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compromiso social
COMPROMISO SOCIAL. Revista de la UNAN-Managua, Extensión Universitaria,
N° 3, Año 02. Vol 1 Ene-Jun. 2020.
El sobrepeso tampoco presenta una distribución
homogénea en las poblaciones, encontrándose
asociado en el caso de las mujeres a la inseguridad
alimentaria de los hogares, condición que a su vez
se relaciona con la pobreza, la que limita o incluso
restringe el acceso a dietas nutritivas y seguras (Farrell
et al. 2018).
En consecuencia, en varios países de la región las
mujeres experimentan una doble carga nutri cional, es
decir la coexistencia de desnutrición con sobrepeso,
obesidad o enfermedades no trans misibles
relacionadas a la dieta (OMS 2019).
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Este fenómeno
rearma que el género modela la salud de hombres y
mujeres, demandando que se lo identique como un
determinante social de la salud.
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En materia de pobreza e inseguridad alimentaria y
nutricional, la región mantiene deudas impor tantes en
lo que respecta a los derechos básicos de las mujeres.
Son ellas, y no los hombres, quie nes padecen con
mayor intensidad las desventajas asociadas a la división
sexual del trabajo la naturalización de la asignación
de las tareas del cuidado y el trabajo doméstico no
remunerado a as mujeres a través de conguraciones
especícas que se traducen en jornadas de trabajo
muy extendidas, malas condiciones laborales, alta
incidencia de la informalidad y escasa autonomía
económica (FAO 2018a).
En el caso del tiempo total de trabajo,6 los datos
muestran que los hombres destinan la mayor parte
de su tiempo a la variante remunerada del mismo,
mientras las mujeres lo dedican mayori-tariamente
al trabajo no remunerado (TNR), especialmente a
labores de cuidado.
En Brasil, los hombres realizan TNR en un 48% en zonas
urbanas y en un 42% en zonas rurales. Se trata de cifras
muy inferiores al caso de las mujeres, las que en zonas
urbanas realizan TNR en un 88% y un 92% en zonas
rurales. En el caso de las mujeres indígenas, estas
destinan una mayor proporción de su tiempo al trabajo
no remunerado que los hombres. A modo de ejemplo,
en Mé-xico, en 2014, las mujeres indígenas dedicaban
58,8 horas semanales al trabajo no remunerado,
mientras los hombres solo 21,4 horas (CEPAL 2016a).
Para las mujeres la conciliación entre trabajo y familia
puede ser difícil, especialmente en los ámbitos rurales,
en tanto se trata de contextos en los que se combinan
de forma particularmente viciosa la pobreza, la
informalidad, los empleos precarios y la baja oferta
y densidad de servicios (estatales o privados) para el
cuidado infantil (Martínez Bordón y Soto de la Rosa
2013)
7
. Adi cionalmente, la evidencia indica que las
mujeres insertas en el sector agropecuario destinan
mayor cantidad de horas al trabajo no remunerado
que el conjunto de las ocupadas (CEPAL 2016b)
8
.
En materia de educación, la región presenta avances
en la ampliación de la cobertura
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y ha alcan-zado
la paridad en el acceso (CEPAL 2019). La educación
primaria es prácticamente universal (aunque en el
ámbito rural es levemente inferior al urbano), y no
se presentan grandes diferencias en base al sexo o
sectores socioeconómicos.
Sin embargo, lo anterior no ocurre de la misma
forma en el acceso a la educación secundaria
rural, cuya cobertura ha aumentado de manera
signicativa, aunque persisten brechas según el nivel
socioeconómico. En los primeros dos quintiles de
ingreso, la asistencia escolar de las mujeres de 13 a 19
años es menor que la de los hombres de la misma edad,
pero las mujeres superan a los varones en asistencia en
los demás quintiles. En el caso de las jóvenes de 20 a
24 años, persiste una diferencia de más de 10 puntos
entre la asistencia de aquellas pertenecen al quintil
más pobre y las del quintil más rico (CEPAL 2017).
4. En las últimas décadas, los rápidos cambios demográcos, sociales y económicos que han experimentado muchos países de ingresos bajos y medianos
han conducido a una mayor urbanización y a cambios en los estilos de vida y los sistemas y hábitos alimentarios. En consecuencia, los hábitos alimentarios
se han vol-cado hacia un mayor consumo de alimentos altamente procesados e hipercalóricos, con un alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal,
y un bajo contenido de bra, lo que ha favorecido la disminución de la desnutrición, y simultáneamente, ha generado un incremento del sobrepeso y la
obesidad, incluso entre las personas más vulnerables, dando lugar a un escenario nutricional poblacional mixto, conocido como doble carga nutricional
(FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS 2018). 5. Los determinantes sociales de la salud son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, vi-
ven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que inuyen sobre las condiciones de la vida cotidiana. Estas fuerzas y sistemas
incluyen políticas y sistemas económicos, programas de desarrollo, normas y políticas sociales y sistemas políticos. Las condiciones anteriores pueden ser
altamente diferentes para varios subgrupos de una población y pueden dar lugar a diferencias en los resultados en materia de salud (OPS y OMS 2019). 6.
Compuesto por las actividades remuneradas y no remuneradas realizadas por las personas. 7. Para mayor información acerca de la medición de la pobreza
de tiempo y su relación con los ingresos en el caso de las mujeres, se sugiere revisar: Gammage (2010) y Asian Development Bank. (2015). 8. A modo de
ejemplo, el Estudio Chile Come Sano (2017), realizado por Jumbo y GfK, mostró que el tiempo era una dimensión que los chilenos consideraban relevante
para alimentarse sanamente. Concretamente, la investigación reveló que ante la pregunta “¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan quienes
tratan de alimentarse sanamente?”, un 40% de las personas respondieron “Las actividades extracotidianas me hacen difícil cuidar mi alimentación”,
siendo 39% los hombres y 41% las mujeres que manifestaron estar de acuerdo con esa alternativa de respuesta (https://www.g.com/es-cl/insights/press-
release/lanzamiento-primera-ver-sion-estudio-chile-come-sano/).
Mu jeres rurales, protección social y seguridad alimentaria en ALC