su población
originaria se redujo a 190 personas (Tasación de 1581:
148). En la colección Somoza, se recopilan al menos
103 nombres propios originarios observando que hay
un patrón, consistente en que los nombres Chorotegas
están escritos en su lengua propia, el Oto-Mangue, pero
varios de los nombres Maribios y Nahuas corresponden
a los días del calendario citados por Squier, entre estos:
Quespal (lagartija), Migiste (muerte) Mazat (venado),
Toste (incluyendo al menos un pueblo con el nombre
de Tosta), Izquindi (perro), Olin (movimiento del sol)
y Quiauvit (lluvia). Uno de los nombres representados
en cinco ocasiones es Soche o sus variaciones Socher y
Sochet, este nombre representa el día 20 en el calendar-
io nahua y significa “Flor». Y también existe evidencia
que Soche fue utilizado como un nombre para mujeres.
En el juicio de la Corona versus Andrés Medrano, 10
CS 427 (25 de febrero, 1541) el demandado fue acusa-
do de quemar a una mujer, nombrada Soche. El hecho
violento tuvo lugar cerca del pueblo de Cosigüina (los
vestigios arqueológicos de este sitio aún no han sido
ubicados) el tribunal dictó una sentencia de muerte en
contra de Medrano en su ausencia. Y si los naturales
no utilizaban el nombre Soche para ambos sexos, hay
al menos dos caciques femeninos más con ese nombre;
tendríamos entonces 3 mujeres jefas en los pueblos na-
huas y una en el pueblo Chondatl (Oviedo, 1987).
En las tasaciones aparece la Encomienda de Guazama,
un Calpón del pueblo mayor de Mistega, uno de los
cuatro pueblos más grandes en Nicaragua al comienzo
de la conquista. Los otros pueblos grandes fueron Tezo-
atega, Nicaragua, y Nicoya (Cronistas 3: 306- 307). Pe-
drarias otorgó a su alcalde mayor Francisco de Castañe-
da la encomienda de Mistega. Una plaza ubicada tres
leguas o de 12 a 15 Km afuera de El Realejo. Castañeda
consideró que esta encomienda era demasiado pobre
para su posición y por eso ordenó hacer una diligencia o
estudio del pueblo de Mistega (2 CS: 102.) estos obser-
van al menos ocho Calpones.
Fray Diego Álvarez de Osorio primer Obispo de Nic-
aragua, visitó Mistega en agosto de 1529 y observó
que en uno de los galpones hablaban una lengua difer-
ente que llamada Guazama. Más tarde se identificó el
Galpón de Otogalpanega o Cotogalpanega como la pla-
za de Guazama. El Cacique principal de Otogalpanega
era nombrado Tezatotot. El 15 de septiembre de 1541
Martín Mimbreño, Escribano Real y gran aliado del
Gobernador Rodrigo de Contreras, recibió la posesión
de varias encomiendas, incluyendo los pueblos de Po-
tega y Guçama.
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Las caciques que estuvieron presente en la tasación de
Guaçama se llamaban Papalot (derivado de la palabra
Apapalota, o mariposa en nahua) y la otra Socher Gue-
gue (o flor vieja en Nahua). Parece ser que el pueblo de
Guaçama sobrevivió al año de 1548 con 164 habitantes
y todavía en 1581 tenía 133 habitantes (Gómez, 1956).
Enterramientos de Mujeres de poder
El registro arqueológico de restos óseos es una fuente
importante para el conocimiento de las condiciones de
vida de los integrantes de una población. El análisis de
las marcas que dejan las enfermedades en los huesos
mediante las técnicas de la Antropología Física, debi-
do tanto a su duración como a su acción, nos permit-
en identificar los padecimientos que sufrió en vida el
individuo, su dieta y hasta la posible causa de muerte.
Las evidencias que proporcionan los restos esqueléticos,
permiten estudiar y conocer las enfermedades más co-
munes en una población, el patrón que sigue una en-
fermedad o una lesión refleja su herencia, la dieta y
actividades antrópicas, es decir, su cultura en general
(Brothwell, 1987).
La ciudad de Managua, actual capital de Nicaragua, se
encuentra emplazada sobre un gran yacimiento arque-
ológico. A orillas del lago Xolotlán se reporta el más
grande de los asentamientos precolombinos conocido
como sitio Los Placeres. Los estudios sugieren que la
gente vivió sistemáticamente en esta zona desde 1000
a.C. hasta 1550 d.C. En el lugar se registraron eviden-
cias culturales que sugieren el intercambio cultural y
comercial de los pueblos a nivel de la región de Centro
América y vestigios de lo que fue un gran Centro Cere-
monial con enterramientos de mujeres jefas, guerreras
y tejedoras (García, 2006).
En el Sitio Los Placeres se registró un rasgo sepulcral
que contenía restos de dos individuos de sexo femen-
ino con edades de 25 a 30 años aproximadamente, el
segundo esqueleto se encontró a 20 cm de profundidad,
después del primer entierro. A estas mujeres las deposi-
taron en una sepultura con un arreglo especial, se trata
de una tumba en forma de cajón o “Cancel” diseñado
con piedras (lajas) de talpetate unido por una argama-
sa de arcilla y arena fina. Las piedras parece ser que
fueron ordenadas de Oeste a Este en forma lineal con-
formando dos muros por el lado Norte y el Sur, inclina-
dos ligeramente hacía adentro.
Al final de la estructura o el muro sur se encontró un
fragmento de metate, es probable que este haya sido
depositado como un marcador o indicador de “estatus”
social de las mujeres. Como ofrendas funerarias tenían
(Ocre rojo), este elemento solo era depositado a per-
sonajes importantes en época Precolombina, también
le pusieron ruecas de arcillas y huesos humanos en las
manos, símbolo de ser hiladoras.
Estos tipos de sepulturas se han registrado en territorio
costarricense y han sido denominados “Tumba de Ca-
jón”. Por el tipo de sepultura y sus ofrendas inferimos
que se trata de tumba que compartieron “Dos Mujeres
Jefas”. Este conjunto de elementos antropológicos cul-
turales nos indica un posible linaje o sucesión de poder
entre las mujeres. Este entierro ha sido fechado para los
años 500 a.C. - 500 d.C., (García, 2006).
En otro rasgo se observó un entierro primario en urna
oblonga con su tapa fragmentada que contenía res-
tos humanos de un individuo el sexo femenino, que
después de su muerte fue desarticulada y depositada en
la urna funeraria con el cráneo boca abajo, la columna
se encontró articulada lo que sugiere que fue sepultada
sin descarnar el esqueleto. Como parte de sus ofren-
das funerarias le depositaron un conjunto de 16 agujas
para tejer, elaboradas de espinas de un pez muy grande,
robalo, posiblemente una especie marina, por lo que se
infiere que fue una mujer tejedora. El Cronista Oviedo
afirma que las mujeres del pueblo Chorotega tejían el al-
Tumba de Cajón, sepulcro de dos mujeres de poder
registrada en el sitio arqueológico Los Placeres, Managua
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El poder femenino en las sociedades precolombinas...Ramiro García y Sandra Espinoza
godón y hacían telas de buena calidad. Este entierro fue
fechado para los años 800-1550 d.C. (García, 2006).
En el mes de agosto del 2017 realizamos trabajos de
Antropología Física sobre una muestra esquelética de un
rasgo excavado en el yacimiento Los Placeres: se trataba
de un mujer perteneciente al grupo étnico Chorotega
que posiblemente vivió entre los años 800-1550 d.C.,
sufría de enfermedades como la artritis, la caries y el
tártaro, le depositaron como ofrendas restos zoo-ar-
queológicos de pescado, tortuga y pécari (chancho de
monte), lo que sugiere que muchas especies animales
estaban siendo consumidas como parte de su dieta.
También le depositaron una diversidad de objetos
culturales como un cráneo humano cercenado pert-
eneciente a otra mujer, infiriendo que se trata de una
“Cabeza Trofeo de Guerra”, una vasija de cerámica en
buen estado de conservación, un sahumerio (objeto de
cerámica para quemar hiervas aromáticas), artefactos
líticos, una cuenta de collar elaborada en cerámica, una
cuenta elaborada con las escama de gaspar, una cuenta
de jade verde y otra de jade negro. Inferimos que se
trata de una mujer con rango de diferenciación social
o pertenecía a la élite de la época. Por todo lo antes
mencionado, razonamos que en vida fue “Una Mujer
Guerrera” (García, 2017).
Monéxicos femeninos de piedra
En el año 2003 se dirigió un proyecto de Rescate Arque-
ológico en el sitio El Salto – Juigalpa, Chontales, regis-
trando la primera excavación en Nicaragua de estatu-
arias en su contexto. Se encontraron diez estatuarias en
posición de ritual o ceremonia, formando un semicírculo,
en el centro estaba la única que representaba al sexo mas-
culino, tenía un puñal en la mano y una cabeza trofeo de
guerra cerca de sus pies, su posición era al oeste, de cara
al este donde nace el sol; esto indica que el personaje re-
cibía la energía del sol naciente por el rol de poder en su
comunidad, bien pudo ser un cacique o guerrero.
Las nueve estatuarias que estaban en posición de media
luna eran de sexo femenino y su posición era en dirección
viendo al poniente (oeste) o despidiendo el sol y recibi-
endo la luna. Observando los diseños de las nueve estat-
uas que representan mujeres, se puede inferir que tenían
Alter Ego (reptiles - serpientes, mamíferos - jaguar, y
Osamenta de la mujer guerrera chorotega y sus ofrendas (Foto: Ramiro García)
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aviformes). Parecen ser mujeres mayores o ancianas,
sus manos están cruzadas en la parte torácica o sobre la
pelvis, algunas parecen tener puesta una máscara en su
rostro y una de ellas presenta características anatómicas
de una mujer jorobada.
En el extremo este, en posición contraria a la ubicación
del guerrero, se encontró lo que denominamos estatuaria
ocho: estaba mirando hacia donde se oculta el sol como
rindiéndole tributo y asociada al sexo femenino. Sus
diseños muestran decoraciones con peinado o tocado,
collar y colgante. De acuerdo a su contexto arqueológico
cultural inferimos que el guerrero y la mujer decorada
eran los personajes de más alto nivel jerárquico, con se-
guridad era el jefe y jefa del grupo. El resto de estatuarias
estaban en medio de ambos personajes. (García, 2003).
Así como en las tasaciones de las encomiendas se sug-
iere la posibilidad de algunas mujeres caciques o jefas
en la cultura Chontales, los resultados de esta investi-
gación sugieren que las mujeres de esta etnia influían
en los jefes o compartían en poder con ellos. El contex-
to de este hallazgo arqueológico representa a un jefe
que está siendo asesorado por un Monéxico femenino
(consejo de ancianas), entre ellas parece estar la espo-
sa con su rol de jefa. Si buscamos los posibles orígenes
de la cultura chontales de Nicaragua es posible que los
encontremos en Mesoamérica, emparentados con los
Chontales de Tabasco, de los cuales, el antropólogo José
Manuel Flores López afirma que son Mayas Chontales y
que aún se considera una cultura viva en la actual Repú-
blica de México en el centro y norte del Estado de Tabas-
co. Es interesante el dato que dice que los Chontales de
Tabasco se denominan a sí mismos yoko yinikob (“hom-
bres verdaderos”) y yoko ixikob (“mujeres verdaderas”),
que hablan el yoko t’aan (“la lengua verdadera”). El
término “hombre verdadero” y “mujer verdadera” tie-
nen que ver con la identidad cultural y los roles; nos
refiere que si hay un jefe obligatoriamente debe existir
una jefa; aunque este mismo autor afirma que no se han
encontrado elementos culturales conspicuos entre los
de Tabasco y los de Nicaragua; él también aclara que los
Chontales no se han estudiado lo suficiente como para
hacer afirmaciones absolutas (Manuel, 2006).
Mujeres Jefas en arcilla
El fragmento de un poema en la narración Bribri, dice así:
…Así Sibó hizo las mujeres. Las hizo en forma de mujer en
el lugar que se llama ¡LaLelae! Allí las hizo en la poza que
había… Allí en la poza mandó el espíritu de las mujeres, y
allí el vio que eran bonitas… (Bozzoli, 1977; 87).
Registro de estatuarias en contexto funerario en el Sitio El
Salto, Juigalpa, Chontales (Foto: Ramiro García)
Reconstrucción del contexto arqueológico del Monéxico de
mujeres (Dibujo: Sandra Espinoza)
Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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El poder femenino en las sociedades precolombinas...Ramiro García y Sandra Espinoza
La tradición de las mujeres de arcilla en Mesoamérica
es muy extensa; incluida en esta cultura encontramos
grupos que habitaron Nicaragua como los Chorotegas,
los Nahua, Chontales, Maribios y Lencas, que trajeron
esta práctica artística hasta nuestro actual territorio, de-
jándonos evidencias suficientes para saber que fueron
elaboradas localmente. Estas figurillas representaban
las características físicas y los roles de las mujeres en su
vida cotidiana dentro de estos pueblos y culturas.
Parece ser que fueron elaboradas por las mismas mujeres
de la época pre colonial. Patricia Fernández Esquivel en
su texto, Mujeres de Arcilla, cita: La mujer creadora tradi-
cional de la cerámica, representó a sus congéneres y nos
heredó figuras con un mensaje perdurable, a cuyo signifi-
cado pretendemos acercarnos. Este legado nos evidencia la
importancia de la representación femenina en la cerámica
precolombina y acercarnos a los diversos papeles que desem-
peñaron las mujeres en estas sociedades (Esquivel, 2005).
Los registros arqueológicos en Nicaragua reportan
figurillas de arcilla datadas desde el 500 a.C. al 1550
d.C. Las más tempranas están decoradas con uno y
dos colores, posteriormente representan tres colores
y finalmente son policromas (muchos colores). Gen-
eralmente estas figurillas se caracterizan por presentar
motivos antropomorfos asociados al sexo femenino. Se
observan en diferentes posiciones sentadas, de pies, con
sus piernas esparcidas y sus manos descansando sobre
los lados superiores de las caderas. Los artistas destac-
aron rasgos biológicos como ojos de forma almendrada,
o achinados, nariz aguileña y boca acanalada. Se han
registrado figurillas que están decoradas con pintura
brillante, rojo, anaranjado y negro sobre engobe blanco
bruñido. La presencia de los senos es indicador determi-
nante de feminidad.
Otra decoración interesante es la aplicación de pintu-
ra negra representando manchas que sugieren la piel
del jaguar. Probablemente las diferentes posiciones se
asocian a los roles (como las Sukias), estatus de élite
o rituales ceremoniales en actividad de trance o de éx-
tasis. También parecen representar a personajes con
problemas patológicos en su columna, con vértebras
dislocadas dando origen a una joroba, deformación
craneana, brazos y piernas relativamente cortos. Las
figurillas que están relacionadas con la fertilidad se car-
acterizan por tener exageradas representaciones de los
órganos femeninos, tales como senos, caderas, y glúteos
abultados. En la parte ventral representan el estado de
embarazo y suelen encontrase en diferente posiciones.
Se han reportado en contexto funerario y habitacional.
Una de las representaciones que más nos interesa para
este análisis son las que se relacionan con el soporte al
poder de las mujeres y su imponente presencia. Sobre-
salen las que se elaboraron entre el 800-1350 d.C. aso-
ciadas a la cultura de los Chorotegas y al tipo papagayo
policromo. Todas estas piezas arqueológicas tienen in-
fluencia mesoamericana.
Las mujeres jefas de arcillas fueron elaboradas con el-
ementos o diseños propios del estatus o elite social de
las mujeres representadas. La parte más significativa es
la decoración en la vestimenta de estas figurillas que en
la cabeza tienen un tocado hecho de cestería o de fibras
textiles, estilo de corona decorado con paneles separa-
dos de líneas verticales. En la parte del cuerpo parecen
tener vestidos con tejidos de variados colores y la cintu-
ra decorada con líneas verticales como diagonales que
representan un cinturón de color negro. Estos elemen-
tos parecen ser símbolos o emblemas.
Conclusión
El análisis e interpretación antropológico de carácter
sociocultural realizados en las fuentes escritas y susten-
tado en los resultados de investigaciones arqueológicas
de carácter científico en el país, nos permitieron encon-
trar abundante evidencia de que las mujeres ejercían
el poder político tanto como los hombres en Nicaragua
durante los primeros 25 años de la conquista españo-
Las mujeres de arcilla asociadas a roles sociales y de poder
(Foto: Sandra Espinoza)
Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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Rutas de la Antropología de antropología nicaragüense
la (1524-1550 d.C). Hay suficientes datos para poder
afirmar que los Chorotegas, los Maribios, los Nahuas y
posiblemente los Chontales permitieron que las mujeres
se ocuparan de cuestiones importantes política y social-
mente al mismo tiempo que manejaban sus hogares.
Entre 1522 y 1548, los españoles conquistaron la fran-
ja baja del oeste de Nicaragua y una parte mínima del
norte de Nueva Segovia en los alrededores del pueblo
actual de Quilalí. Muchos de los Caciques que los penin-
sulares encontraron en sus pueblos habían sido nomb-
rados muchos años antes de la invasión española y man-
tenían sus costumbres exentes de influencias hispánicas.
Con los años esto fue cambiando y se fueron perdiendo
las prácticas originarias a causa del avance del mestizaje
impuesto de forma violenta.
La primera tasación de Nicaragua en 1548 marcó los
límites de la influencia hispánica hacia el este y norte de
Nicaragua con las tasaciones de tributo en cada pueblo
originario que estuviera bajo el poder de los españoles,
reafirmando que el año de 1548 establece la diferencia
entre la vigencia de nuestras costumbres ancestrales y
las influencias foráneas de la cultura occidental.
El Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, liderado
por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, ha veni-
do fortaleciendo las políticas de restitución de derechos a
las mujeres nicaragüenses como parte de la recuperación
de la identidad cultural originaria de nuestro pueblo que
trataron de exterminar las invasiones occidentales.
Las mujeres del pasado nos dejaron su testimonio
antropológico en un legado artístico que lo forman las
figurillas de arcilla, los Monéxicos de piedra y las tum-
bas de guerreras; los cronistas etnógrafos se ocuparon
de anotar sus observaciones y recopilar las narraciones
de aquellas sociedades originarias donde resaltan que
las mujeres además de bellas, maternales y responsables
de sus actividades cotidianas en sus hogares, también
fueron líderes, consejeras, jefas, guerreras, caciques
entre otros roles que han sobrevivido en la memoria
colectiva, hasta manifestarse en la sociedad actual, en
la que las mujeres han venido recuperando los derechos
perdidos y avanzando hacia una Nicaragua más justa a
nivel social y cultural.
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Raíces
Revista Nicaragüense de Antropología Año 1 No.2 | 2017
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El poder femenino en las sociedades precolombinas...Ramiro García y Sandra Espinoza
Ramiro García Vásquez
Realizó estudios de Licenciatura en Ciencias de la Educación con Mención en Biología (UNAN-Managua). Posteriormente
hizo estudios Técnicos en el extranjero (México, Panamá, Suecia, Dinamarca) se especializó en Paleontología, Arque-
ología y Antropología Física. Entre 1994 y 2013 se desempeñó como Responsable del Departamento de Investigaciones
Antropológicas del Museo Nacional de Nicaragua, realizó investigaciones paleontológicas, antropológicas y arqueológicas
a nivel nacional. En el año 2001 fue condecorado con la Medalla Diocleciano Chaves y Las Llaves del Museo Nacional de
Nicaragua en reconocimiento a su labor científica. Es miembro Honorario de la Academia de Geografía e Historia de Nica-
ragua. En los últimos 15 años se ha desempeñado como Consultor Cultural a nivel nacional e internacional.
Sandra Espinoza Vallejos
Realizó estudios de Licenciatura en Administración turística (1999), posteriormente (2002) estudió un Técnico Superior
en el Instituto Nacional Tecnológico de Nicaragua en Administración de la Cultura. Entre 2009 y 2010 hizo un Diplomado
en Pedagogía de la Formación Profesional en la Universidad de Don Bosco, San Salvador, El Salvador. De 2000 a 2003
se desempeñó como Subdirectora del sitio León Viejo (Patrimonio Mundial). Del 2006 al 2014 fue directora del Museo
Chorotega-Nicarao (Chinandega). De 2005 al 2014 trabajó como docente de Área Técnica o Formación Profesional. A
partir del 2005 empezó a trabajar como consultora en temas turísticos, culturales y sobre liderazgo. Actualmente está
cursando la Maestría en Antropología y Liderazgo Social.