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compromiso social
COMPROMISO SOCIAL. Revista de la UNAN-Managua, Extensión Universitaria,
N° 5, Año 03. Vol 1 Ene-Jun. 2021.
Pueden ustedes, lectores y lectoras, tomar notas,
también de esa conversación privada y de lo que
esta genere, estaremos atentas al email para poder
compartir con ustedes sus reexiones.
Contexto de situación
El año 2020 no será uno más en el calendario de la
humanidad, nos tocó vivir a todas las personas y
en todas partes del mundo un quiebre, incluso, un
cambio de época. La pandemia por COVID-19 llegó
de un día para otro, con todo su alcance invisible y
a todas partes casi en simultáneo. Como si no solo
viajara con las personas sino también por internet.
Este tiempo de híper comunicación, también impulsó
de alguna manera la velocidad del virus. Incluso
desde la información (o sobreinformación) de las
corporaciones de medios de comunicación que nos
llevaron a un sistema de contabilidad de vidas, camas
críticas y personas “infectadas”. Nos enfrentó con una
gran cantidad de desafíos, instalándose en tanto crisis
epidemiológica, pero también de sentido. Este artículo
no pretende desarrollar el tema, porque es de lo que
se habla todos los días en el mundo entero, pero no
se puede evitar pensar en contexto. Este es nuestro
tiempo histórico, por lo que se vuelve fundamental
situarnos para la reexión.
Las universidades, al igual que los demás espacios
y niveles del sistema educativo, debieron virtualizar
sus vínculos pedagógicos. Así sucedieron clases,
conferencias y debates mediados por pantallas, se
tuvo que dejar de circular por aulas y pasillos, los
edicios escolares quedaron sin personas, aunque las
asignaturas, de todas maneras, ocurrieron; cada una
desde su casa y a la vez cada clase en un cotidiano de
encuentros tecnológicos. No circularon las personas,
pero sí las palabras.
Otra cuestión que es importante traer a la reexión, es
el hecho que, nos hemos apropiado de una tecnología
que no nos pertenecía, que la usábamos para leer o
escuchar la palabra de otras personas, de algunos
catedráticos, de “yutubers”, pero no era nuestra
palabra la que circulaba por internet, ahora sí. Este
contexto nos invitó a formar parte de un medio,
a tomar la palabra nuevamente, de cierto modo,
se democratizó el poder de hablar. Entonces, otra
situación que caracterizó al 2020, fue la apropiación que
hicimos de distintos canales de comunicación, de modo
que, el aislamiento fue realmente físico y no social para
una cantidad de personas que tuvimos posibilidades
de acceso a la tecnología. Pero, justamente, ese
mismo derecho (que en la realidad se materializó en
tanto privilegio) puso en evidencia distanciamientos
(abismales) entre quienes no acceden a los recursos y
quienes sí. Se potenciaron inequidades, desigualdades,
injusticias, problemas estructurales que suelen estar
ocultos, se naturalizan, pero quedaron a mayor
descubierto a raíz de la pandemia.
También, este desorden que se produjo en las
estructuras de las instituciones que se conocen, por
las que se circulan, de las que se forma parte, nos
cuestionó como individuos, pero, fundamentalmente,
en tanto profesionales, ciudadanos y actores sociales,
desde esta misma crisis de sentido, por lo que nos
encontramos ante el desafío de volver a construir
categorías, re denir y pensar (nos) de nuevo.
Durante el 2020 (y se continúa este año), las y los
estudiantes, docentes, trabajadores y trabajadoras,
pero también los niños, las niñas y los adolescentes
que tenían bien aprendido el “ocio” de habitar las
escuelas, tuvieron una experiencia mediatizada de
educación, radicalmente diferente a la que se tiene
registrada, la que formaba parte del habitus. En un
corto período de tiempo todos y todas, sin importar
edades, atravesaron una transformación de esquemas
sin referencias previas, desde la simple convicción
de que la circulación de los bienes simbólicos de la
cultura, divulgada por los formatos escolarizados -los
nuevos ahora- resultaba una cuestión impostergable.
Algunas consideraciones sobre lo político y
las políticas públicas
En este apartado no se pretende enunciar deniciones
sino compartir una parte de nuestra experiencia,
algunas de las reexiones que formaron y forman
parte de esta historia, que nos es común. Se hace
referencia a las experiencias en el sentido que le
otorga Larrosa (2018), quien las plantea como “eso
que nos pasa, y no simplemente eso que pasa”. Si bien
son acontecimientos exteriores a las personas, es por
medio de las vivencias que cobran sentido.
La experiencia supone, en primer lugar, un
acontecimiento o, dicho de otro modo, el pasar de
algo que no soy yo. Y “algo que no soy yo” signica
también algo que no depende de mí, que no es una
proyección de mí mismo, que no es el resultado de mis
palabras, ni de mis ideas, ni de mis representaciones,
ni de mis sentimientos, ni de mis proyectos, ni de mis
Políticas Públicas y formación situada. Desafíos del distanciamiento
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